Ciudad de México, 12 de marzo (SinEmbargo).– A sus 64 años, Benita Rodríguez recorre, de lunes a viernes, la distancia que separa su casa, en la delegación Iztapalapa, del sitio donde trabaja, cercano a la estación Nativitas del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro. Desde el 30 de octubre de 2012, cuando fue inaugurada la Línea 12 del Metro, sus viajes fueron más rápidos y menos complicados, pues el traslado en Metro le evitaba padecer los habituales embotellamientos de la avenida Tláhuac, a cuyo trazo corría, en paralelo, un tramo de la llamada Línea Dorada, obra emblema de la gestión del ex Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard Casaubón.
Pero el gusto le duró poco a Benita, apenas 16 meses, antes de que el actual gobierno capitalino suspendiera el servicio en 11 de las 20 estaciones que componen la Línea 12, al detectar fallas en su estructura que ponían en riesgo su operación.
Una de las estaciones en las que se suspendió el servicio es Periférico Oriente, aquélla a la que diario llegaba Benita para viajar hasta la estación Ermita y, de ahí, conectar con la Línea 2 hasta la estación Nativitas. Un viaje que hacía en 40 minutos, incluso 30 en algunas ocasiones.
Hoy se cumple un año de que Benita dejó de disfrutar esos trayectos y un año también de que aguarda el restablecimiento del servicio. Mientras ha tenido que adaptarse a largos trayectos de una hora y media o más, a bordo de los autobuses de la Red de Transporte de Pasajeros (RTP), que en horas pico, dice la mujer, son insuficientes.
“Soy realmente de las personas afectadas, así como muchas de las personas que utilizábamos la Línea 12, realmente ha sido una afectación muy fuerte”, comenta Benita mientras el autobús de la RTP en el que viaja sortea el tráfico matutino en el suroriente de la ciudad. Algunos de quienes la escuchan asienten discretamente con la cabeza. Otros, permanecen en silencio, de pie; los más afortunados no se enteran de su queja, pues duermen sentados en los siempre insuficientes asientos. Pero todos ellos forman parte de esa cifra de 430 mil usuarios que a diario se trasladan por la Línea 12 y que desde hace un año siguen a la espera de que la suspensión “temporal” del servicio se termine.
Muchas cosas han pasado desde ese 12 de marzo de 2014, cuando comenzó lo que en la víspera anunció el director del STC Metro, Joel Ortega Cuevas: que el servicio de la terminal Tláhuac a la estación Atlalilco se suspendería temporalmente.
Entonces se dijo que la suspensión del servicio sería de seis meses, luego se habló de que se extendería hasta 2015, más tarde la fecha se fijó para noviembre de este año. El martes pasado, el Secretario de Obras y Servicios, Alfredo Hernández García, aseguró que la reapertura de la línea será a finales de año. Pero la realidad es que la fecha de reapertura sigue en vilo mientras no concluyan los trabajos de rehabilitación del tramo afectado.
El Secretario Hernández dijo que los trabajos de rehabilitación están a cargo de la empresa española COMSA-EMTE y compartió una serie de datos al respecto: se han realizado 163 soldaduras aluminotérmicas, se han esmerilado 301 soldaduras para corregir los defectos geométricos, se han realizado 375 pruebas de ultrasonido para verificar que la porosidad y consistencia estén de acuerdo con las normas internacionales, se han sustituido más de 380 mil piezas, se trasladarán 19 mil durmientes en viajes de 4 mil cada uno, así como 25 mil aisladores.
Para personas como Benita, ajenas a los tecnicismos del proceso de rehabilitación, las palabras de funcionarios como Hernández sólo tendrán sentido cuando las estaciones se reabran.
Ella no duda que el servicio se haya suspendido por fallas en la línea, pero le molesta que los usuarios hayan quedado en medio de lo que considera una “lucha de grupos” y una ambición personal del ex Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón.
“El problema es que la ciudadanía quedamos en medio, porque con su lucha de grupos, yo así lo veo, están peleando ahí arriba y realmente a nosotros los ciudadanos nos afecta. Desde el inicio, cuando se inauguró, yo critiqué mucho a Marcelo Ebrard y al gobierno porque era la inauguración y al otro día la escalera eléctrica ya no funcionaba […]. Yo andaba indignada porque decía ‘la inauguraron ayer y ya se ven las fallas’. Y se vieron inmediatamente las fallas porque las lluvias y las goteras y el escurrimiento […]. Reconozco que si hubiera estado bien hecha hubiera sido de verdad excelente”, dice.
UN AÑO DE DUDAS Y QUEJAS
Al recordar el primer día de la suspensión del servicio de la Línea 12, hace exactamente un año, Benita describe lo caótico que fue. “Fue terrible, porque todo mundo estábamos descontrolados y queriéndonos ya trasladar”.
Pero el problema no empezó el día 12 de marzo, dice. Días antes, rememora, los trenes comenzaron a tener más retrasos de los que comúnmente registraban, al grado de que los andenes se abarrotaban de impacientes usuarios.
Quizá Benita no lo sabía, pero al menos desde dos meses antes de que la Línea 12 fuera abierta al público se había detectado un desgaste ondulatorio en la vía, sin que se hubieran tomado medidas integrales de fondo para su diagnóstico y reparación, de acuerdo con el informe que meses más tarde presentaría la Comisión de Investigación para conocer las razones que originaron la suspensión temporal de la prestación del servio en 11 estaciones de la Línea 12 del STC Metro.
La comisión de investigación, creada en el seno de la local Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), consideró la falta de previsión como una omisión tanto del STC Metro, a cargo de Joel Ortega, como del Proyecto Metro del Distrito Federal, instancia creada para encargarse de la obra civil, y del consorcio constructor, integrado por las empresas Ingenieros Civiles Asociados (ICA), Alstom Mexicana y Carso Infraestructura y Construcción.
Probablemente Benita tampoco sabía que al inaugurarse la Línea 12, sólo operaban 18 de los 30 trenes arrendados para dar el servicio a la empresa española Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF), según el informe de la referida comisión.
Pero a diferencia de muchos otros usuarios de la Línea 12, Benita sí supo de la suspensión del servicio un día antes de que éste comenzara, pues a través de los noticieros que escucha cotidianamente se enteró del anuncio que el día 11 hizo el director del STC Metro. Seis meses sin servicio, estimó entonces Ortega.
Formada en la fila para abordar un autobús de la RTP, en el paradero de la estación terminal Tláhuac, Martha, de 44 años, se queja de cómo a partir de la suspensión parcial del servicio de la Línea 12, un recorrido que antes hacía en 40 minutos ahora le tome hasta hora y media o dos horas.
“Es muchísimo tiempo, pierdes tiempo, vida, esfuerzo, todo”.
Son las 7:30 horas de la mañana y la fila de personas avanza fluidamente, en parte gracias al auxilio de personal de la RTP, que dirige el ascenso de los pasajeros a los autobuses. Pero Martha hace notar una cosa: “¿De qué sirve que avance aquí rápido o avance dos o tres estaciones, si en Periférico te estancas fácil 40 minutos?”.
El entronque de la avenida Tláhuac con el Periférico, a la altura de la estación Periférico Oriente -donde Benita solía abordar el Metro- es uno de los puntos donde más se congestiona el tránsito vehicular por las mañanas. En otros puntos de la avenida Tláhuac la circulación de automóviles y transporte público se complica por la reducción de carriles que se hizo, precisamente, para las obras de la Línea 12. Y los microbuses y autobuses que circulan por la misma avenida en la que ahora transitan los buses de la RTP abonan a congestionar el tránsito.
“De por sí cuando pusieron los puentecillos esos, se redujeron algunas partes [de la avenida] y ahora con los micros que también hacen base para tomar gente de la que baja del RTP es más complicado”, explica Miguel Téllez, de 21 años y estudiante universitario. A diario, Miguel viaja desde la estación terminal de Tláhuac hasta la estación Copilco, de la Línea 3 del Metro. Cuando la Línea 12 funcionaba por completo, hacía una hora con 10 minutos; ahora su tiempo de traslado a la escuela se ha duplicado.
“[Transportarse] es lo más pesado del día, a veces te haces más con el transporte que lo que estás en la escuela”, considera.
Un conductor de autobús de la RTP, quien pidió ser identificado con sus iniciales, H.R., cuenta que cuando comenzaron a reemplazar gratuitamente el servicio del Metro, él y sus compañeros tenían que pelearse con los choferes de los microbuses, pues éstos los veían con recelo pensando que les estaban robando el pasaje.
Para mostrar su molestia, los microbuseros llegaban a atravesar sus unidades sobre la avenida Tláhuac, con tal de no dejar pasar a los autobuses de la RTP, narra H.R., quien lleva 10 años como chofer de la Red.
Él fue de los primeros choferes con unidades RTP que enviaron a paliar la falta del servicio de la Línea 12. Como en su caso, unidades de otras rutas que cubre la Red fueron enviadas a transportar a los pasajeros afectados en el tramo Tláhuac-Atlalilco. Dice que mandaron autobuses hasta de Cuajimalpa e Indios Verdes, por decir lo más lejos, con la consecuente reducción de unidades en esas rutas. En la estación terminal Tláhuac, el supervisor de ruta Pedro Yáñez afirma que las unidades que ofrecen el servicio en lugar de la Línea 12 son de las que tienen contempladas para casos de emergencias.
Según Yáñez, actualmente hay entre 230 y 250 unidades de RTP cubriendo el servicio de transporte para los afectados por el cierre parcial de la Línea 12.
Pero para usuarios como Benita, que a diario padece la espera de los autobuses y el aglutinamiento de los pasajeros desesperados por abordarlos, las unidades que brindan el servicio le parecen insuficientes.
Ajena por completo a la cotidiana realidad de personas como Benita, Miguel o H.R., durante este año de cierre parcial de la Línea 12 se ha ido tejiendo otra narrativa, una que ha ido develando fallas que ninguna instancia atendió, omisiones que no fueron detectadas o preguntas que nadie hizo a tiempo.
En este lapso de tiempo, dos comisiones legislativas fueron creadas para indagar en las razones de las fallas y para escrutar el uso de recursos federales en la obra, amén de un informe que la Secretaría de Obras y Servicios mandó a hacer con la empresa francesa Systra y de una investigación que la Contraloría General del Distrito Federal inicio para fincar responsabilidades administrativas.
Hasta ahora, la Contraloría ha impuesto 109 sanciones contra servidores públicos y ex servidores públicos por su responsabilidad en las irregularidades técnicas detectadas en la Línea 12. Algunos de ellos, como el ex director del Proyecto Metro del Distrito Federal, Enrique Horcasitas Manjarrez, han recibido más de una sanción.
Sobre eso quizá poco sepan y poco les importe a quienes a diario tienen que gastar más de dos horas en el viaje de vuelta a casa, como el estudiante Miguel, quien sabe que si de ida el viaje es fastidioso, de regreso se vuelve insufrible.
El orden matutino que se ve en la estación terminal Tláhuac no existe por la tarde-noche, cuando la estación Atlalilco se atiborra de las personas que, al término de sus jornadas escolares o laborales, aún tienen que lidiar con las aglomeraciones para poder abordar uno de los autobuses RTP, rezar para alcanzar un asiento y aguardar pacientes en el tráfico hasta llegar a casa.
En la estación terminal Tláhuac, donde al igual que en el resto de las estaciones cerradas, las taquilleras y los afanadores realizan, pacientes, un trabajo mínimo, una placa conmemorativa, con los escudos de la República Y DE la Ciudad de México y la insignia del STC Metro, anuncia: “El gobierno del Distrito Federal, con el apoyo del Gobierno federal ¡, construyó la Línea 12 del SISTEMA DE TRANSPORTE COLECTIVO que hoy se entrega al pueblo de México”.