«La represión sigue existiendo, mientras no nos acordemos de nuestra historia, la volvemos a repetir», dice José Sefami, protagonista de una obra situada hace tres siglos pero con una temática que aplica para el México actual.
Ciudad de México, 12 de febrero (SinEmbargo).– La obra de teatro escrita por el dramaturgo Jaime Chabaud a inicios de los dos miles, está situada a finales del siglo XVIII en la Nueva España, cuando la Santa Inquisición dominaba y las ansias de independencia comenzaban. Ahí, un actor fue llevado a la cárcel por tener ideas rebeldes y llevar una vida licenciosa, una censura que suena actual, para el protagonista de este monólogo, José Sefami.
“Es un monólogo que ubica a un actor en 1790, al que toma preso la Inquisición por participar en una obra de teatro que se llama ‘México Rebelado’ en contra de la corona española, previo a la guerra de Independencia. Lo meten a la celda y lo acusan también de su vida licenciosa por ser un actor», dice Sefami en entrevista con Magazine.
Ya en la cárcel, convive con sus compañeros de celda, que es el público que asiste al teatro El Galeón cada función, y comienza a contar su historia a través de sainetes de Pedro Calderón de la Barca y José Macedonio Espinosa.
CENSURA Y REPRESIÓN: UN TEMA ACTUAL
«El autor de la obra es un contemporáneo, escribe y coquetea con un lenguaje renacentista, sin embargo, habla de nuestra época también. Habla de la censura, de la represión», continúa el actor.
La puesta en escena es una tragicomedia, en la que el público experimentará por igual emociones positivas derivadas de la comicidad del personaje y el drama de vivir en una época de represión.
“Carmen Aristegui acaba de cumplir un año de que la corren de los medios por estar sacando cosas sobres la casa blanca; algunos otros periodistas desgraciadamente han sido asesinados o desaparecidos por poderes fácticos y poderes que desconocemos pero que intuimos de dónde viene. La represión sigue existiendo, mientras no nos acordemos de nuestra historia, la volvemos a repetir, los mismos errores», dice.
EL ARTE LIBERADOR
«Una parte fundamental de la obra es la que habla de la libertad final que nos da el arte, que a través de estos medios de expresión podemos liberar nuestra alma”, dice el también actor de cine.
Menciona que el mensaje que desean mandar al público es la importancia de la otredad, de ponerse en los zapatos de los demás.
“Yo creo que todos lo que hacemos alguna cosa de naturaleza artística, simplemente estamos viendo y percibiendo cómo es la vida cotidiana, normal, de nuestro país, que de repente es difícil, y sí, siento que nos ayuda entrar en otro plan. Es un asunto muy primitivo, muy tribal, que nos regresa a nuestros orígenes como seres humanos, donde se juntaban en una tribu un grupo de personas alrededor de una fogata y el brujo les contaba un cuento sobre las deidades y entonces todos entraban en una especie de meditación colectiva, eso para mí es el teatro y mientras mueva las fibras sensibles de alguien en el público entonces creo que estoy funcionando.
EL TEATRO EN MÉXICO
«Es fascinante, es una obra que dura 1 hora 20 minutos y toda la obra está conmigo el público, camina conmigo, respira conmigo. Ha llegado gente que me ha dicho ‘me agoté porque estoy respirando igual que tú’, pero están entusiasmados, es catártica», dice el entrevistado.
Y ver Divino Pastor Góngora es accesible, pues los jueves el Instituto Nacional de Bellas Artes pone el boleto en 30 pesos, «incluso sale más barato que ir al cine», dice José. El fin de semana, el costo es de 150 pesos, con descuento para personas de la tercera edad, estudiantes y maestros con credencial vigente.
«Es muy curioso, de repente tenemos teatro lleno y hay días que no, es multifactorial. Pero yo creo que el teatro en México está en un buen nivel, hemos conservado una calidad en términos generales, hay muy buen teatro, muy buenos actores, buenos directores, escenógrafos, todo un grupo de creativos porque el teatro se hace en equipo y hay muy buenos», concluye Sefami, quien destaca entre las obras en las que ha trabajado El ladrón dorado, un texto del joven dramaturgo alemán Roland Schimmelpfennig, que en México se montó bajo la dirección de Daniel Giménez Cacho y Polvo de mariposas, de Sandra Félix, basada en la novela Las Olas de Virginia Woolf.