Las áreas de trabajo son un foco de infección latente cuando existe la mala ventilación y la falta de higiene; lugares donde la propagación de un virus por un solo empleado enfermo puede contagiar a más de la mitad de sus compañeros oficinistas en tan sólo cuatro horas, revela un estudio. Incluso en México se precisó que 30 por ciento de los trabajadores de las alrededor de 200 mil oficinas que hay en el país, padecen enfermedades contagiadas o desarrolladas por la insalubridad de su sitio de trabajo.
Ciudad de México, 1 de noviembre (SinEmbargo).- A falta de buenas condiciones ambientales e higiénicas en los lugares de trabajo, en el país padecen enfermedades contagiadas o desarrolladas por la insalubridad de su sitio de trabajo, ya sea privado o de gobierno, los gérmenes, las temperaturas estandarizadas y la falta de distribución no discriminan a los que la Organización Mundial de la Salud llamó desde los años 80 «edificios enfermos».
Aunque a simple vista no se percibe, los modernos edificios de las urbes que albergan diariamente a decenas de trabajadores por más de ocho horas, y ven pasar a varias personas más por sus construcciones, algunas ocasiones alabadas por su diseño mas no por su funcionalidad, están en realidad «enfermos» por dentro y contagian a sus huéspedes.
Sin embargo en algunos casos también pueden sufrir enrojecimiento de la piel, comezón, náuseas, mareos y vértigos, dolor de cabeza y de espalda, fatiga mental o elevada incidencia de infecciones respiratorias y resfriados.
El informe, publicado en 2013, indicó que quienes permanecen en una oficina “enferma” ocho horas diarias durante cinco días a la semana, suelen desarrollar alergias que de manera misteriosa desaparecen al abandonar esos sitios, aunque en general los síntomas se suelen confundir con gripes o resfriados, dolor de cabeza, sinusitis, congestión, mareos, náusea, cansancio, irritación de los ojos, la nariz y la garganta.
Las causas son diversas, en algunos casos los ventanales mal ubicados favorecen el reflejo de la luz exterior (o interior) en las pantallas de las computadoras causando daño en los ojos; en otros los sistemas de climatización artificial con temperaturas fijas para cada área de la oficina afectan de distinta forma a cada persona, tal como explicó Liliana Silva, directora de mercadotecnia del grupo inmobiliario encargado del estudio, a Notimex, «unos se asan de calor mientras otros se hielan» .
«En los escritorios pegados a los ventanales el aire acondicionado cae directamente en la espalda de algunos y los otros deben contentarse con la luz artificial que siempre permanece encendida», continuó la experta.
Pero eso no es todo, en ciudades grandes o algunas con zonas industriales como la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey también se pueden dar problemas relacionados con los gases y vapores de origen químico, como el formaldehído o el dióxido de carbono, y algunos de origen biológico como las bacterias, hongos y toxinas, suspendidos en el ambiente y que por una mala ventilación enferman a los oficinistas.
Aunque generalmente las enfermedades de oficina se asocian con factores psicosociales como el estrés laboral y la ansiedad, muchas de las afecciones recaen directamente en la estructura del edificio en el que conviven día a día con otros, por características físicas como la iluminación, ionización, ruido, vibraciones, temperatura, humedad relativa o ventilación, dijo Silva.
CARACTERÍSTICAS DE
UN EDIFICIO ENFERMO
En 1982, la OMS acuñó el término «Síndrome del Edificio Enfermo» (SEE) para referirse al conjunto de enfermedades originadas o estimuladas por la contaminación del aire en estos espacios cerrados que produce, en al menos un 20 por ciento de los ocupantes, un conjunto de síntomas tales como, sequedad e irritación de las vías respiratorias, piel y ojos, dolor de cabeza, fatiga mental, resfriados persistentes e hipersensibilidades inespecíficas, sin que sus causas estén perfectamente definidas”.
Asimismo, hay dos tipos de oficina enferma: la temporal y la permanente, en el primer caso los síntomas se dan debido a la reciente apertura o remodelación del inmueble y desaparecen en menos de seis meses; en el segundo, estos persisten y atacan a más del 20 por ciento de los empleados.
Para determinar que el sitio de trabajo está enfermo y sus ocupantes están en riesgo de ser los siguientes en acudir al médico primero es necesario confirmar que hay varios casos de empleados en mal estado de salud simultáneamente o una persistencia en malestares sin razón aparente.
Nuevamente la agencia de salubridad de la ONU, señaló las siguientes características como las más comunes de los sick buildings.
– Cuentan con un sistema de ventilación artificial que es común para todo el inmueble o a amplios sectores de éste. Algunos de ellos tienen localizadas las tomas de renovación de aire en lugares inadecuados y otros más utilizan intercambiadores de calor que regresan los contaminantes del aire a la zona de suministro, revolviéndolo.
– Sus superficies interiores están cubiertas de algún material textil, como alfombras, tapices o tapetes, que favorecen la elevada relación entre superficie interior y volumen.
- Generalmente son de construcción ligera y poco costosa.
- Son lugares herméticos en donde no se pueden abrir las ventanas.
- Practican el ahorro energético y se mantienen relativamente calientes con un ambiente térmico homogéneo.
- Los ocupantes se quejan sobre su estado de salud más en las tardes que en las mañanas.
LAS CAUSAS
Los factores de riesgo se dividen en cuatro categorías: Contaminantes ambientales, contaminantes físicos, factores ergonómicos y factores psicosociales.
Contaminantes ambientales: Este rubro incluye las sustancias químicas y biológicas, tal como el dióxido de nitrógeno (utilizado como combustible en la cocina) y los bioaerosoles, es decir, las partículas liberadas por un ser vivo que se transportan por el aire, específicamente las toxinas.
Los materiales de construcción y decoración del edificio son también culpables de que existan compuestos tóxicos en el aire, como el formaldehído, usado en plásticos y resinas.
De forma más cotidiana, también se incluyen los productos de consumo o los materiales que a diario se usan para el trabajo de oficina y el mantenimiento del edificio, como los correctores, el ozono que se desprende de las fotocopiadoras, los productos de limpieza, etc.
Contaminantes físicos: La iluminación (muy baja, muy alta o con contraste insuficiente) causa estrés visual e irrita los ojos; el ruido reduce la capacidad de concentración, provocar dolores de cabeza, estrés, irritabilidad además de causar una sensación de incomodidad; el ambiente térmico como se mencionó anteriormente; la ventilación inadecuada, las vibraciones y los iones, estos últimos culpados por varios estudios de que la ausencia de energías negativas en un ambiente cerrado es el origen principal de un edificio enfermo.
Factores ergonómicos: Es común que en las oficinas se pase mucho tiempo sentado frente a una computadora, y también lo es que la silla en la que se pasan alrededor de ocho horas no ofrezca la altura ni el confort adecuado para la tarea, lo cual facilita la aparición de dolores musculares, problemas de circulación y fatiga.
Factores psicosociales: De acuerdo con la OMS, estos tienen que ver con la interacción del empleado con el ambiente, los compañeros, sus expectativas y necesidad. Toma en cuenta las inconformidades derivadas del horario, ritmo, monotonía de las tareas y estatus laboral, que puede hacer a los individuos más susceptibles a ciertos factores ambientales.
LA PROPAGACIÓN DE UN VIRUS
Un solo empleado enfermo puede contagiar a más de la mitad de sus compañeros oficinistas en tan sólo cuatro horas, fue la conclusión a la que llegaron investigadores de la Universidad de Arizona, en Estados Unidos en un estudio realizado el año pasado en conjunto con 80 personas.
Para determinarlo, al inicio de la jornada laboral a la mayoría se les echaron gotas de agua en las manos y a uno más, un líquido que imitaba los virus artificiales de la gripa, una infección estomacal y el resfriado, después, todos realizaron actividades comunes de oficina.
Al paso de cuatro horas, los científicos tomaron muestras de las manos de los empleados y las superficies del lugar, en donde encontraron que más del 50 por ciento de ambos estaban ya «infectados» con por lo menos alguno de los virus, aunque el de la infección del estómago fue el más persistente llegándose a colar hasta en el 70 por ciento de los sitios registrados.
Concluyeron también que los puntos en donde es más factible la propagación de una enfermedad son las perillas de las puertas, los teléfonos, los escritorios, los interruptores de luz, los bebederos, las asas de las cafeteras, así como los botones de las fotocopiadoras y elevadores.
Pese a que dieron un 40 al 90 por ciento de probabilidad de que los trabajadores ahí presentes se hubieran contagiado del virus, también dijeron que este porcentaje se puede reducir si se lavan las manos con frecuencia o se usan geles antibacteriales.
TRABAJADORES MEXICANOS: EXPLOTADOS Y ENFERMOS
En 2013, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) emitió un informe en el que señaló que, dentro de los países miembros, los empleados mexicanos son los que trabajan más horas al año con un total de dos mil 200 horas, mientras que el promedio lo hace sólo mil 776 horas.
La misma organización calculó que el salario promedio de un mexicano es de 9 mil 885 dólares por año, mientras que lo que gana un trabajador en el resto de los países de la OCDE alcanzó los 34 mil 466 dólares.
Pero no sólo son mal pagados y laboran por horas, sino que además están enfermos. De acuerdo con un estudio realizado por la Asociación Mexicana en Dirección de Recursos Humanos (Amedirh) a inicios de este año reveló que las empresas funcionan con empleados deprimidos, con sobrepeso y cansados.
El documento “Mejores prácticas de salud en RH 2013” reveló que 50 por ciento de los trabajadores en el país es obeso, 33 por ciento tiene colesterol alto, 30 por ciento está deprimido, 20 por ciento padece presión alta y 12 por ciento diabetes, lo que influye en la productividad y la calidad de las labores que desempeñan.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), una persona obesa experimenta un aumento del 50 por ciento en la pérdida de productividad y requiere un 88 por ciento más de visitas médicas que una persona sana, durante un periodo de seis años.
Mientras que la depresión es responsable de 54 por ciento del ausentismo laboral entre los trabajadores del Distrito Federal, de acuerdo con una encuesta realizada en 2012 por la organización de la sociedad civil de la organización civil Voz Pro Salud, en donde también se mencionó que las faltas por esta causa pueden llegar hasta 25 días al año, la mayoría de ellas (64.8 por ciento) a consecuencia de la condición laboral.