Ciudad de México, 26 de septiembre (SinEmbargo).- Los smartphones saben cada día más cosas de su dueño, utilizan sus sensores para medir los pasos que se dan al día, los kilómetros que corrieron por la mañana o ya registran su ubicación, pero el futuro depara aplicaciones más complejas que esto, como el seguimiento de enfermedades crónicas como la diabetes, o según un estudio del Dartmouth College, del estado de ánimo.
De acuerdo con la publicación de Technology Review, investigadores de esta universidad privada estadounidense han desarrollado una app llamada «StudentLife» que es capaz de utilizar los sensores presentes en los celulares para medir el bienestar y la salud mental de los usuarios.
El profesor que encabezó la investigación, Andrew Campbell, se muestra convencido de que las aplicaciones móviles podrían ofrecer tanto a médicos como a pacientes una nueva forma de seguir y controlar su salud mental.
Ya son 48 estudiantes los que han permitido a los responsables del estudio trabajar con los datos de sus teléfonos inteligentes durante diez semanas, para detectar sus cambios de humor, nivel de estrés, depresión y soledad. Al mismo tiempo, se le pidió a varios médicos que entrevistaran por su cuenta a estos sujetos acerca de su estado ánimo. Y las conclusiones obtenidas de ambas fuentes coincidieron.
«StudentLife» recolecta datos como el movimiento y la ubicación del smartphone, las horas del registro de llamadas y mensajes, y activa también el micrófono para detectar conversaciones cercanas.
Toda esa información es procesada mediante un algoritmo que extrae de ella los patrones de actividad física, comunicación, sueño y contacto personal del usuario, y los analiza en busca de síntomas de depresión como, por ejemplo, la ausencia de conversaciones con otras personas.
Campbell asegura que muchos de estos indicadores son los que ya se utilizan habitualmente en las consultas que asisten a personas con problemas de salud mental. La información que puede extraerse de un smartphone, piensa, podría servir para ofrecer una imagen más completa del estado de alguien que necesita ayuda, e incluso para advertirle que la necesita.
Todavía queda mucho trabajo por hacer para convencer a la comunidad médica de que este descubrimiento puede representar un avance en el estudio de las enfermedades mentales.
Para Campbell, el próximo paso reside “en la intervención”, es decir utilizar la información extraída de la aplicación para recomendar, por ejemplo, a un paciente, que intente conversar más con otras personas para mejorar su estado de ánimo.