Con este santuario del centro de conservación Reino Animal, las posibilidades del jaguar, que se encuentra en peligro de extinción, aumentan considerablemente para sobrevivir en México.
Por Inés Amarelo
Ciudad de México, 11 de diciembre (EFE).- Seis jaguares caminan a paso lento pero firme ante la mirada atenta de los primeros visitantes del Santuario Jaguar del centro de conservación Reino Animal en México, un lugar en el que se da refugio a ejemplares decomisados y donde se busca dar a conocer a la población la importancia de este impresionante animal.
El jaguar, en peligro de extinción, ocupa un importante lugar en los ecosistemas que habita, ya que, como depredador, el resto de fauna y flora se descontrola.
«Del jaguar depende todo lo demás, es una cadena. En el momento que quitas al jaguar las presas de abajo empiezan a crecer y a lo mejor destruyen la vegetación. Empieza a haber un desequilibrio», contó a Efe José Luis González, gerente de bienestar animal del parque.
Es por eso que en Reino Animal se convencieron hace poco más de siete meses de crear dentro de su centro un lugar donde dar refugio a jaguares decomisados y generar así una base para tratar de que sus crías puedan vivir en libertad.
«La creación (del santuario) fue para dar refugio a ejemplares rescatados por la autoridad, tanto decomisados como del tráfico ilegal. Quisimos crear el centro para darles ese espacio a animales que no tienen la habilidad para ser liberados pero necesitan un sitio donde vivir», dijo a Efe Ithiel Berrum, director general de Reino Animal.
Entonces se pusieron manos a la obra y en tiempo récord, construyeron, de la mano de la empresa italiana Ferrero, un espacio de seis mil metros cuadrados con una inversión de siete millones de pesos (unos 335 mil 7000 dólares) donde los seis ejemplares pueden ser monitoreados a la vez que viven en un espacio adecuado para ellos.
FUNCIÓN EDUCATIVA
Y el santuario tiene gran sentido dentro del centro conservación, ya que este es un lugar familiar donde hay animales de todo tipo como jirafas, avestruces o llamas, entre otros, a los que las personas se pueden acercar a través del «safari» que ofrecen pero también pueden aprender cuidados del medioambiente.
«Todo lo que nosotros decidimos afecta a sus ecosistemas al grado de que se están quedando sin espacios, entonces la educación es fundamental para saber como vivir sustentable, y viviendo sustentable le ayudo al jaguar», explicó el director
El concepto de Reino Animal no se asemeja a los zoos en los que los animales son expuestos y viven en un espacio pequeño y lejano a las condiciones necesarias.
Esto, consideró González, está siendo una transformación generalizada en la que se muestra cada vez más interés en el bienestar animal y la educación, en lugar de pensar a los animales como entretenimiento para los humanos.
«Todos los zoológicos o áreas de este tipo tenemos que adaptarnos a necesidades de cambio en las especies, a lo que nos requieran. Hay una historia de zoológicos de exhibición pero nos vamos adaptando», relató el gerente de bienestar animal.
RUGIDOS Y ELEGANCIA
El recorrido para los visitantes en el santuario incluye una sala de proyección inicial en el que se presenta a esta especie y después varios caminos de arena con frondosa vegetación hasta llegar al inicio de la verja donde puede divisarse el primer ejemplar que camina lento y elegante pero visiblemente incómodo ante la presencia de humanos, a la que todavía tiene que adaptarse.
El jaguar se presenta imponente, con un cuerpo fuerte y en su rostro, como en el de sus compañeros se puede adivinar su naturaleza depredadora que se acentúa cuando ruge.
A través de las zonas de cristal, se puede ver cada detalle de la -por desgracia- codiciada piel de los jaguares y sus afilados colmillos que recuerdan que esta especie caza incluso cocodrilos.
Sin embargo, ya que en esta primera etapa los animales del santuario vivirán toda su vida con contacto con humanos, ahora comen pescado, carne roja, vísceras y -sobre todo- pollo.
«El jaguar puede caminar kilómetros y kilómetros para buscar esas presas, no es tan fácil. Aquí no tiene que caminar, sino que le damos la alimentación constante, y así puede estar tranquilo para otras actividades», contó González.
Pero los mamíferos, aunque más que otras especies, nunca pierden del todo su instinto cazador, por lo que si una de las hembras diese a luz en un lugar apartado de los humanos -aunque controlado-, sus hijos podrían reinsertarse en la vida salvaje.
Con este santuario, las posibilidades de la especie para sobrevivir en México aumentan considerablemente.
Y del mismo modo, quien acuda podrá aumentar, además de su admiración por tan impresionante animal, su conciencia sobre la necesidad de cuidar todos los componentes de cada ecosistema para que pueda mantenerse el statu quo.