Escrita y dirigida por José Pepe Bojórquez, Como caído del cielo comienza con Chaparro interpretando a Pedro Guadalupe Ramos, uno de los miles de imitadores de Infante.
Por Alicia Civita
Miami, 11 dic (EFE).- El actor Omar Chaparro y Netflix han convertido al Pedro Infante mujeriego y parrandero de la Época de Oro del cine mexicano en un hombre que debe adaptarse a las reglas de fidelidad y sobriedad del siglo XXI en Como caído del cielo, la comedia que estrenarán el 24 de diciembre.
La cinta «enseña al Pedro Infante del Siglo de Oro del cine mexicano enfrentando problemas de hoy en día», dice Chaparro al describir la película durante una entrevista con Efe en Miami.
«Va a tener que restringir su naturaleza (de infiel y parrandero) porque se da cuenta, como bien dice en un texto, que los tiempos han cambiado», agrega el actor principal.
Escrita y dirigida por José Pepe Bojórquez, Como caído del cielo comienza con Chaparro interpretando a Pedro Guadalupe Ramos, uno de los miles de imitadores de Infante.
Está grave, en estado de coma, y se le mete el espíritu del ícono mexicano, quien debe volver a la tierra para limpiar sus pecados y evitar que lo envíen al infierno.
Su meta principal es arreglar las cosas con su esposa -un papel a cargo de la actriz y presentadora mexicana Ana Claudia Talancón- , a quien ha puesto innumerables «cuernos» y la tiene al borde de la bancarrota. Además, planea dejarla por su prima (Stephanie Cayo).
A lo largo de la historia, la reencarnación de Pedro Infante va encontrando situaciones que le hacen caer en la cuenta «de cómo han cambiado los tiempos y de cómo el machismo le ha hecho mucho daño a nuestra sociedad latinoamericana», indicó Chaparro.
El actor, cantante y conductor mexicano está convencido de que Infante, quien falleció a los 39 años a consecuencia de un accidente de aviación, el 15 de abril de 1957, «habría entendido esta época».
Se habría adaptado, dice Chaparro aunque reconoce que esto es solo una interpretación personal, pues la historia de Infante contiene pocos elementos que sustenten su teoría.
Infante, también icónico en la interpretación de la ranchera, dejó ocho hijos con cuatro mujeres diferentes y una hija adoptada. Su fama de mujeriego es legendaria. Se le conocieron dos esposas y romances con varias celebridades, entre las que se destaca Silvia Pinal, la última de las divas del cine mexicano.
En la cinta, en la que Chaparro realiza un trabajo magistral en su interpretación de algunas de las canciones más famosas del El Ídolo de Guamúchil, Infante conoce a una de sus nietas, que es una líder feminista, y termina entendiendo el legado de abandono que provocó su comportamiento.
Con su espíritu dentro del cuerpo de Pedro Guadalupe Ramos, Infante le pide perdón a su nieta, que había sido abandonada por su progenitor (un supuesto hijo de Infante) para vivir una seguidilla de relaciones con diferentes mujeres. «Eso fue lo que aprendió de mí», reflexiona el personaje de la película.
«Poner a Pedro Infante a vivir situaciones actuales me pareció muy inteligente por parte de los escritores», confesó Chaparro, quien inicialmente pensó que el proyecto sería una biografía de su ídolo.
Sin embargo, una vez leído el guion (lo firman el propio Bojórquez y Alfredo Félix-Díaz) le pareció «maravillosa» la idea de rendirle homenaje también en forma de una película «que podría haber protagonizado de estar vivo en esta época».
«Es un regalo para todos los que añoramos las películas y el corazón de Pedro Infante, para los que aman la cultura mexicana, para las nuevas generaciones que no conocen su música y para personas de otras culturas que ni siquiera han oído hablar de él», destacó Chaparro.
Su plan es ver la película en familia el mismo día de Nochebuena. El papel lo obsesionó «por la responsabilidad de representar a alguien tan importante para México y a mi ídolo de todos los tiempos», dice.
En las escenas en las que Chaparro interpreta a Infante, el esfuerzo de caracterización y el maquillaje lo acercan de manera impresionante a su «ídolo inmortal».
Como mismo Pedro Guadalupe, mantiene la gestualidad, la voz y hasta el acento característico de los naturales del estado mexicano de Sinaloa, donde nació y creció el gran artista.
«Hasta dormía con los audífonos puestos», reconoce Chaparro al cabo de casi un año de terminar el rodaje. A la vuelta del tiempo, el actor continúa con Pedro Infante en la garganta. Tanto, que rompió a cantar sus temas en plena entrevista.