«¿Hemos dormido en el coche hasta hace poco por el miedo y el lunes mandamos a los niños al colegio?. Queremos más seguridad y saber que el centro es seguro», explicaba a los medios italianos Alessandra Sbano, una madre de Norcia.
Roma, 11 de septiembre (EFE).- La vuelta al colegio de los niños de las zonas afectadas por el terremoto en el centro de Italia se retrasa porque sus escuelas han sufrido importantes daños. Y en el resto del país la preocupación crece: ¿Es seguro el colegio de mi hijo?.
Las imágenes del colegio de Amatrice, la localidad más afectada por el terremoto que dejó 295 muertos el pasado 24 de agosto, reducido a una montaña de cascotes, no son nuevas en Italia.
Esta vez no hubo víctimas porque el terremoto fue de madrugada, pero aún permanecen en la retina de los italianos las imágenes de los 26 féretros blancos de los niños del colegio de San Giuliano de Puglia.
El colegio fue el único edificio que se derrumbó en el terremoto que afectó a la región de Molise en 2002 y que sepultó a toda la clase de primero de primaria y a su maestra.
En Norcia no hubo derrumbes, pero algunos colegios han sido declarado inhabitables, por lo que los chicos serán repartidos en otros centros, pero los padres están preocupados porque los temblores continúan.
«¿Hemos dormido en el coche hasta hace poco por el miedo y el lunes mandamos a los niños al colegio?. Queremos más seguridad y saber que el centro es seguro», explicaba a los medios italianos Alessandra Sbano, una madre de Norcia.
En el municipio de Rieti la apertura del año escolar también se ha retrasado, por el momento al próximo 19 de octubre, «hasta que se realicen todos los controles necesarios», comunicó el pasado viernes el Alcalde, Simone Petrangeli.
Los primeros que han tomado decisiones son los padres que viven en Sulmona, en la región de Los Abruzzos, en la zona de la cordillera de Los Apeninos con más alta actividad telúrica.
«Llevamos años arriesgando la vida de nuestros hijos», explica uno de los 400 padres que en pocos días han instituido el Comité «Escuela Segura» y que ha conseguido que, por el momento, se retrase el inicio del colegio mientras se buscan alternativas.
Los 1.400 niños de Sulmona que tenían prevista la vuelta al colegio el próximo lunes tendrán que esperar.
La Alcaldesa de Sulmona, Annamaria Casini, explicó que se cuentan con los dedos de una mano los edificios escolares que cumplen con el coeficiente antisísmico y que en estas condiciones «no se abren los colegios».
«Lo más importante en este momento no es el año escolar sino mandar a nuestros hijos al colegio con seguridad», explicó.
Por el momento, los padres de Sulmona han conseguido que se estudie el envió de módulos escolares provisionales, una especie de prefabricados para dar clases y que ya fueron utilizados en el pasado en otras zonas afectadas por el terremoto.
El plan B, explica la Alcaldesa, sería la de repartir a los niños en las clases de los edificios escolares considerados seguros para que no pierdan demasiados días de colegio.
La portavoz del Comité de padres, Barbara Zarrillo, reconoce que se han movido demasiado tarde, pero «más vale tarde que nunca». Por ahora -dice- y por ahora sólo queda «mantener la calma y esperar las soluciones alternativas para no tener que llorar a nuestros hijos».
La iniciativa de Sulmona se está difundiendo y también en Teramo, otro de los municipios de Los Abruzzos, situados en el «nervio» de Italia, se estudia prorrogar la apertura de los colegios prevista para el 15 de septiembre.
La preocupación de los padres se entiende si se cotejan los datos publicados en los últimos informes.
Tras el terremoto del 24 de agosto, uno de los responsables del Consejo italiano de Geólogos, Domenico Angelone, advirtió que 24 mil edificios escolares se encuentran en zonas de alto riesgo sísmico.
La asociación Legambiente añadió que 4 de cada 10 colegios no cumple con las normas antisísmicas y que en las zonas del país clasificadas con el máximo riesgo sólo el 26.8 por ciento supera el «coeficiente antisísmico».
El 50 por ciento de los colegios en Italia ha sido construido antes de 1971, cuando se aprobaron las primeras normas antisísmicas en los edificios públicos, pero el problema es que, a pesar de la ley, se sigue construyendo sin tener en cuenta estos factores de seguridad, advirtió Angelone.
«No se tiene la mínima sensibilidad cuando se piensa que en estos edificios entrarán niños», lamentaba Angelone en una entrevista en julio, en la que ya denunciaba la falta de control.