El estudio encontró que la desinformación ganó fuerza dentro de tres oleadas distintas de infodemias, un término acuñado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para describir una «sobreabundancia de información, algunas precisas y otras no, que dificultan que las personas encuentren fuentes de información confiables».
MADRID, 11 de agosto (EuropaPress).- Una nueva evaluación global ha documentado una infodemia en los primeros meses de la pandemia COVID-19, que produjo una amplia gama de más de dos mil rumores, teorías de conspiración y esfuerzos para estigmatizar a las víctimas, como información errónea relacionada con cientos de muertes, miles de hospitalizaciones y muchos actos de violencia.
El estudio revisado por pares ha sido publicado en la revista American Journal of Tropical Medicine and Hygiene por un equipo internacional de científicos sociales y expertos en enfermedades infecciosas, que instan a una mayor esfuerzo por parte de los gobiernos y las agencias internacionales para monitorear y desacreditar las afirmaciones falsas e «interactuar con las empresas de redes sociales para difundir la información correcta».
El estudio revela el increíble volumen y variedad de afirmaciones falsas que circularon rápidamente en plataformas como Twitter y Facebook y sitios web de medios de comunicación en un corto período, desde finales de diciembre de 2019 hasta principios de abril de 2020.
Por ejemplo, hubo afirmaciones de que una mezcla de orina de camello y cal o simplemente orina de vaca puede curar una infección por COVID-19. Entre las afirmaciones con consecuencias más dañinas, el estudio señala que un rumor que circula en todo el mundo sobre los poderes curativos de beber metanol se ha relacionado con 800 muertes, unas cinco mil 900 hospitalizaciones y 60 casos de ceguera.
Los investigadores también compilaron numerosos informes de estigmatizaciones peligrosas dirigidas a los profesionales sanitarios y personas de etnia asiática que estaban vinculadas con al menos 26 ataques violentos.
El estudio encontró que la desinformación ganó fuerza dentro de tres oleadas distintas de infodemias, un término acuñado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para describir una «sobreabundancia de información, algunas precisas y otras no, que dificultan que las personas encuentren fuentes de información confiables».
Los investigadores apunta que la desinformación sobre el COVID-19 sigue un patrón que se ha visto en otros brotes, incluida la propagación del VIH y el ébola. Según estos científicos, es una prueba más de que «durante las crisis de salud pública, la gente a menudo se concentra más en rumores y engaños que en la ciencia».
En su trabajo, realizaron un análisis de contenido de los artículos de noticias para comparar y contrastar los datos recogidos de otras fuentes. Identificaron dos mil 311 informes de rumores, estigmas y teorías de conspiración en 25 idiomas de 87 países. Los reclamos estaban relacionados con enfermedades, transmisión y mortalidad (24 por ciento), medidas de control (21 por ciento), tratamiento y cura (19 por ciento), causa de la enfermedad incluyendo el origen (15 por ciento), violencia (uno por ciento), y varios (20 por ciento). De los dos mil 276 informes para los que se disponía de clasificaciones de texto, mil 856 reclamaciones eran falsas (82 por ciento).
«La información errónea alimentada por rumores, estigmas y teorías de conspiración puede tener implicaciones potencialmente serias en el individuo y la comunidad si se le da prioridad sobre las pautas basadas en la evidencia. Los organismos de salud deben hacer un seguimiento de la información errónea asociada con el COVID-19 en tiempo real, y comprometer a las comunidades locales y a las partes interesadas del Gobierno para desacreditar la información errónea», concluyen los científicos.