Hemos sido la mejor frontera de México, y pasamos a ser la ciudad más violenta del mundo: Ayúdenos a recuperar el primer título.
Juárez es una comunidad industrial, orgullo del TLC (a costillas de la pobreza de cientos de miles de trabajadores), en la que viven un millón 300 mil personas que salen a trabajar, algunos desde las cinco de la mañana, aunque esté a 10 grados bajo cero en invierno o a 40 grados en verano; hay 25 mil jóvenes sin secundaria y sin trabajo, y los impuestos que obtiene la federación de la ciudad son considerables.
Sin embargo, nuestros líderes nos ven tan lejos de Los Pinos que han llegado a creer que esta ciudad pertenece a Nuevo México, así como algunos senadores imbéciles de Estados Unidos creen que Nuevo México es una pequeña nación autónoma en medio de la frontera.
Tras las heridas de bala y al corazón que hemos recibido, tenemos tanto callo que nos hemos vuelto conocedores, si no expertos, en analizar los temas de seguridad, y podemos reconocer los indicadores del peligro social.
Todo empieza por el número de homicidios dolosos cometidos cada mes: para que se consideren cifras alarmantes un mes muy alto no representa un cambio en el equilibrio de los indicadores, sino que se necesitan por lo menos cinco meses altos de seis consecutivos.
Otro indicador clave es, si comparamos los delitos con el número de imputados, que la relación de eficacia esté por debajo del 25 %. No somos exigentes, nos tranquiliza que la Policía procese a uno de cada cuatro asesinos, pero que la tasa de eficacia sea menor es alarmante porque el motor que impulsa los delitos de alto impacto es la impunidad.
Ahora, entre enero y junio ya han sumado 375 homicidios, un promedio de 62.5 por mes, mientras en 2014 y 2015 el promedio fue menor a 25. Estas son cifras de miedo porque además, entre las víctimas colaterales que han perdido la vida están tres amigos míos y varios niños.
Si comparamos los índices de eficacia, en el 2014 y 2015 la tasa fue de 41 y 48 por ciento respectivamente, mientras que en 2016 y 2017 ha sido de 19 y 12 por ciento; esto significa que hace tres años se detenía a uno de cada dos homicidas, pero ahora sólo es uno de cada 10.
Es obvio que los criminales han superado a los policías del Estado y a los municipales, y las fuerzas del orden del Gobierno federal ya no existen en esta ciudad; en 2012 teníamos la quinta mejor delegación de la PGR en el país, y ahora está entre las más débiles: Hasta piden apoyo para detener el contrabando de mercancías no peligrosas.
A esto se suma, debemos añadir, que el Gobierno ya fue expulsado por los narcotraficantes de la parte norte de la Sierra Madre Occidental, y sólo son detenidos los sicarios que resultan heridos en las confrontaciones entre ellos mismos y que son abandonados después de los tiroteos.
A quien manda en el país: Así, exactamente así, fue el año 2008 y la violencia fue incontenible de 2009 a 2012, con muertos por dondequiera, hasta que empezó a controlarse en 2013; en esos años perdimos a 10 mil 500 juarenses y más de 200 mil se vieron desplazados de la ciudad.
Señor a cargo, muchos ciudadanos estamos dispuestos a participar seriamente y conscientemente con la autoridad para detener el gran riesgo que corremos. En Juárez la ciudadanía sí participa, incluso podríamos pagar más impuestos, y ya sabemos lo que necesitamos: Investigadores, peritos y fiscales capaces de trabajar por la patria porque, aunque usted no lo crea, Ciudad Juárez sí es parte de la patria.