Jorge Alberto Gudiño Hernández
11/07/2015 - 12:03 am
Radiolab
El término “Podcast” ha tenido una evolución curiosa, por decir lo menos. No tiene muchos años de existencia y ya se le suman diferentes significados. Al parecer, el origen está relacionado con un producto inexistente. El producido por aquéllos quienes buscaban generar contenidos de audio que no solían tener cabida en la radio convencional. En […]
El término “Podcast” ha tenido una evolución curiosa, por decir lo menos. No tiene muchos años de existencia y ya se le suman diferentes significados. Al parecer, el origen está relacionado con un producto inexistente. El producido por aquéllos quienes buscaban generar contenidos de audio que no solían tener cabida en la radio convencional. En ese sentido, podía entenderse como algo parecido a un blog: alguien sube entradas, alguien las descarga o las escucha en línea. Pronto a los contenidos de audio se sumaron las imágenes y el video. El término ampliaba sus acepciones.
En fechas recientes el término ha crecido aún más. Gracias a los medios digitales, muchas radiodifusoras y televisoras suben sus contenidos a Internet. De esta forma, se pueden consumir fuera del tiempo de transmisión. En radio, sobre todo, a estos contenidos también se les llama “Podcast” aunque, de origen, no lo son. Al contrario, se parecen más a un archivo de grabaciones o a la posibilidad de ser un consumidor “a la carta”. Al margen de mi opinión al respecto, no discutiré sobre estas acepciones toda vez que resulta imposible pelear con ellas. En el lenguaje, sobre todo en el lenguaje cotidiano, mediático y reciente, el uso es la ley más clara.
Ello no implica, sin embargo, que no prefiera a los podcasts que entran en el primer criterio. Suelen ser programas producidos desde una óptica diferente a la simple grabación de la radio en vivo, por concentrarme en los de audio. Se les nota de inmediato: tienen una profundidad mayor, toda vez que parten de un guion y, también, suelen estar mejor producidos ya que no están bajo el estrés de la radio en vivo. Los hay de diversas temáticas, para todos los gustos. Lo más común es descargarlos en nuestros teléfonos aunque, también, pueden escucharse en las computadoras.
Mi favorito, sin duda, es Radiolab.
Conducido por Jad Abumrad y Robert Krulwich, Radiolab se ocupa de temas científicos y filosóficos. Esto podría parecer disuasorio. Sin embargo, el programa está hecho de una forma en verdad entretenida. No es sólo divulgación; tampoco se dedican a ofrecer simples respuestas. Al contrario, cada capítulo está estructurado a partir de dudas muy concretas. Después vendrán los puntos de vista, las historias, los ejemplos, los especialistas, las explicaciones, incluso las discrepancias entre los conductores. Eso permite tener un amplio público cautivo. Un público inteligente, por supuesto, dispuesto a abrirse tanto al conocimiento como a debates que no estaban dentro de su panorama de expectativas. Un público que sabe que el saber es, en sí mismo, divertido pero, además, este producto lo ha vuelto mucho más accesible.
Como gente de radio que soy, confieso sin el menor empacho, que Radiolab me provoca una enorme envidia. De ésa que significa: “yo quisiera hacer algo así”.
Se ha hablado mucho en torno al tiempo que perdemos ocupados en nuestros dispositivos móviles y con razón. También ofrecen, sin embargo, grandes posibilidades. La de descargar podcasts para reproducirlos en todos esos tiempos en que la espera se alarga, es una de ellas. Radiolab me parece de las mejores. Por eso nunca dudo a la hora de recomendarlo. Tampoco a la hora de agradecer a quien me acercó al maravilloso nuevo mundo que me significaron los podcasts.
más leídas
más leídas
entrevistas
entrevistas
destacadas
destacadas
sofá
sofá