La causa principal de muerte para los pacientes con COVID-19 replica la forma en que la pandemia de gripe de 1918 mataba: los pulmones se llenan de líquido y esencialmente se ahogan por el síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA). Pero una nueva forma de extraer células inmunes de los pulmones y un fármaco contra el cáncer podrían prevenir este resultado.
Madrid/Ciudad de México, 11 de junio (Europa Press/RT).- Ante la pandemia de COVID-19, científicos alrededor del mundo llevan a cabo estudios sobre los efectos de la enfermedad y cómo evitar las consecuencias más graves de la respuesta del organismo frente al virus SARS-CoV-2.
En este contexto, dos estudios en Estados Unidos abren un panorama sobre posibles claves que podrían ayudar a evitar la reacción desmedida del cuerpo humano frente al nuevo coronavirus.
Un tipo de glóbulo blanco ignorado durante mucho tiempo puede ser fundamental para la reacción exagerada del sistema inmunitario que es la causa más común de muerte para los pacientes con COVID-19. Los investigadores de la Universidad de Michigan (UM), en Estados Unidos, han descubierto ahora que unas partículas en forma de bastón pueden sacarlos de la circulación.
La causa principal de muerte para los pacientes con COVID-19 replica la forma en que la pandemia de gripe de 1918 mataba: los pulmones se llenan de líquido y esencialmente se ahogan por el síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA).
Pero una nueva forma de extraer células inmunes de los pulmones podría prevenir este resultado. Esta investigación se encuentra entre los proyectos esenciales en UM que han continuado durante la pandemia sin interrupciones.
El SDRA es una manifestación de una afección conocida como tormenta de citoquinas, en la que el sistema inmunitario reacciona de forma exagerada y comienza a atacar los órganos de la persona.
Los glóbulos blancos fuera de control descomponen el tejido pulmonar y hacen que se acumule líquido. Ayudando a liderar la carga está un tipo de glóbulo blanco llamado neutrófilo, que constituye del 60 por ciento al 70 por ciento de las células fagocíticas que se alimentan de intrusos en los humanos.
«Son como la guardia de fronteras, su trabajo principal es asegurarse de que no se traspasen sus límites», ejemplifica Lola Eniola-Adefeso, profesora de Diversidad y Transformación Social y de Ingeniería Química, que dirigió la investigación.
Los neutrófilos no están especializados, lo que les permite responder a muchas amenazas, añade. Pero a veces, esa falta de especialización significa que no saben cuándo dejar de fumar.
«Mientras haya señales, los neutrófilos siguen actuando. En algunos casos, el ciclo de retroalimentación se rompe y eso convierte lo que se supone que es una buena respuesta en una mala respuesta», añade Eniola-Adefeso.
Una de sus acciones es emitir moléculas de señalización llamadas citocinas que le dicen a las células que rompan las barreras y permitan que la sangre y los fluidos entren en un sitio problemático. Cuando esa respuesta se vuelve mala, los neutrófilos deben detenerse para que otras células puedan intervenir y reparar el daño.
Anteriormente, el grupo de Eniola-Adefeso demostró que las micropartículas de plástico inyectadas en la sangre de ratones podían distraer a los neutrófilos y desviarlos de las áreas de inflamación severa en los pulmones. Los neutrófilos tomarían la partícula y se dirigirían al hígado para deshacerse de ella. Los microplásticos utilizados de esta manera aliviaron el SDRA en ratones.
Ya se sabía que otros fagocitos no son aficionados a las partículas en forma de barra o bastón. Eniola-Adefeso explica que «se vuelven perezosos» con el largo proceso de envoltura alrededor de una barra. Por ello, se preguntaron si a los neutrófilos les pasaría lo mismo. «Encontramos todo lo contrario. En realidad, prefieren comer partículas con forma de bastón», añade.
Y esa preferencia es útil para atacar a los neutrófilos y dejar que otros glóbulos blancos hagan su trabajo. Descubrieron que cuando ofrecían este tipo de partículas a diferentes fagocitos, el 80 por ciento de los neutrófilos se los comía, mientras que sólo el 5 por ciento al 10 por ciento de otros fagocitos lo hacían. Las comparaciones incluyeron macrófagos, otra célula que come intrusos, y células dendríticas, que capturan a los intrusos y luego muestran a las otras células inmunes qué buscar.
El equipo está explorando actualmente si las partículas que distraen los neutrófilos pueden fabricarse con medicamentos en lugar de plástico. Eniola-Adefeso ahora está trabajando con la Oficina de Transferencia de Tecnología de la UM para avanzar su sistema de entrega hacia ensayos clínicos, con la esperanza de que pueda resultar útil en la lucha contra COVID-19. La UM ha solicitado protección por patente y ha lanzado una nueva empresa, Asalyxa.
UN MEDICAMENTO CONTRA EL CÁNCER MEJORA OXIGENACIÓN EN PACIENTES CON COVID-19
Un estudio clínico señala que un medicamento para combatir el cáncer inhibe la reacción inflamatoria descontrolada y mejora los niveles de oxigenación en pacientes con COVID-19 grave.
Según el estudio, del que se hace eco la revista Science Immunology, el fármaco se administró a 19 pacientes hospitalizados en EU, 11 con oxígeno suplementario y ocho con ventilación mecánica.
El medicamento en concreto se denomina acalabrutinib, un inhibidor selectivo de la proteína tirosina quinasa de Bruton (BTK) utilizado para tratamientos con enfermos de cáncer.
Durante el ciclo de tratamiento, que duró entre 10 y 14 días, el acalabrutinib mejoró la oxigenación de la mayoría de los pacientes, muchas veces en tan sólo uno o tres días, y no se presentó ningún tipo de toxicidad perceptible.
«La proteína BTK desempeña un papel importante en el sistema inmunitario normal, incluido en los macrófagos, un tipo de célula inmunitaria innata que puede causar inflamación al producir proteínas conocidas como citoquinas«, destaca el texto.
ÓRGANOS DAÑADOS
El estudio explica que en algunos pacientes con COVID-19 grave se libera una gran cantidad de citocinas en el cuerpo de una vez, lo que hace que el sistema inmunitario dañe la función de órganos como los pulmones, además de atacar la infección.
Asimismo, se advierte que los hallazgos no deben considerarse consejos clínicos, sino que se están compartiendo para ayudar a frenar la respuesta inmunológica masiva en pacientes con casos graves de COVID-19.
If you have cancer, here’s information on how to protect yourself from infection with the coronavirus: https://t.co/89vKFCfAZZ #COVID19 pic.twitter.com/7G4eZoKM96
— National Cancer Institute (@theNCI) March 13, 2020
«Aunque los inhibidores de BTK están aprobados para tratar ciertos tipos de cáncer, no lo están para luchar contra la COVID-19», señala el texto, mientras reitera que se necesita «un ensayo clínico controlado para comprender las mejores y más seguras opciones de tratamiento para pacientes» con el virus.
El estudio fue dirigido por científicos del Centro de Investigación del Cáncer del Instituto Nacional del Cáncer (NCI) de EU, en colaboración con investigadores del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), así como por el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed y otros cuatro hospitales nacionales.