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Adela Navarro Bello

11/06/2014 - 12:00 am

“Monarca” mexicano en España

El martes 10 de junio, al concluir la gira por Europa, en la página oficial de la Presidencia de la República de México, apareció a todo color y del lado superior derecho, la bandera de España a manera de estandarte; en el lado izquierdo del portal electrónico una ilustración de la iglesia La Sagrada Familia […]

El martes 10 de junio, al concluir la gira por Europa, en la página oficial de la Presidencia de la República de México, apareció a todo color y del lado superior derecho, la bandera de España a manera de estandarte; en el lado izquierdo del portal electrónico una ilustración de la iglesia La Sagrada Familia ubicada en Barcelona, España. Y del lado derecho en la misma línea, otra ilustración, esta, del edificio del Ayuntamiento de Madrid, España.

El presidente Enrique Peña Nieto españolizó la página oficial del Gobierno de la República Mexicana a propósito de su gira por Europa que incluyó una visita a Portugal, a el Vaticano y, obvio, a España. Con la españolización de la información presidencial, se confirma la imagen de Enrique Peña Nieto con los aun reyes de aquella nación, donde el mandatario mexicano, cual príncipe de cuento, luce una banda amarilla acomodada (como los reyes y los príncipes de España) de su hombro derecho hasta su cadera izquierda. Debajo del bolsillo izquierdo de su tuxedo, una medalla, quizá una condecoración monárquica de algo; todo coronado por una cadena con medalla similar a la que luce el todavía Rey Juan Carlos, pero sin las piedras preciosas.

La primera dama no desmereció. Igual con su banda amarilla, y los dos posando con los Reyes Juan Carlos y Sofía, flanqueados de los futuros monarcas del ibérico país, todos con sus bandas amarillas. Es evidente por su sonrisa un tanto reprimida y su holgada posición, que el presidente de México está feliz; la gráfica enviada por la propia presidencia de la República (Mexicana), da cuenta de ello.

Es definitivo, Enrique Peña Nieto es uno en México y otro en el extranjero. No solo se impregna de costumbres y tradiciones del suelo que pisa, sino que se sonríe, se pasea, da discursos e informes para los extranjeros que seguro cree, lo entienden mejor que los mexicanos. En su gira por Europa, el Presidente ya no se ve ni demacrado, ni flaco, ni ojeroso, ni parece enfermo, sino todo lo contrario, se ve feliz, rozagante y en su momento.

Y allá, cuando sale de gira, sí responde a todos los periodistas y dicta conferencias y se justifica ante quienes no viven en este país. Fuera de las razones internas de una visita a España, como por ejemplo ya sabe, la promoción en la venta de procesos de extracción de petróleo, el Presidente mexicano hace lo que mejor le sale aunque últimamente se le está desmoronando: venderse.

Después de las críticas, severas por cierto, de medios internacionales de los Estados Unidos e Inglaterra, por mencionar algunos países, sobre lo mal que va la economía mexicana, la pérdida de poder adquisitivo, el no funcionamiento de las reformas peñistas para mejorar las condiciones económicas de México, y la creciente violencia, Enrique Peña fue a Europa a decir lo contrario. No porque realmente en nuestro país estén cambiando –para bien las cosas- sino porque es lo que le gusta decir, sea o no verdad, o esté lejos de la realidad si usted no quiere ser tan drástico.

Por ejemplo, supeditó la violencia sangrienta del crimen organizado y el narcotráfico a tres estados, Michoacán, Tamaulipas y Guerrero, cuando precisamente en los días de su evasión… perdón, de su gira por Europa, quince cadáveres fueron localizados en distintas ciudades y pueblos de Sinaloa, Estado de México y en Baja California arrecia la ola de ejecuciones. Les dijo el Presidente a los españoles que la inseguridad está muy focalizada en México, pero la realidad es que está desbordada.

Con la incertidumbre de si murió o no Juan José Esparragoza “El Azul”, debido a que el gobierno federal que se supone persigue al capo desde, vaya… siempre, pero que no ejerce su oficio de investigador y procurador de justicia, los mexicanos no sabemos si realmente murió por achaques contraídos en su vida de impunidad y violencia, o si se encuentra prófugo como siempre; o si su presunta muerte es parte de una estrategia para sacarlo del mapa criminal.

Luego el Presidente en su grandiosidad esa que le caracteriza en el extranjero, se va de largo y habla de sus reformas listas de pe a pa para julio, cuando esa es una situación que no depende de él, aunque sea el señor todopoderoso del Poder Legislativo gracias al pacto por México. Peña incluso de va de boca. Les asegura a los extranjeros que en su primer año de gobierno la inseguridad disminuyó, cuando la realidad lo superó; el primer año de gobierno lo concluyó con más de 23 mil ejecuciones, y el segundo no pinta para mejorar considerando el incremento de la violencia en los estados ya mencionados. Habló ante periodistas de El País –a los extranjeros sí les concede entrevistas, mientras en México lo hace con sus medios afines- de un “desmembramiento” de cárteles solo por detenciones de alto impacto, obvio decir que las rutas, el dinero ilícito y el negocio de la droga ahora lo continúan otros y aun con mayor violencia en la pelea por territorios. Les mencionó como en Juárez y Nuevo León, sí, municipio y estado, disminuyó la inseguridad cuando eso sucedió en el sexenio anterior, al cual por cierto y sin diferenciarse mucho del mismo (salvo por la influencia que tiene el actual presidente en el legislativo y por haber sacado las reformas), culpó de la “percepción” de inseguridad:

“Creo que México ha estado estigmatizado en los últimos años con el tema de la inseguridad. Y no porque no sea un tema ni sea un asunto prioritario en su atención para el Gobierno de la República. Pero no es el único tema…Se volvió así porque quizá así lo fue para el Gobierno anterior, o en la proyección que México había tenido en los últimos años como si fuera un asunto monotemático”.

El Presidente en el extranjero suele vender su México, no en el que todos los mexicanos vivimos. Ese, el de la impunidad, el de la corrupción, la violencia, la inseguridad y el narcotráfico, solo se padece en este suelo, y no en el de ensueño que vive el presidente que se aparentó monárquico; quizá porque a la tierra que fuese hace lo que viere, o simplemente porque muy en el fondo, lo disfrutó.

¿O no?

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