La antigüedad de este artefacto, de entre 48.875 a 43.941 años, coincide con la de la llegada de los primeros habitantes de Australia, y es unos 10 mil años más antiguo que las herramientas que han sido halladas hasta la fecha en el norte del país.
Sídney (Australia), 11 may (EFE).- Un equipo científico halló un fragmento de un hacha con mango de más de 43 mil años de antigüedad en el norte de Australia, en lo que sería la herramienta de su tipo más antigua del mundo conocida hasta ahora, informó la prensa local.
«Si bien en Japón esta clase de hachas aparecieron hace unos 35 mil años, en la mayoría de los países del planeta éstas llegaron con la agricultura 10 mil años después», dijo la descubridora del fragmento, Sue O’Connor, de la Universidad Nacional Australiana (ANU).
El fragmento, del tamaño de una uña y encontrado en Kimberley, una zona remota del norte del país, pertenece a un hacha de piedra unido a un mango.
Su antigüedad, de entre 48.875 a 43.941 años, coincide con la de la llegada de los primeros habitantes de Australia, y es unos 10 mil años más antiguo que las herramientas que han sido halladas hasta la fecha en el norte del país.
«Los artefactos líticos australianos se han caracterizado con frecuencia como simples. Pero claramente no es el caso cuando se tiene este tipo de hachas con mango más temprano en Australia que en cualquier lugar del mundo», dijo la arqueóloga.
O’Connor descubrió el fragmento a principios de la década de 1990 en una zona conocida como Carpenters Gap, una guarida rocosa en el Parque Nacional Winjana Gorge, uno de los primeros lugares en Australia ocupados por seres humanos modernos, según la cadena local ABC.
Años más tarde, en 2014, la científica reexaminó los objetos excavados en esa zona y se dio cuenta de que ese pequeño fragmento podría ser parte de un hacha, lo que buscó verificar con la ayuda de Peter Hiscock, de la Universidad de Sídney.
El fragmento procede de un hacha de basalto posteriormente pulida con una roca más suave, que podría ser arenisca.
Según Hiscock, los trabajos experimentales confirmaron que la suavidad del fragmento de basalto fue producto de un intenso trabajo humano, no de un proceso natural.
Según el experto esto demuestra la necesidad de adaptación que tuvieron los primeros habitantes de Australia si bien la tecnología demoró unos miles de años en expandirse por el territorio del continente. EFE