Alejandro Páez Varela
11/04/2016 - 12:05 am
¿Basave 2018?
Digo que los perredistas andan inquietos con “el natural”, con Mancera. Digo que camino del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México hacia 2018 se ha complicado, que su futuro ya no se ve tan claro ni aunque se pare en el techo de su oficina, en el corazón de la ciudad. Y no sólo es la contaminación lo que lo nubla.
El camino de Miguel Ángel Mancera rumbo a 2018 se ha complicado. El futuro ya no se ve tan claro aún si se para en el techo de su oficina, en el corazón de la ciudad. Y no es la contaminación. O no es sólo la contaminación lo que lo nubla.
Su destino se parece cada vez más al de Rafael Moreno Valle: de tanto quererlo tanto… se le aleja. Los clásicos citarían a Fidel Velázquez: de tanto moverse tanto… sale borrado en la foto.
Tenía apenas 110 días (menos de cuatro meses) sentado en el cargo y, en una entrevista con Gardenia Mendoza Aguilar, de La Opinión de Los Ángeles, adelantó que quería ser Presidente de México. Fue en marzo de 2013.
–Si puede con la capital mexicana, ¿podrá con el país? –le preguntó Gardenia en ese encuentro.
–Son dos cosas distintas. La responsabilidad del país es un tema mayúsculo, pero la Ciudad de México es un buen referente y un magnifico ejercicio de gobierno –respondió.
Pero el “magnífico ejercicio” ha resultado una cruz. Y no para él, o no sólo para él: para los ciudadanos también.
Allí están las encuestas. Mancera ha gobernado reprobado casi la mayor parte de lo que lleva en el puesto. En abril de ese 2013, a un mes de que se destapara para la grande, tenía 55 puntos porcentuales de aprobación con apenas 32 por ciento de rechazo, de acuerdo el sondeo que realiza Reforma. Para diciembre de ese año –con 12 meses en el poder–, los valores se habían invertido: 48 por ciento lo desaprobada y apenas 42 lo aprobaba. Dos años después, en diciembre de 2015, Reforma le daba 54 por ciento de desaprobación y 39 de aprobación entre ciudadanos de a pie. Y entre líderes era peor: 69 por ciento rechazan a Mancera, y apenas 30 por ciento lo aprueba.
El mayor castigo a Mancera tiene que ver con la percepción de corrupción: 78 por ciento de os ciudadanos opinó en diciembre pasado que empeoró con él en el poder. 85 por ciento entre líderes.
Y lo que le espera, porque 2016 no ha sido su año. En 2016 se fracturó su alianza con Los Pinos, con Enrique Peña Nieto y con el PRI de Eruviel Ávila (eso no mejorará, a menos de que los mañosos piensen que pueden usarlo para algo). También le estalló el problema ambiental. Y el tema Morena: se volvió la primera fuerza en la ciudad. La seguridad no mejora: empeora. El transporte no mejora: empeora. No hay grandes proyectos para la capital del país, y no los habrá porque no hay dinero; en serio, no hay dinero y del que hay no le darán, dijo Luis Videgaray. No lo habrá para el Gobierno federal y tampoco para la ciudad más grande del país.
El camino de Mancera, no es lo que imaginaba. Le ha pasado, parece, lo que a Rafael Moreno Valle o Manuel Velasco: de tanto quererlo tanto… han asfixiado su propio destino.
***
La presencia de Mancera se ha degradado incluso dentro del PRD.
–Lo más sabio sería llegar con dos o tres figuras sólidas a 2018 –me dijo un perredista unas semanas atrás.
Algo impensable hace, digamos, hace un año. Ahora hablan de apuntalar a más de uno.
Esa fuente me dijo que cada vez se conversa más abiertamente el tema de fortalecer otras precandidaturas porque “Mancera tiene demasiados frentes abiertos”.
El Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, agregó, enfrenta un reto primordial: recuperar la confianza de los capitalinos. Y muchos dudan que tenga el tiempo para lograrlo. “De hecho”, me dijo, “podría resultar más viable impulsar a otras figuras del perredismo, a otros más frescos, que mantener la candidatura de Mancera. ¡Tiene los peores niveles de aprobación de todos los jefes de Gobierno [desde 1997]! Quizás Mancera ya no es rescatable, o sería una inversión demasiado cara”.
–¿Y para qué invertirle todo a alguien del que no estamos totalmente seguros? –me dijo.
La duda es válida y muy contundente. ¿Para qué rescatar a Miguel Ángel Mancera del tremendo bache? ¿Para qué invertirle a alguien que no es ni siquiera perredista?
–…Y alguien del que no estamos totalmente seguros –me insistió–. Mancera no sólo no es perredista. Sus relaciones más sólidas están en el Gobierno federal. Es sabido su vínculo estrecho con [Miguel Ángel] Osorio Chong. ¿Te imaginas? Mancera piensa en Mancera, no en el PRD. ¿Te imaginas si lo convencieran y declina a favor de Osorio? Adiós al PRD…
Justo ese es su segundo reto, me comentó: Mancera tendría que invertir capital en marcar distancia con sus aliados en el Gobierno federal.
Entonces la duda es, efectivamente, muy contundente: ¿No es demasiada inversión, para los perredistas, en alguien que ni siquiera es de los mismos?
***
El horror viene cuando se abre la baraja. Es una baraja pobre, sin duda.
Está Agustín Basave. Digan lo que quieran, pero el presidente perredista detuvo la hemorragia de “Los Chuchos”.
–Si es cierto, me parece muy grave que se están hackeando a los opositores. Este gobierno agresivo, corrupto que tenemos y que no se toca el corazón para hacer lo que sea necesario para debilitar a sus adversarios –dijo Basave cuando se destapó el escándalo del supuesto operador colombiano que supuestamente hackeó la elección 2012.
Gobierno corrupto y agresivo, dijo. Nunca lo habría dicho un “Chucho”.
Está Agustín Basave, pues. A punta de renuncias y apretones ha logrado posicionarse. Ha dado muestras de cierta independencia y venía con cierta solvencia moral. Costaría mucho menos acomodarlo a él que a Mancera, podrían argumentar algunos. Claro que es menos conocido pero, bueno, para eso son las campañas.
Está Agustín Basave, digamos. Pero después de Agustín Basave, la baraja ya no muestra ni un as. Ases, reinas y reyes abandonaron el partido de 2012 a la fecha, gracias a “Los Chuchos”. El PRD parece, más bien, una baraja en manos de un niño de 6 años en una mesa de póker en Las Vegas.
Si no estuviera Basave, o si no se apuntala a otra figura emergente dentro del PRD, quedaría apostar por uno externo. Un independiente. Y aquí aparece el famoso “caballo negro”. Uno con arrastre en las urnas y que ande suelto. Ese extraño que viene de atrás y que, para este caso, unificaría los intereses del PRD… y del PRI, y del Gobierno federal, y del salinismo y del peñismo.
¿Jaime Rodríguez Calderón? ¿“El Bronco” para Presidente en 2018… por el PRD?
Pues sí viene de atrás, sí es independiente, sí puede unificar a muchos grupos.
El chiste es que aguante sin desinflarse (y, claro, sin cumplir con su promesa de meter a prisión a Rodrigo Medina).
–Hay que estar abiertos a todo –me dice ese perredista que cito aquí–. El que traíamos se nos está escurriendo en las manos.
Digo lo que oigo.
Digo que los perredistas andan inquietos con “el natural”. Digo que camino del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México hacia 2018 se ha complicado y que su futuro ya no se ve tan claro ni aunque se pare en el techo de su oficina, en el corazón de la ciudad.
Y no sólo es la contaminación lo que lo nubla. Son muchas cosas más.
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