Ciudad de México, 11 de marzo (SinEmbargo/Culturamas).– Ricardo Artola (1962) es editor, divulgador de historia y traductor. En la primera faceta ha trabajado en Alianza Editorial, Planeta y Ediciones B. Como divulgador de la historia, además de La I Guerra Mundial. De Lieja a Versalles ha publicado La Segunda Guerra Mundial. De Varsovia a Berlín (última ed. 2005) y La Carrera Espacial. Del Sputnik al Apollo 11 (2009). También es autor de Y un día dejé de fumar (2012).
Como si de sonámbulos se tratara, las grandes potencias de principios del siglo XX se embarcaron en una guerra que cambiaría la faz de la tierra, y cuyas consecuencias para la posteridad fueron la instauración de los dos grandes totalitarismos y sus atroces secuelas, y sobre todo, el fin de un mundo optimista, próspero y que creía que el futuro era suyo. Este libro no se limita a describir los aspectos militares de un conflicto que ha proporcionado numerosas lecciones sobre la política internacional y mostrado con toda su crudeza las miserias y grandezas del ser humano, sino que incluye, además de una selección iconográfica y una cuidada cartografía, apartados específicos sobre cronología, armamento, protagonistas y una bibliografía comentada.
–Manual de interesante contenido y con una vocación claramente didáctica y divulgativa. A la hora de escribirlo, ¿quizá sobre todo has pensado en los lectores más desconocedores del asunto?
–El aspecto que más me interesa como autor de historia es precisamente la divulgación, intentar hacer fácil la explicación de hechos históricos que siempre son complejos. Dicho lo cual también pienso que puede servir a un lector más conocedor de la materia, por las tesis que se defienden y los materiales adicionales que se incluyen.
–Ante la avalancha de datos que podrían plantearse, ¿qué filtros utiliza el escritor para seleccionar aquella información que finalmente considera adecuada?
–En primer lugar se trata de descartar todo lo que no sea imprescindible. Intentar contarlo todo es contraproducente para la comprensión de los fenómenos. Además procuro que el nivel de desarrollo sea homogéneo en todos los temas abordados.
–Se celebra el centenario de la Primera Guerra Mundial, ¿es ésta la gran desconocida en la historia de las guerras?
–Tampoco es tan desconocida, probablemente sea la segunda guerra de la historia más conocida. Sin embargo la sombra de la Segunda Guerra Mundial es tan abrumadora que a su lado todas las demás quedan empequeñecidas. Creo que la conmemoración del centenario del inicio de la guerra puede servir a muchos para redescubrirla o para descubrirla.
–Marcada como la guerra de trincheras, ¿es esa la razón principal para que este choque bélico sea recordado como uno de los menos gloriosos y más humillantes?
–Las trincheras sin duda contribuyeron de muchas maneras a restar gloria a los hechos militares de la Primera Guerra Mundial. Las trincheras eran agujeros insalubres y pestilentes que nada tenían que ver con la imagen idílica de la guerra. Además, el bloqueo del frente occidental no contribuyó al desarrollo de hechos de armas gloriosos.
–Al lector que llegue a tu libro, ¿qué crees que va a sorprenderle más?
–Yo diría que la visión que doy sobre el papel de Alemania en la guerra, desde su responsabilidad en el estallido de la misma hasta otros aspectos como el bloqueo frente a la guerra submarina sin restricciones, etcétera.
–Una guerra que se antojaba muy corta en sus inicios, pero que finalmente se alargó demasiado. ¿Cuáles podrían marcarse como causas principales de este hecho?
Sin duda el factor fundamental de la prolongación del conflicto se debe al desfase en el desarrollo de distintas armas y medios bélicos. Ya existían ametralladoras con una capacidad letal muy importante o un ferrocarril capaz de transportar tropas en plazos cortos, y sin embargo la aviación militar estaba en mantillas o los tanques tuvieron un uso marginal. Como se ha dicho era un rompecabezas.
–Refresquemos la memoria: ¿Por qué no entró España en la contienda? ¿Y por qué lo hizo finalmente Estados Unidos? ¿Qué implicó aquello en la balanza del enfrentamiento?
–Probablemente la ausencia de España en la guerra es un reflejo de la condición periférica y secundaria del país a la altura de 1914, tras la crisis de identidad que supuso la pérdida de los restos del imperio.
En cuento a Estados Unidos, su incorporación “de última hora” se debió en gran medida a los propios errores diplomáticos de Alemania (guerra submarina sin restricciones, telegrama Zimmermann, etc). La incorporación de Estados Unidos a la guerra supuso desequilibrar de manera definitiva el “empate” que había en el frente occidental desde 1914.
–De Lieja a Versalles: entiendo que Versalles como la paz firmada que supuso el fin de la guerra, pero ¿por qué Lieja y no Sarajevo?
–Mi libro sobre la Segunda Guerra Mundial (también en Alianza Editorial) se subtitulaba “De Varsovia a Berlín” y quería hacer algo equivalente. Sarajevo es antes de la guerra, por lo que no es equiparable a Varsovia. En cuanto a Lieja es una de las grandes plazas fuertes de la Europa de la época y su caída en pocos días supuso el fin de las fortalezas en la historia militar, es un símbolo importante y desconocido.
–¿Qué supuso el tratado de Versalles para la continuidad de Europa y sus países? ¿Cuáles fueron los efectos más importantes?
–Versalles simboliza el desmembramiento de los grandes imperios continentales europeos (el alemán, el austro-húngaro, el otomano) y el surgimiento de la Europa de las naciones, especialmente en el centro y Este de Europa. Uno de los principales efectos del tratado fue sembrar la semilla del descontento en media Europa, y muy especialmente en Alemania, que se sintió humillada desde el primer momento.
–En tu libro recuerdas a grandes protagonistas de la guerra. ¿Cuáles marcarías como decisivos en el conflicto?
–En el bando alemán juegan un papel determinante Hindenburg y Ludendorff, una “pareja” que aterriza en el frente oriental durante los primeros meses de la guerra y que en cierto modo funcionan como tándem hasta el final de la guerra. En el resto de los combatientes cuesta más encontrar grandes protagonistas.
–Nuevos armamentos, nuevas técnicas de guerra… ¿qué destacarías?
–Destacaría el mencionado desfase entre unas armas ya maduras (las ametralladoras, por ejemplo) y otras aún incipientes (aviones, carros de combate, etc). En cuanto a la táctica es impresionante ver cómo el ejército alemán se anticipa, en parte, a formas de combatir que serán habituales en la Segunda Guerra Mundial pero que son inéditas en la Primera. Me refiero a las tropas de asalto y su forma de penetrar en las líneas enemigas, por ejemplo.
–La peor de las batallas, ¿quizás fue la de Verdún?
–Verdún y el Somme son dos de las peores batallas de la guerra y quizá de la historia. Ambas son parcialmente contemporáneas, duran meses, provocan una auténtica sangría y no obtienen ningún éxito reseñable para ninguno de los bandos.
–¿La historia está condenada a repetirse?
–Nunca. Hay que desterrar de una vez esa falsa creencia. La historia es resultado de la acción y omisión de los pueblos y de sus dirigentes. Ni está escrita ni es inevitable.
–¿Tienes ya nuevos proyectos como divulgador en los que estés trabajando?
–En 2013 he vivido por y para la Primera Guerra Mundial y ahora necesito descansar mentalmente antes de plantearme otros proyectos.