Después de los Juegos Olímpicos 2016 y la fuerte crisis que sufre Brasil las cifras de niños muertos por la violencia que se ha desatado se han vuelto alarmantes.
Río de Janeiro, 7 febrero (EFE).- Una adolescente de 17 años que estaba grave desde el pasado viernes tras haber recibido un balazo en la cabeza murió hoy en el hospital al que fue ingresada, con lo que elevó a tres el número de menores que han fallecido tiroteados en lo que va de este año en la ciudad brasileña de Río de Janeiro.
La escolar Evelyn da Silva Coelho, víctima de una bala perdida en un enfrentamiento entre narcotraficantes y milicianos (paramilitares) en Jacarepaguá, un barrio en la zona oeste de Río de Janeiro, no resistió a la gravedad de sus heridas y murió en la mañana de este domingo, informó el hospital público Miguel Couto.
Su caso elevó a tres el número de menores de edad muertos en lo que va del año en Río de Janeiro como consecuencia de la violencia en esta ciudad y a 45 las contabilizadas en la última década, según las estadísticas de la organización no gubernamental Río de Paz.
Las tres muertes en menos de dos meses de lo que va de 2018 equivalen a casi la tercera parte de las diez contabilizadas en todo 2017, según esta ONG.
Evelyn fue alcanzada por un disparo en la cabeza en uno de los enfrentamientos armados que han protagonizado desde diciembre pasado en Jacarepaguá bandas rivales que se disputan el control de la vecina favela de Bateau Mouche.
La adolescente fue sometida a diferentes operaciones por neurocirujanos en los últimos tres días pero su estado de salud era considerado como muy grave desde su hospitalización.
El mismo día en que fue tiroteada, otro menor, Luis Miguel Oliveira, de 7 años, fue herido de raspón por una bala en la clavícula izquierda, igualmente en los tiroteos en Bateau Mouche, cuando jugaba dentro de su casa.
Pese a que su herida no era muy grave, sus padres demoraron en llevar al menor al hospital debido a que no podían salir de casa por los tiroteos.
Y el jueves Joao Pedro Soares de Costa, de 4 años, igualmente fue alcanzado por una bala perdida cuando dormía en su casa en Sao Gonzalo, uno de los municipios del área metropolitana de Río de Janeiro, y su estado aún es considerado como delicado.
El pasado martes perdieron la vida Emily Sofía, de 3 años, en un intento de asalto mientras viajaba en un vehículo con sus padres, y Jeremías Moraes, de 13, tiroteado en medio de un enfrentamiento entre policías y supuestos narcotraficantes en una favela de la zona norte de la ciudad.
Las víctimas por bala perdida se han convertido en una triste estadística en el estado de Río de Janeiro, inmerso en una grave crisis de violencia desde la celebración de los Juegos Olímpicos de 2016, agravada además por una crisis económica que ha llevado a la entidad federativa a la quiebra.
Ante la grave crisis de violencia, el Gobierno central envió a mediados del año pasado 10 mil soldados de las Fuerzas Armadas con la previsión de que permanezcan hasta finales de este año, pero su presencia no se ha traducido en una disminución de la violencia ni tampoco ha disuadido a los criminales.