En el editorial del Semanario Desde la Fe, la Arquidiócesis Primada de México sostiene que «el panorama es desolador. Mientras millones de pesos se van por el caño de procesos electorales y partidos políticos; no hay programas efectivos de prevención, de salud pública y de rehabilitación a fin de crear buenas fuentes de empleo para jóvenes en franca situación de riesgo. México necesita dar soluciones puntuales y reales al problema que está exterminando a su juventud».
Y apunta que «la delincuencia halló una veta de mano de obra barata, contratando a jóvenes de zonas marginadas y de grupos vulnerables como los miembros de pueblos y comunidades indígenas».
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Ciudad de México, 10 de dicimebre (SinEmbargo).– La Iglesia católica lamentó el «panorama es desolador» por el que atraviesa México que «está exterminando a su juventud», mientras que «millones de pesos se van por el caño de procesos electorales y partidos políticos».
En el editorial del Semanario Desde la Fe, la Arquidiócesis Primada de México dedicó a la problemática que enfrentar los jóvenes de nuestro país: drogadicción, empleo precario, violencia y abandono de parte de la clase política.
El texto titulado «El exterminio de la juventud» señala que «la violencia rampante en México puede imputarse a causas concretas que la mantienen desatada en regiones pobres, grandes ciudades y puntos fronterizos que representan polos económicos importantes de desarrollo. Nada nuevo se descubre cuando, detrás de esos índices, está el comercio de las drogas y sustancias ilícitas, que afectan particularmente a los más jóvenes, presas fáciles de esta vorágine de destrucción a la que no se ve solución efectiva e inmediata alguna».
Resalta los resultados de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT) 2016-2017 que reveló «datos preocupantes y nada alentadores», como que la mariguana, solventes e inhalantes, cocaína y metanfetaminas son las drogas más consumidas, además de que la población juvenil, entre 12 y 17 años, reportó un aumento en el uso de drogas, pasando de 1.3 por ciento en 2002 a 2.9 por ciento en 2011.
El brazo de difusión de la Iglesia católica en México apunta que «aunque las conclusiones del estudio manifiestan un ilusorio optimismo sobre el ‘crecimiento estable’ en el consumo de drogas, no deja de reconocer que en los grupos de población, entre los 12 y 65 años, se ha mantenido el crecimiento sostenido en el consumo; es decir, prácticamente la población en general económicamente activa, niños, jóvenes y personas en la tercera edad».
Advierte además que «esta realidad activa focos rojos que se suman a los otros ya encendidos en materia económica, social y de justicia. La ayuda financiera de un gobierno extranjero, en la elaboración de esta Encuesta, nos advierte del serio problema que apenas se vislumbra con todas sus consecuencias. Ahora es cuestión de seguridad».
El texto sostiene que «las consecuencias van más allá del consumo y de las adicciones» y destaca los datos «estremecedores» dados a conocer por el Gobierno federal «sobre el reclutamiento de niños y adolescentes por el crimen organizado y ser halcones o escudos humanos por 15 mil pesos en lugares pobres, donde esa cantidad asciende hasta en cuatro veces más los ingresos ordinarios de sus familias. En otras palabras, la delincuencia halló una veta de mano de obra barata, contratando a jóvenes de zonas marginadas y de grupos vulnerables como los miembros de pueblos y comunidades indígenas».
Y concluye: «El panorama es desolador. Mientras millones de pesos se van por el caño de procesos electorales y partidos políticos; no hay programas efectivos de prevención, de salud pública y de rehabilitación a fin de crear buenas fuentes de empleo para jóvenes en franca situación de riesgo. México necesita dar soluciones puntuales y reales al problema que está exterminando a su juventud».
LA JUVENTUD ABANDONADA
Entre 2012 y 2016, en el marco de la denominada “guerra contra el narcotráfico” que inició en 2006, una de cada cinco víctimas de homicidio fue un joven de entre 15 y 24 años, refieren datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). A pesar de que en ese periodo los homicidios –en general– fueron a la baja, sin embargo, la tasa de asesinatos de jóvenes se mantuvo casi intacta, a partir de 2013, con márgenes de 21 por ciento del total de homicidios por año.
Hoy en día, sólo el 44 por ciento de los jóvenes de 15 a 24 años [7.9 millones de personas] asiste a la escuela. En cambio, el destino de 10 millones más se encuentra fuera de las aulas. Peor aún es el reto para aquellos quienes decidan continuar con sus estudios hasta alcanzar la educación superior.
Hasta el año pasado, poco más de 2.93 millones de personas mayores de 20 años -el 24 por ciento de este grupo demográfico- estaban inscritas en alguna universidad pública o privada, refieren datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Y según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), hasta 2017 en nuestro país, sólo el 17 por ciento de las personas de entre 25 a 64 años lograron terminar una carrera universitaria.
La situación educativa es crítica; también sus consecuencias económicas en nuestra nación. La relación entre el grado educativo y el sueldo que percibe una persona suele ser directamente proporcional; es decir, a mayor grado educativo mayor remuneración salarial. Sin embargo, en México, eso no siempre sucede.
La última Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi arrojó que la paga de un profesionista oscila entre 9 mil y 11 mil 282 pesos mensuales. Para quienes no tuvieron la oportunidad de llegar a la universidad -98 de cada 100 jóvenes para 2016, de acuerdo con el Foro Económico Mundial- las oportunidades de un salario digno se encogen.
Así, en México, la mayor parte de la población económicamente activa [37.2 por ciento] gana entre 1 mil 500 y ocho mil pesos al mes; y sólo el 1.7 por ciento supera los 20 mil pesos mensuales, según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF).
Esta situación es preocupante, ya que como refiere la Organización Internacional del Trabajo (OIT), casi la mitad de la población de 15 a 29 años [12.2 de 37.9 millones de jóvenes] son “vulnerables” a enfrentar dificultades para acceder a un trabajo “decente”, con la posibilidad de un buen salario y seguridad social.
El panorama laboral de los jóvenes mexicanos se ve agravado si consideramos que seis de cada 10 participan de la economía informal, indican datos del INEGI. De ellos, el 34 por ciento gana entre uno y dos salarios mínimos [entre 2 mil 500 y 5 mil pesos mensuales].