Río de Janeiro, 10 nov (EFE).- La huelga iniciada el lunes por los camioneros independientes de Brasil contra los altos impuestos y los elevados costos de los combustibles perdió fuerza hoy luego de que el Gobierno amenazara con multar y retirar a la fuerza vehículos que bloqueen carreteras, informaron fuentes oficiales.
Los camioneros llegaron a realizar el lunes manifestaciones o bloqueos de vías en 43 trechos de carreteras de 14 de los 27 estados brasileños, número que se redujo en la mañana de hoy, según la Policía Federal de Carreteras.
Hasta el mediodía de hoy las protestas se habían reducido a 30 en 8 estados, con bloqueos parciales de vías en sólo 19 trechos, de acuerdo con el último boletín de la Policía de Carreteras.
A diferencia del lunes, cuando los camioneros llegaron a bloquear por completo importantes carreteras federales de Brasil, hoy tan sólo impiden la circulación de otros camiones y permiten el paso de automóviles particulares y autobuses.
La reducción de las manifestaciones se produjo luego de que el Ministerio de Justicia anunciara que impondrá multas de hasta 1.915 reales (unos 490 dólares) a los camioneros que bloqueen las carreteras y autorizó a los policías a retirar a la fuerza vehículos que amenacen la libre circulación en las rutas.
Los camioneros que participan en la huelga, que se dicen independientes de los sindicatos del sector, afirman haber atendido una convocatoria del llamado Comando Nacional de Transporte, un movimiento surgido en internet y sin registro oficial.
Los huelguistas protestan contra las supuestas altas tasas con que el Gobierno tributa el transporte y contra recientes aumentos de los precios de los combustibles, pero esas reivindicaciones no son compartidas por todos los camioneros.
Los más radicales, sin embargo, aseguran que solo suspenderán la huelga si renuncia la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, a quien acusan de haber hundido el país en una grave crisis económica y política.
La Confederación Nacional de los Transportes Autónomos y la Unión Nacional de los Camioneros, sindicatos que agrupan a gran parte de los camioneros independientes, dijeron estar contra la paralización, negaron que esas sean sus reivindicaciones y dieron a entender que puede tratarse de un acto con fines políticos.
El Gobierno, que alega haber atendido todas las reivindicaciones de los camioneros en las últimas negociaciones, asegura que la huelga es puntual y acusa a los organizadores de tener intenciones políticas al servicio de la oposición.
«Infelizmente se trata de un movimiento que se ha caracterizado por su única aspiración de generar un desgaste político del Gobierno. Si tienen una pauta de reivindicación, como en otros momentos, el Gobierno estará abierto al diálogo», dijo el lunes el ministro de la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia, Edinho Silva.
El principal líder de los huelguistas, Ivar Schmidt, admitió que el objetivo inicial era presionar a Rousseff pero que, como la huelga no obtuvo el apoyo popular esperado, las reivindicaciones se limitarán a las de los camioneros.
«Nuestra principal pauta era la renuncia de Dilma (Rousseff) para que el pueblo se nos juntara, pero el pueblo no entendió. Por eso vamos a limitar las reivindicaciones a las de los camioneros», afirmó el dirigente en declaraciones a periodistas.