El escritor mexicano relata las historias de esperanza y lucha de dos hombres que atestiguaron y vivieron en carne propia dolorosas e impactantes escenas del Holocausto nazi.
Por Cristina Sánchez Reyes
Ciudad de México, 10 de julio (EFE).- El campo de concentración nazi Buchenwald, en Alemania, es el escenario donde convergen dos hombres recluidos en 1944 durante la Segunda Guerra Mundial y cuya historia, basada en hechos reales, recupera el periodista mexicano Julio Godínez en su primer libro.
En El mexicano de Buchenwald, Godínez (Ciudad de México, 1980) rescata las historias de José Luis Salazar y Juan Rodrigo del Fierro, uno de ellos con raíces mexicanas, quienes en 1944 llegaron a las instalaciones de este campo de concentración donde habitaban prisioneros de más de 30 nacionalidades distintas.
«Son dos historias reales, (dos mexicanos) que llegaron a este campo de concentración en 1944, pero los diálogos, lo que les ocurre a ellos, es ficción», explica Godínez este sábado en entrevista con EFE.
A través de su primer libro, el escritor mexicano relata las historias de esperanza y lucha de estos hombres que atestiguaron y vivieron en carne propia dolorosas e impactantes escenas del Holocausto nazi.
Entre sus páginas, describe por ejemplo a un niño rubio apedreando al vagón de mercancías donde viajaban hacinados los prisioneros con rumbo a Buchenwald, la escena de un hombre que intenta atravesar una valla electrificada para escapar y muere o los trozos de piel humana listos para hacer objetos.
«Resulta inverosímil que mexicanos hayan estado, o un mexicano haya estado ahí dentro, para atestiguar esto», dice.
Al adentrarse en su historia, Godínez relata que aunque ambos dijeron ser mexicanos, sólo uno de ellos lo era de origen, pues Salazar, en su afán de escapar de la guerra hacia México, dijo ser originario de El Paso, ubicándolo en México; aunque en realidad había nacido en un pueblo llamado Archidona, en Málaga.
Mientras que Del Fierro provenía de una familia adinerada de madre estadounidense y padre mexicano, nacido en la comunidad de Nazas, en Durango, aunque no logró descubrir cómo la familia llegó a Europa.
TRABAJO DE AÑOS
Godínez conoció las historias de estos dos prisioneros en el campo de concentración nazi y las rastreó por varios años hasta que logró, con ayuda de la familia Salazar, completar un rompecabezas que parecía no tener forma.
«Encontré la historia en 2014. Era corresponsal en Bruselas y cuando me encuentro la historia fue porque se liberaron unos archivos en Arolsen», un centro internacional de documentación ubicado en Alemania, comenta.
Dichos archivos contienen más de 13 millones de documentos sobre víctimas del régimen nazi, los cuales muestran registros con nombres, edades, lugares de nacimiento y familias de quienes fueron ingresados en campos de concentración alemanes durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Al indagar en los nombres de los dos hombres, encontró que Salazar mencionaba tener familia en El Paso, México, «pero los que somos mexicanos sabemos que El Paso es parte de Estados Unidos», lo que llamó su atención.
Más adelante, halló que José Luis, en algún momento después de la guerra, buscó cobrar una indemnización por haber sido deportado y haber sufrido lo que sufrió.
«Cuando mete los papeles en Francia intentando que Alemania le pague, menciona el nombre de sus cuatro hijos y venía el nombre del mayor que era Florian Salazar Martín», afirma.
GOLPE DE SUERTE
Godínez encontró a Florian, quien era funcionario público en un pueblo cerca de Marsella (Francia), luego de buscar su nombre en Internet y en directorios telefónicos públicos y tras un golpe de suerte pues el primer número hallado en dichas páginas era el del hijo mayor de José Luis.
Así fue como logró rescatar estas historias de valor y resistencia de ambos hombres, muy jóvenes en 1944, que viven el dilema de morir o intentar sobrevivir al sumarse a un grupo de la llamada Resistencia Internacional, el cual realmente existió y fue formado clandestinamente en el interior de Buchenwald con el objetivo de derrocar a los nazis y liberarse.
Aunque estos hechos ocurrieron hace más de medio siglo, Godínez considera que siguen estando vigentes.
«A estos dos muchachos les arrebataron la juventud. Y los conflictos alrededor de la historia de la humanidad, los conflictos entre seres humanos han hecho eso: el arrebato de una parte de la vida de las personas», afirma.
Relata que, por ejemplo, Salazar desde los 17 o 18 años estuvo en la Guerra Civil española (1936-1939) y luego combatió en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) en el bando de los aliados, hasta que fue capturado.
«Prácticamente por 10 años estuvo en conflictos. Eso, ¿en qué diferencia a un muchacho hoy de los estados de Michoacán o de Tamaulipas (México) o del norte de África o de otras zonas en conflicto que tienen algún tipo de violencia», cuestiona.
Finalmente, considera que su libro es un llamado a la reflexión sobre cómo este tipo de conflictos pueden afectar a cualquier persona y dar a conocer historias que por años no fueron descubiertas.
Esta reflexión se centra en una sola pregunta: «¿Tú qué harías para sobrevivir?».