Economistas coincidieron que las importaciones de alimentos y gasolinas afectan la producción nacional y con ello generan una mayor dependencia de México con el vecino del norte. Dijeron que EU nos vende el 85 por ciento de arroz, el 60 por ciento de maíz y el 38 por ciento de trigo, la mayoría proveniente de estados que votaron por Donald Trump. Por ello, dijeron, «no les conviene el desarrollo del campo mexicano».
Ciudad de México, 10 de mayo (SinEmbargo).- México es un país importador de alimentos y de gasolinas por el desmantelamiento a subsidios al campo y a la capacidad de las refinerías, lo que ha desplazado la producción nacional e incrementado la dependencia a Estados Unidos, determinaron economistas durante un foro celebrado en la Facultad de Economía de la UNAM.
De 1993 a 2015, las importaciones del país aumentaron de 8.9 por ciento a 18 por ciento, lo que afectó la producción nacional agrícola y petrolera. Eso llevó a que el 90 por ciento de las exportaciones sean manufactureras (principalmente del sector automotriz), las cuales no crean empleos de calidad ni desarrollo, dijo la investigadora María Elena Cardero.
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Sobre el campo, el académico economista Manuel Aguilera destacó que «los que nos venden el 85 por ciento de arroz, el 60 por ciento de maíz y el 38 por ciento de trigo son el grupo conservador de Estados Unidos que votó por Donald Trump».
Por ello, dijo, no les conviene el desarrollo del campo mexicano; están interesados en seguir vendiendo alimentos a México mientras que el país solo les provee «para que hagan sus ensaladas» (aguacate y jitomate).
El economista evaluó que con la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), donde el tema agropecuario no figurará por la actitud del gobierno, «vamos a cambiar para empeorar y lo que pida Estados Unidos cederemos. Tendrá más espinas que una ceiba».
Aguilera destacó que Estados Unidos está planeando «el descontón» y «México no sabe qué quiere hacer, mucho menos en el campo. Las declaraciones de los Secretarios son tibias y están temblando ante la posibilidad de que el acuerdo se cancele».
El economista Aguilera recordó que «el proceso de desmantelamiento» al sector agropecuario fue previo al TLCAN por la demolición a la reforma agraria, la reducción de apoyo de fertilizantes y pesticidas, la eliminación de programas y la desaparición o privatización de 70 empresas, entre ellas, Fertimex e Inmercafé.
Los subsidios gubernamentales para productores son determinantes para la rentabilidad. Pero el apoyo de los programas como Procampo, Alianza y Acerca «es muchísimo menor en México que en Estados Unidos».
Ante ello, desde hace 30 años la superficie cultivada en México de 24 millones de hectáreas, frente a los 411 millones en Estados Unidos, no ha variado por falta de iniciativa, ejemplificó.
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En el sector energético, México también importa más productos petroleros de lo que exporta, algo no registrado desde hace cuatro décadas, dijo el economista Ramón Carlos Torres.
Además, dentro de esta dependencia energética por las políticas económicas, el 83 por ciento de lo que sí exporta es crudo y lo que importa ya es oro negro procesado (petroquímicos).
Torres llamó a una estrategia energética porque consideró «irresponsable» embarcarse a una Reforma Energética con la situación petrolera actual. El desafío, expuso, es entrar en la transición a la sustentabilidad y energías renovables.
El economista Manuel Aguilera concluyó que «nos espera un decenio de terror» porque no ve que la producción agropecuaria y petrolera aumente, y el sector automotriz depende ahora de «los caprichos» de Estados Unidos.
