Esta variante, una mezcla de Delta y Ómicron, era esperable, de acuerdo con la doctora Maria Van Kerkhove, aunque aún no se confirma que sea más grave y, además, ha sido detectada a niveles muy bajos.
Madrid, 10 de marzo (Europa Press).- La Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha observado por el momento que la variante de la COVID-19 que combina Ómicron y Delta sea más grave que estos dos linajes por separado.
«Tenemos conocimiento de esta recombinación. Es una combinación de Delta AY.4 y Ómicron BA.1. Se ha detectado en Francia, Países Bajos y Dinamarca, pero a niveles muy bajos», ha informado la doctora Maria Van Kerkhove, epidemióloga líder de la OMS, en rueda de prensa este miércoles desde Ginebra (Suiza).
La experta ha reconocido que «esta recombinación era de esperar»; sin embargo, ha aclarado que por el momento no se ha detectado «ningún cambio en la epidemiología ni en la gravedad». «Pero hay muchos estudios en marcha», ha apostillado.
Un estudio publicado esta semana por el Instituto Pasteur (Francia) ha encontrado las primeras pruebas sólidas de la existencia de esta variante recombinante, que fue identificada en varias regiones de Francia y ha estado circulando desde principios de enero de 2022. En particular, también se han identificado genomas virales con un perfil similar en Dinamarca y Países Bajos.
Hasta el momento, la OMS había dicho que «Deltacron», el término coloquial con el que se llamaba desde algunos sectores a esta variante, era el resultado de una contaminación durante el proceso de secuenciación.
«Lo que creemos es que es el resultado de una contaminación que ha ocurrido durante el proceso de secuenciación. Dicho esto, uno puede infectarse con diferentes cepas de SARS-CoV-2. Lo que pueda hacer para minimizar su exposición tanto al SARS-CoV-2 como a la gripe, le beneficiará», señaló entonces Van Kerkhove.
Al margen de esta nueva variante, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha mostrado su preocupación porque «varios países están reduciendo drásticamente las pruebas» diagnósticas sobre la COVID-19.
«Esto inhibe nuestra capacidad para ver dónde está el virus, cómo se está propagando y evolucionando. Las pruebas siguen siendo una herramienta vital en nuestra lucha contra la pandemia, como parte de una estrategia integral», ha insistido.
Al respecto, ha advertido de que «muchos países de Asia y el Pacífico se enfrentan a un aumento de casos y muertes por COVID-19». «El virus sigue evolucionando, y seguimos enfrentándonos a grandes obstáculos para distribuir vacunas, pruebas y tratamientos en todos los lugares donde se necesitan», ha apuntado.
Por otra parte, Tedros ha recordado que este viernes 11 de marzo se cumplen dos años desde que se declaró la pandemia. «Dos años después, más de 6 millones de personas han muerto. Aunque los casos de COVID-19 notificados y las muertes están disminuyendo en todo el mundo, y varios países han levantado las restricciones, la pandemia está lejos de terminar, y no terminará en ninguna parte hasta que termine en todas partes», ha concluido.