Los 6 libros favoritos de Beatriz Rivas

10/02/2018 - 12:03 am

La autora Beatriz Rivas además de dar una novela cada dos años es una gran lectora. Lo demuestra con estos libros favoritos de reciente lectura.

Ciudad de México, 10 de febrero (SinEmbargo).- Escritora y periodista mexicana. Nació el año 1965 en México. Realizó estudios de derecho y periodismo. Ha trabajado en diversos medios mexicanos: Imevisión, Radio Red, Televisa, Radiópolis, Canal 40, y como asesora en comunicación de Jorge G. Castañeda. Estudió un diplomado en literatura mexicana del siglo XIX (Universidad Autónoma Metropolitana) y una maestría en Letras Modernas (Universidad Iberoamericana). Es autora de las novelas La hora sin diosas (2003), Viento amargo (2006), Todas mis vidas posibles (2009), Distancia (2013) y, a cuatro manos, Amores adúlteros (2010) y Amores adúlteros… el final (2011), Lo que no mata, enamora (2012), Dios se fue de viaje (2014) y Fecha de caducidad (2015) con Eileen Truax y Armando Vega-Gil.

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Apreciable señor Wittgenstein (Tusquets), de Adriana Abdó

La ópera prima de una mujer que ya ha llevado varias piezas dramáticas al teatro, es de las mejores novelas que he leído en muchos años. Profunda, desgarradora, narrada en primera persona por el poeta Georg Trakl, desde la soledad de un manicomio, a través de cartas que le escribe a Wittgenstein. Se nota que lo que Abdó prefiere son libros de filosofía. El mayor logro, además de las muchas frases que nos cimbran y en las hay que detenernos un buen rato, es el lenguaje: realmente parece que el narrador es un lúcido (y loco) poeta expresionista que nació en Austria en 1887. Para estimular su apetito: «Me niego a ser testigo del despojo de la humanidad. ¿No tenemos suficiente con vivir nuestras vidas, caminar la parte que nos toca de historia, con el grito que escuchamos de los muertos, con haber enmudecido?».

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Canción de tumba (DeBolsillo), de Julián Herbert

Valiente y cruda novela de un magnífico (y desenfadado) escritor nacido en Acapulco en 1971. Si es o no autobiográfica, no importa. El narrador (en primera persona) nos lo aclara: «Lo importante no es que los hechos sean verdaderos: lo importante es que la enfermedad o la locura lo sean. No tienes derecho a jugar con la mente de los demás a menos que estés dispuesto a sacrificar tu propia cordura». Hay que destacar, entonces, la textura, sus personajes maravillosos (y dolientes), la trama tan bien armada. Ese lenguaje que nos agarra y no nos deja irnos. Una madre prostituta que está muriendo de leucemia, un país enfermo de violencia, corrupción, impunidad. Un país abandonado. «Todo abismo tiene sus canciones de cuna», nos dice Herbert, con ironía y genialidad.

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El baile (Salamandra), Irène Némirovsky

Es una deliciosa y poderosísima novela corta. Se lee en una sentada, aunque lo mejor es volver a leerla al menos dos veces más. La trama es muy ingeniosa y la psicología de los personajes, magistral. Némirovsky utiliza un lenguaje directo, claro y sin falsas pretensiones. Para quien no leído a esta magnífica escritora nacida en Kiev y asesinada en Auschwitz en 1942, El Baile es, tal vez, la mejor manera de conocerla. La relación entre una madre y su hija adolescente, aunado al ansia de reconocimiento social, son los ejes de la trama. Y los construye de tal manera que al llegar al final, no nos queda más que aplaudir esa ingeniosa venganza.

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Llegamos tarde a todo (Almadía), de Fernando Rivera Calderón

Fernando es dueño de una de ésas mentes que todos envidiamos (yo, al menos): lúdica, deliciosamente creativa, alegre, profunda y crítica. En este libro de formato pequeño y de gran diseño, Rivera Calderón nos regala poemas «anacrónicos y extemporáneos» que me hicieron sonreír varias veces y envidiarlo, otras tantas. Ilustrados por Alejandro Magallanes, no podemos más que celebrar su manera tan particular de percibir al mundo, sus ingeniosos juegos de palabras, sus desafiantes transgresiones. Sólo un ejemplo: «La muerte de Cristo: cruz y ficción».

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La llave (Siruela), de Junichiro Tanizaki

Tanizaki es uno de los escritores japoneses a los que hay que leer. Esta novela está construida a partir de dos diarios: el de un hombre mayor y el de su joven esposa. Ambos leen el diario del otro, en secreto. Ambos escriben pensando que su pareja puede leerlos, así que no sabemos si lo que escriben está manipulado. La trama nos atrapa desde el principio, pero más atrae la manera en que muestra la psicología de los personajes, sus desviaciones, perversidades, deseos… sus oscuridades. Esa pasión amorosa trasgresora y destructiva. Subversiva. Por si fuera poco, su prosa es bella y estilísticamente perfecta. Muy japonesa.

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La carne (Alfaguara), Rosa Montero

Tal vez me gustó esta novela porque mi edad comienza a jugarme malas pasadas. Además de la carne de cada lector, en esta novela hay dos: la de Soledad, una mujer de 60 años, y la de su amante, casi 30 años menor. Un amante al que le paga por tener sexo. La carne es un libro sobre el miedo a la soledad y el pánico a la vejez. A la pérdida lenta de las facultades. Básicamente también es una novela sobre el amor, muy bien escrita. Con esa pluma que ha producido ya muchas historias y que me cautivó por primera vez con La loca da la casa, hace ya 14 años.

ENTREVISTA | Chinos en Torreón y lo racistas que somos los mexicanos: Beatriz Rivas

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