Su rebeldía lo hizo huir a Francia, donde se encontró con el ayatolá Ruhollah Jomeini para regresar a Teherán para instaurar la República Islámica en Irán.
TEHERÁN, Irán, 9 de octubre (AP).- Abolhassan Banisadr, el primer Presidente de Irán tras la Revolución Islámica de 1979, que huyó de Teherán tras ser acusado por desafiar el creciente poder de los clérigos cuando la nación se convertía en una teocracia, falleció el sábado. Tenía 88 años.
Entre un mar de clérigos chiíes con túnicas negras, Banisadr destacó por sus trajes de corte occidental y un bagaje tan francés que fue en el filósofo Jean-Paul Sartre en quien confió su creencia de que sería el primer Presidente de Irán unos 15 años antes de que ocurriese.
Esas diferencias lo aislaron cuando trató de implementar una economía de estilo socialista en Irán respaldada por la profunda fe chií inculcada por su padre clérigo.
Banisadr nunca llegó a consolidar su control sobre un gobierno que supuestamente dirigía en medio de acontecimientos que escapaban a su control, como la crisis de rehenes en la Embajada de Estados Unidos y la invasión por parte de Irak, que se sumaron la tumulto que siguió a la Revolución.
El auténtico poder seguía firmemente en manos del Líder Supremo, el ayatolá Ruhollah Jomeini, con quien Banisadr trabajó durante su exilio en Francia y a quien siguió de regreso a Teherán en plena Revolución. Pero Jomeini apartó a Banisadr a un lado tras apenas 16 meses en el cargo, lo que le obligó a huir a París, donde se quedaría por varias décadas.
“Era como un niño que ve cómo su padre se convierte lentamente en un alcohólico», dijo Banisadr más tarde sobre Jomeini. “La droga, esta vez, fue el poder».
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La familia de Banisadr dijo en un comunicado el sábado que el expresidente murió en un hospital de París tras una larga enfermedad.