Ana Cristina Ruelas
09/10/2017 - 12:00 am
Después de la catástrofe…
Los desastres naturales llegan, fulminan y se van. A pesar de su fugacidad siempre se convierten en algo histórico, reciben un nombre, un año. Todos han sido un capítulo de la historia que se traduce en un sin número de relatos, de fotografías, de sonidos y de vida. Cada uno ha dejado distintas lecciones y ha puesto en relieve diversos retos.
Después de una catástrofe como el sismo del 19 de septiembre es difícil regresar a la “normalidad”. Sin embargo, el transcurso del tiempo nos enfrenta a los saldos, nos hace reconocer lo que fue, lo que fuimos e hicimos. El tiempo permite reparar en retrospectiva, analizar cada momento, lo bueno, lo malo, lo que hizo falta, lo que fue demasiado, lo que nunca se pensó y ahora parece la única solución.
Los desastres naturales llegan, fulminan y se van. A pesar de su fugacidad siempre se convierten en algo histórico, reciben un nombre, un año. Todos han sido un capítulo de la historia que se traduce en un sin número de relatos, de fotografías, de sonidos y de vida. Cada uno ha dejado distintas lecciones y ha puesto en relieve diversos retos.
A lo largo de los días los esfuerzos de asistencia fueron muchos, lo siguen siendo. Si bien algunos consideramos que la respuesta del Estado fue lenta e insuficiente, lo que no se pone a debate es la crisis de información que se generó tras un cerco informativo deplorable por parte de las autoridades a los medios de comunicación y la falta de protocolos bien definidos de comunicación social que ayudará a salvar vidas, a preservar la dignidad humana y garantizar que la asistencia fuera eficaz y relevante (1).
En los desastres, la emergencia provoca –comúnmente- que los gobiernos se olviden de garantizar la libertad de expresión e información, asumen que la emergencia les exenta de garantizar, sin darse cuenta que más flujos de información efectiva, clara y veraz permite mitigar la pérdida de vidas; reducir el pánico; dirigir a las personas sobre cómo y dónde obtener servicios esenciales; facilitar el contacto con familiares y amigos; encontrar a los desaparecidos y enterrar a las víctimas de manera apropiada; proporcionar vigilancia sobre las actividades de asistencia; combatir la corrupción; y garantizar la comunicación bidireccional entre los proveedores de asistencia y los comunidades (2).
En estos contextos, la censura y la ausencia de la información precisa y confiable es un abuso mucho más penetrante e insidioso pues implica la supresión de los gritos legítimos de ayuda y del llamado a una distribución equitativa de asistencia (3).
En México, los Lineamientos generales para las campañas de comunicación social de las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal para el ejercicio fiscal 2017 prevén excepciones por emergencia para el uso de tiempos oficiales. Sin embargo, el uso indiscriminado y arbitrario de la comunicación social en tiempos “normales”, generó una inercia que al final hizo de la excepción por emergencia una puerta abierta a la propaganda de funcionarios públicos que quieren ocupar un lugar en las listas electorales del 2018.
Casi tres semanas después del sismo y decenas de iniciativas que exigen transparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana, el gobierno aún no ha sido capaz de informar de manera clara, adecuada y objetiva los saldos del desastre y la estrategia de reconstrucción.
En principio, vale la pena que se informe sobre los fondos recibidos y gastados; deben establecerse órganos de supervisión independientes para verificar la distribución y ejecución de proyectos de reconstrucción y para responder a las quejas; asimismo, medidas eficaces para asegurar que las comunidades afectadas puedan supervisar la prestación de asistencia; y, por supuesto, los medios de comunicación deben contar con suficiente libertad para informar sobre los esfuerzos de asistencia y reconstrucción.
En numerosas ocasiones he señalado en este espacio que la falta de una regulación en materia de publicidad oficial o comunicación gubernamental hace que el gobierno utilice fondos millonarios para censurar las líneas informativas y promocionar o ensalzar a funcionarios públicos. La falta de información durante el período de emergencia y, ahora en el periodo de reconstrucción, confirman que miles de millones de pesos (más de 34 mil) han sido erogados por la administración pública federal para ganar fama y para censurar voces críticas, nada más.
- ARTICLE 19, Información Oficial: la gran ausente después del sismo, México, Septiembre 2017, disponible en: https://articulo19.org/informe19s/
- ARTICLE 19, Humanitarian disasters and information rights, London, April 2005
- ARTICLE 19, Starving in silence, a report on famine and censorship, London, April 1990
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