Krzystof Charamsa, el sacerdote expulsado de la Congregación para la doctrina de la fe tras anunciar que era gay, considerado ya como uno de los defensores de los derechos de las personas LGBTI más influyentes del mundo, dice, en entrevista con SinEmbargo, que la Iglesia católica mexicana es homofóbica, pero ni más ni menos que la Iglesia católica de otros países. Y a aquellos que se sumaron a las marchas en apoyo “a la familia tradicional” en México, les manda un mensaje: “Si salieron a las calles, en realidad no aman a Dios”.
Para Charamsa “es muy triste ver” que la Iglesia católica en México no se ha pronunciado en contra de otros problemas que aquejan al país como la corrupción, la pobreza o la pederastia, y sí lo ha hecho para luchar “contra los derechos humanos de personas inocentes sólo porque no son heterosexuales”. Él considera que la Iglesia es responsable por el odio a los homosexuales y la división entre homosexuales y heterosexuales, “esto no es obra de Dios”.
Ciudad de México, 9 de octubre (SinEmbargo).- Eran los primeros días de octubre de 2015 y la jerarquía católica se preparaba para el arranque del “Sínodo extraordinario de obispos sobre la familia”.
Se trataba, básicamente, de un encuentro convocado por el Papa Francisco y los obispos, en el que la élite clerical “debatiría” durante dos semanas para, al final, presentar al mundo, entre otras cosas, el único concepto de familia reconocido por el Vaticano y su estrategia para preservarla.
El sacerdote Krzystof Charamsa, nacido en 1972 en Gdynia, Polonia, anticipaba que esa sería la conclusión del encuentro y no pudo, de ninguna forma, avalarla. Decidió entonces dar una noticia que sacudió a la curia romana.
Charamsa, oficial desde 2003 de la Congregación para la doctrina de la fe, ese órgano misterioso que custodia la correcta doctrina de la Iglesia desde que era conocido como la Santa Inquisición, anunció públicamente que era gay.
“Quiero que la Iglesia y mi comunidad sepan quién soy: un sacerdote homosexual, con un compañero, feliz y orgulloso de mi propia identidad”, dijo el prelado en una entrevista con el diario Il Corriere della Sera.
“Es hora de que la Iglesia abra los ojos frente a los homosexuales creyentes y entienda que la solución que propone, esto es la abstinencia total y una vida sin amor, no es humana”, agregó.
La respuesta de la Iglesia fue inmediata y contundente. Ipso facto, Charamsa fue apartado del cargo de secretario adjunto de la Comisión Teológica Internacional, también de su puesto como oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe y se puso punto final a su historia como profesor de las universidades pontificias, en las que impartía Teología.
“La elección de hacer una manifestación tan clamorosa en la vigilia del Sínodo es muy grave e irresponsable, ya que hace que, sobre la asamblea sinodal, recaiga una indebida presión mediática”, dijo sobre el anuncio de Charamsa el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi.
El prelado expulsado reviró: “Me gustaría decir al Sínodo que el amor homosexual es un amor que necesita de la familia. Cualquier persona, también los gays, lesbianas o transexuales, lleva en el corazón el deseo de amor y familiaridad”.
Pronto, gracias a una ola de fotografías que inundó el ciberespacio, el mundo conoció a la pareja de Charamsa, un catalán experto en informática de nombre Eduard Planas, con quien vive en Barcelona.
Doctor en Teología, experto en lenguas latinas y filosofía, con su libro La Primera Piedra recién publicado, Charamsa acepta una entrevista con SinEmbargo, que tiene como telón de fondo la decisión de la Iglesia católica mexicana de impulsar movilizaciones masivas en contra de una iniciativa del Gobierno de Enrique Peña Nieto que autorizaría el matrimonio de personas del mismo sexo en todo el país.
Charamsa, considerado ya como uno de los defensores de los derechos de las personas LGBTI más influyentes del mundo, asegura que la Iglesia católica mexicana es homofóbica, pero ni más ni menos que la Iglesia católica de otros países.
Reconoce que el Papa Francisco tiene buenas intenciones, pero su coraje revolucionario ha sido vencido por el sistema de poder de la Iglesia, un poder caracterizado por la homofobia y la misoginia.
Pese a todo, este cura rebelde cree que el avance de los derechos de los homosexuales, como antes ocurrió con los derechos de las mujeres, puede entorpecerse o dilatarse, pero no detenerse. “Es irreversible”.
Y manda un mensaje a aquellos católicos que se han sumado a las marchas “en favor de la familia tradicional” en México: Si salieron a las calles, en realidad no aman a Dios.
Aquí la conversación:
– ¿Entró a la Iglesia sabiendo que era gay?
– Sí, siempre supe mi orientación sexual, pero en el pasado la odiaba. No la aceptaba, porque la Iglesia me la presentaba como una patología, como una enfermedad. He vivido la experiencia que vive la mayoría de los gays católicos, incluidos los que están en México, cuando descubren que son homosexuales. Muchísimos jóvenes en familias y sociedades homofóbicas tienen terror de aceptar que son gays. El miedo y el odio de y hacia uno mismo que nos impone la sociedad (en mi caso la polaca, soy polaco) y la Iglesia católica, son dos ingredientes esenciales de la homofobia. Al final, a través del estudio, he descubierto que ser homosexual es tan sano y natural como ser heterosexual. No es algo patológico, como dice la Iglesia. Y si no es patológico, no puede ser pecado. Esto es uno de los temas de mi libro La prima pietra (Rizzoli, Milano 2016, esp. La primera piedra), publicado en Italia en junio. En algunos meses espero de poder presentar su traducción en español.
– ¿Qué opina del discurso de ‘apertura’ del actual Papa? ¿Es sincero o sólo una estrategia para que la Iglesia católica recupere adeptos?
– El Papa Francisco llegó a Roma con una gran dosis de sinceridad, apertura y capacidad de reflexionar con prudencia y sin emociones. Ha llegado con una fuerte sensibilidad hacia la humanidad que yo considero el gran don de la gente y las naciones de América Latina. Esta fue la misma raíz de la “teología de la liberación” en los países latinos, que fue un gran regalo para toda la Iglesia.
Pero el Papa no tiene verdaderos colaboradores en el Vaticano, lleno de homofobia y misógino. No tengo esperanzas de su pontificado. Creo que el sistema de poder en la Iglesia ha ganado sobre el coraje revolucionario del Papa Francisco. El Papa prometió cambiar el discurso de la Iglesia. Prometió reflexionar más sobre la ciencia, sobre los derechos humanos, sobre la discriminación. Pero en su documento que presentó después del Sínodo, Amoris laetitia, él mismo volvió a estigmatizar a los homosexuales. La condena al amor homosexual que publicó en ese documento es una abierta contradicción con su promesa de apertura y respecto.
– ¿A qué atribuye el rechazo de la Iglesia católica a la homosexualidad?
– A dos cosas: 1) a la falta de reflexión sobre el conocimiento científico moderno sobre la homosexualidad. El nivel de conocimiento de este tema en la Iglesia es lamentable y así se percibe en estas deplorables manifestaciones [en México] llenas de prejuicios y falsedades sobre los gays, y (2) al deseo de la jerarquía clerical de mantener el mayor tiempo posible un gobierno de tipo político sobre la mentalidad de la gente y de las instituciones del Estado. La Iglesia debe mantener una estructura social patriarcal y machista. En este sentido el rechazo de la homosexualidad es igual al rechazo de la igualdad entre hombres y mujeres: las mujeres son vistas como seres inferiores y sometidas a los hombres. Y los gays también deben ser invisibles y estar sometidos. Como ves, las razones no son teológicas, doctrinales, sino históricas, culturales, sociales y psicológicas.
– ¿La Iglesia no quiere o no puede cambiar su postura debido a sus preceptos fundacionales?
– La visión que tiene la Iglesia sobre la homosexualidad o sobre la transexualidad, será cambiada tarde o temprano. Así lo exige la razón. El rechazo actual es irracional, fundamentalista e ideológico.
– Tendrá que admitirlo como admitió otras cosas en el pasado…
– Claro. Lo mismo vivimos en la Iglesia en el pasado cuando la ciencia descubrió el sistema solar. Durante cientos de años no quiso aceptarlo, incluso mató por eso a Galileo. Lo mismo pasó con la evolución descubierta por Darwin. ¡Impresiona tanta lucha irracional contra la Evolución! Después la Iglesia luchó también contra los matrimonios entre personas de confesiones diferentes, que ahora acepta. Ahora hace lo mismo oponiéndose al amor de las personas homosexuales. Cuando cambie y lo acepte, el Cristianismo descubrirá mejor su doctrina sobre el amor humano. Reconocer el sistema solar le permitió al Cristianismo comprender mejor nuestra antropología, y la evolución le ayudó a comprender mejor la doctrina de la creación. Razonar sólo puede ser un bien para la fe cristiana. Por eso digo siempre que las minorías sexuales son hoy una llamada profética para la Iglesia.
– ¿Y si la Iglesia no se adapta, si no cambia?
– El riesgo es que quede reducida a una secta irracional y fundamentalista. Pero eso no pasará. Mi Iglesia no es tan irracional. Ahora se comporta mal y eso puede verse en las manifestaciones, pero un día descubrirá que debe aceptar la verdad sobre la orientación sexual y del derecho al matrimonio igualitario que hoy tiene tanto problema en aceptar.
– Usted dice padre, que la Iglesia católica debería tomar más en cuenta a la ciencia, creo que podría ser peligroso para sus dogmas.
– No son muchos los dogmas que hay en nuestra fe. Cuando usted lee la Biblia parece que el mundo fue creado en seis días.
– Exactamente eso es lo que dice la Biblia…
– Esto es una imagen que la Biblia usa y solamente los fundamentalistas podrían creer que Dios creo el mundo en seis días. Esta es una imagen que la Biblia usa para describir el dogma de la creación. Pero esta imagen está revisada por el conocimiento humano. La teoría de la evolución de Darwin es uno de estos elementos, que ha ayudado a la iglesia a revisar una imagen que es el contenedor para decir y compartir el dogma… un contenedor lingüístico, de imágenes, de contexto social, cultural e histórico en el cual la Biblia fue escrita. El encuentro entre fe y ciencia en realidad es importante para la ciencia y para la fe también. No es un encuentro de contradicción. Es verdad que la iglesia reacciona como si se tratara de un enfrentamiento, pero esa reacción es falsa, es inútil porque se pierde tiempo. Hoy la existencia del sistema solar o de la teoría de la evolución no son un problema y se aceptan en todo el mundo. Pero en el desarrollo de la medicina la iglesia está en posicionamientos cerrados, casi en pánico, en un estado paranoico de que todo esto es contrario a la fe. Y después de tiempo descubrimos que estábamos confundidos solamente.
-Las confusiones de la Iglesia han costado miles de vidas a lo largo de la historia padre…
– Sí, eso es una vergüenza de la Iglesia. Eso es algo que yo mismo le preguntaría al Papa Francisco, cómo fue posible que Galileo y Copérnico, y toda la gente que creyó lo mismo que ellos tuvieran que sufrir durante siglos por un retraso de la iglesia. Cómo es posible que Darwin sufriera tanto por culpa de cristianos e iglesias cristianas. Creo que hay una gran culpa de la iglesia. Porque hoy son los homosexuales los que sufren y la iglesia en 10, 20 o 50 años dirá “estábamos equivocados, ahora entendemos mejor qué es una orientación sexual y pedimos disculpa”. Estoy de acuerdo con usted, esto es demasiado poco, no es suficiente pedir disculpas. Creo que cuando la iglesia empiece a pedir disculpas a los homosexuales, los homosexuales deberán contestarle que no aceptan sus disculpas, porque hemos sufrido demasiado.
– A la Iglesia católica y al resto de las iglesias simplemente como que no les gusta que la gente sea feliz aquí y ahora. Eso afecta el negocio de la salvación y la promesa de la vida eterna y feliz.
– La visión del Cristianismo que prevé en la tierra sufrimiento, conforta a quien sufre con la felicidad eterna, pero esta no es realmente una visión cristiana. Esta es una visión más estoica o de una cierta espiritualidad cristiana pero no pertenece al evangelio de Jesús. Está claro que es una visión del Medioevo. A veces, en nuestra catequesis, frente a la gente que sufre o es pobre muchas veces planteamos esta visión, pero para mí no es evangélica. Jesús nunca rechazó el placer, nunca rechazó la alegría de esta vida y nunca rechazó nuestra búsqueda de la felicidad aquí, en la tierra, no sólo en la eternidad.
– Si tantos cristianos que hay en el mundo, clericales y laicos, pensaran como usted, el mundo sería otra cosa.
– Quien no sabe ser feliz aquí, no será feliz en la eternidad. Quien no sabe disfrutar de la vida aquí no disfrutará de la eternidad, porque nosotros los cristianos no debemos buscar el martirio, el sufrimiento. Eso sería masoquismo. Debemos buscar la felicidad. Claro, cuando llega el sufrimiento lo aceptamos, pero no lo buscamos.
-El asunto, creo, es que el sexo de por sí no les gusta mucho a las iglesias cuando ocurre entre heterosexuales, mucho menos cuando se trata de personas del mismo sexo, ¿cierto?
– Sí, incomoda porque seguimos arrastrando una visión estoica de la sexualidad en la moralidad cristiana que ha estado ahí a lo largo de nuestra historia. La iglesia no acepta la homosexualidad porque no tiene idea de qué es, tiene una falsa idea de ella. Piensa que es solamente la búsqueda del placer sexual. La iglesia no puede aceptar que los homosexuales pueden amar, y esta es una de las mayores ofensas a la humanidad y a los derechos humanos que ha hecho la Iglesia. Por esta ofensa la iglesia debería estar en un tribunal de humanidad.
-Padre, usted lucha contra la posición de la Iglesia respecto a la homosexualidad, otros luchan contra ella porque ocultó y protegió a pederastas, otros porque la Iglesia suele aliarse poderes políticos corruptos, otros la enfrentan por lo que hizo en el pasado (el apoyo a las dictaduras militares en Sudamérica, por ejemplo)… ¿cómo puede usted que ha sido tan agredido por ella defender a esa Iglesia?
– Los ejemplos que usted plantea son errores humanos en la comunidad de la Iglesia. Cubrir la pedofilia, en mi opinión está conectado con los problemas que tiene la iglesia con la sexualidad. La iglesia, por los siglos de los siglos, condenó la masturbación, pero al mismo tiempo cubrimos la pedofilia en la que se vieron involucrados muchos sacerdotes. Eso ocurrió porque la iglesia transformó a la sexualidad en un tabú. El oscurantismo respecto al sexo provocó deformaciones de la sexualidad. El problema de la pedofilia no lo resolverá la iglesia solo llevando a los sacerdotes responsables ante tribunales. Lo que debe hacer es revisar su visión de la sexualidad, no puede ser un tabú, como la ha sido hasta ahora.
– En México la Iglesia no se ha manifestado para denunciar corrupción, pobreza, homicidios o los muchos casos de pederastia. ¿Tiene legitimidad para manifestarse contra los matrimonios gays?
– Para mí, como sacerdote y teólogo, es muy triste ver lo que hace. Pido perdón por mi Iglesia. Efectivamente, no nos hemos manifestado jamás contra la pedofilia, la escondemos y no apoyamos las víctimas como deberíamos. Pero eso sí, luchamos contra los derechos humanos de personas inocentes sólo porque no son heterosexuales. Esta contradicción es anti-evangélica y anti-humana. Es perversa y “diabólica” en el sentido griego de la palabra: son actitudes que generan división entre personas inocentes, que generan odio de una parte de la humanidad por otra parte de la misma humanidad. La Iglesia es responsable por el odio a los homosexuales y la división entre homosexuales y heterosexuales. Esto no es obra de Dios.
– ¿Esto que pasa en México pasa en otras partes?
– No, estas manifestaciones profundamente violentas no son sólo un fenómeno mexicano. Lo mismo hemos visto en las calles de Francia, Italia, recientemente en Colombia. La Iglesia usa a las masas, manipula a la gente cuando debería formar a sus fieles en el respeto, en el amor, en el conocimiento y en la comprensión. En realidad, estas manifestaciones no son para defender al bien frente al mal, sino un ataque al amor de personas que no son heterosexuales. Es un ataque insensible contra una minoría discriminada. Las manifestaciones son muy perversas, porque aumentan el rencor y los prejuicios de la gente contra los homosexuales.
– ¿Cuán extendida está la homosexualidad en la Iglesia católica?
– Ese también es uno de los temas que abordo en mi libro La primera piedra. En la Iglesia hay muchísimos homosexuales y esto influye mucho en la actitud de la Iglesia en el tema de la homosexualidad, la llena de hipocresía. En un sistema homofóbico, como es la Iglesia, los gays de clóset muchas veces son más violentos contra otros gays, porque así quieren mostrarse a sí mismos y a los demás que no son gays. Es muy triste, pero la Iglesia ha desarrollado en muchísimos curas homosexuales una profunda homofobia interiorizada.
– ¿Qué cree que pase por la confrontación de la Iglesia Católica contra el Estado mexicano?
– En el largo plazo, la lucha social y política por los derechos humanos de las personas no heterosexuales no se podrá parar. Es como lo que pasó con la esclavitud, que fue permitida en el mundo cristiano. Para eliminarla fue necesaria una gran lucha contra la Iglesia que quería mantenerla. En una perspectiva más inmediata, claro que existe el riesgo de que se frene un poco el desarrollo de derechos humanos justos, quizás se puede aplazar su avance un tiempo, pero no se les puede parar. La Iglesia no puede parar el avance de esos derechos, pero sí puede hacer sufrir a los homosexuales discriminados mientras se da el reconocimiento de esos derechos.
– El de la Iglesia debería ser un mensaje de amor, ¿no?
– Claro, sobre todo me preocupa la implicación espiritual. Los efectos espirituales de esta actitud de la Iglesia sobre la gente son horribles. Estas personas que deberían amar su familias, están saliendo a la calle para agredir a las familias y al amor de los demás. Esto no es amor al próximo, es ir contra el amor de Jesús y su Evangelio. Y eso es lo que les estás enseñando la Iglesia. La Iglesia quiere que las personas no piensen, no reflexionen, quiere que mantengan y conserven el miedo y el odio hacia los gays. Es el trabajo de una institución poderosa que ha cambiado el amor por el odio. Hoy, la lucha contra los derechos humanos por parte de la Iglesia católica es su “pecado social”.
-¿Qué les diría a los mexicanos católicos que defienden los derechos de los homosexuales?
-Que Dios los ama. Que no tengan miedo de defender la dignidad humana y el reconocimiento del derecho humano al matrimonio igualitario. Que nosotros, gays, lesbianas, transexuales o intersexuales, amamos a la familia y a la humanidad; amamos a nuestros países y amamos a nuestras iglesias o comunidades religiosas. Pero amamos también nuestra naturaleza, tan buena como la naturaleza de los heterosexuales.
-¿Qué le diría a los gays de México, especialmente a los católicos?
-A mis amigos y amigas gays y lesbianas, transexuales de México, les diría que conozco el sufrimiento de cada uno de ustedes, porque fueron también mis sufrimientos. Conozco la discriminación y la persecución, y por eso les digo: no tengan miedo, ni vergüenza, ni baja autoestima. Por favor, no pierdan su orgullo y su seguridad, no bajen la cabeza delante de la masa homofóbica. Recuerden al chico mexicano que el 10 de septiembre se puso en medio de la calle para frenar la manifestación de la masa convocada por las iglesias homofóbicas.
-¿Qué le dirías a los católicos y cristianos en general que están contra los derechos de los homosexuales?
-Que los gays no somos monstruos, somos humanos que queremos a nuestras familias, como ustedes quieren a las suyas. ¿Porque nos odian?, les pregunto cómo Jesús preguntaba frente a las autoridades religiosas. Las manifestaciones contra el reconocimiento del matrimonio igualitario golpean a nuestra dignidad como las autoridades religiosas golpeaban a Jesús.