El infarto de miocardio se produce porque en primer lugar las arterias coronarias se estrechan, de forma que el oxígeno no llega al miocardio y, éste, al no recibir oxígeno, no puede producir energía para moverse; en consecuencia, mueren las células del tejido que no reciben sangre (el tejido se necrosa), tal y como explica la fundación.
Madrid, 9 de septiembre (EuropaPress).- El infarto de corazón o «infarto agudo de miocardio» (músculo del corazón), como así se le llama técnicamente, es una enfermedad grave y aguda del corazón que tiene un alto riesgo de muerte súbita en las primeras horas. No obstante, si se trata adecuadamente permite en la mayoría de los casos una vida larga y normal.
«Por eso es esencial su atención inmediata, como veremos más adelante. No hace falta recordar que es la enfermedad grave del corazón más frecuente. Pero sí que afecta a todas las edades y a ambos sexos. Se tiende a creer que más a los hombres pero no es verdad, lo que pasa es que en las mujeres aparece, de promedio, unos diez años más tarde que en los hombres», asegura en una entrevista con Europa Press el doctor Eduardo Alegría Ezquerra, cardiólogo consultor y miembro del Servicio de Cardiología de Policlínica Gipuzkoa (San Sebastián).
Según detalla la Fundación Española del Corazón (FEC), un infarto es «la necrosis o muerte de las células de un corazón o de parte de él por la falta de riego sanguíneo, debido a una obstrucción o a una estenosis (estrechez) de la arteria correspondiente».
En España se registran en torno a 50 mil infartos al año, según la FEC, bien favorecidos por factores genéticos y no modificables (antecedentes familiares, el sexo y la edad, siendo más frecuente en varones, y cuanto más años cumplimos más riesgo de sufrirlos); o bien por factores modificables, que repercuten sobre nuestro estilo de vida (tabaco, hipertensión, hipercolesterolemia, obesidad, diabetes mellitus, el sedentarismo y una dieta poco saludable).
A juicio del doctor Alegría, los infartos se pueden prevenir “en gran medida”, teniendo en cuenta que “las probabilidades de tener un infarto son tanto mayores cuantos más factores de riesgo se acumulen en una persona”.
Sobre los factores de riesgo modificables, y que dependen de nuestro estilo de vida, el cardiólogo subraya que el “más importante” es el tabaquismo, seguido del colesterol, así como de un estilo de vida insano (dieta inadecuada, ejercicio escaso o nulo, exceso de peso). “Por eso, tener adecuadamente controlados, solucionados, o evitados dichos factores es la mejor manera de prevenir los infartos de miocardio. Si hubiera que elegir el mejor de todos, apostaría por el ejercicio”, recalca el experto.
Así, el infarto de miocardio se produce porque en primer lugar las arterias coronarias se estrechan, de forma que el oxígeno no llega al miocardio y, éste, al no recibir oxígeno, no puede producir energía para moverse; en consecuencia, mueren las células del tejido que no reciben sangre (el tejido se necrosa), tal y como explica la fundación.
En concreto, la FEC dice que se producen porque las arterias coronarías se estrechan y lo pueden hacer por distintas causas, siendo las más comunes los coágulos de sangre y la aterosclerosis (depósito e infiltración de grasas en las paredes de las arterias), que se va produciendo progresivamente favorecido por los factores de riesgo modificables mencionados anteriormente.
SÍNTOMAS DE INFARTO
Respecto a los síntomas del infarto, el doctor Alegría resalta que “hay que tener un poco de cuidado”, ya que hay bastantes infartos que no se manifiestan con los síntomas típicos y se confunden con indigestiones, catarros, etc.
“Las características principales de los síntomas del infarto agudo son tres. En primer lugar, el dolor. No suele ser tal, sino más bien malestar, apretura o escozor intensos en la zona central del pecho (donde la corbata). Es falsa la idea de que cuando duele el lado izquierdo se trata del corazón. Pocos de los dolores localizados claramente en la parte izquierda del pecho vienen del corazón. De hecho no está ahí, solo la punta que late. Es frecuente, pero ni mucho menos la regla, que este malestar se irradie al brazo izquierdo; puede no hacerlo o ir más hacia la mandíbula o hacia la boca del estómago”, detalla.
La segunda característica, según apunta el especialista de Quirón salud, es un malestar que es “profundo, desagradable, agobiante”. “De ahí viene su nombre, ‘ang-ina’, que tiene la misma raíz latina que ‘ang-ustia’. No es un dolor intenso y superficial, como los de muelas por ejemplo”, aprecia el cardiólogo.
La tercera característica distintiva, según prosigue, es que muchas veces se acompaña de una reacción general del organismo, denominada ‘síndrome vegetativo’, que consiste en una sudoración fría, en mala gana, náuseas, mareos, entre otros síntomas.
¿CÓMO ACTUAR EN CASO DE SOSPECHA DE UN INFARTO?
El experto de Policlínica Gipuzkoa señala que ante una sospecha de infarto son dos los mensajes esenciales que debe conocer la población:
1. El momento de máximo riesgo al sufrir un infarto es la primera hora. Este riesgo se concreta en una arritmia, la fibrilación ventricular, que es letal en pocos minutos si no se trata pero recuperable del todo con el tratamiento adecuado.
Este tratamiento es doble, según enumera el cardiólogo:
a) La reanimación cardiaca, que cualquier persona puede practicar si ha recibido el adiestramiento necesario y que debe iniciarse inmediatamente si el paciente se desmaya.
b) La desfibrilación, que se realiza con un aparato especial del que están dotadas todas las ambulancias y también cada vez más lugares públicos.
2. El tratamiento moderno del infarto es tanto más eficaz cuanto más pronto se aplique. Es decir, “el tiempo es vital”. Por eso, cuando alguna persona o sus allegados sospechan de que se trata de un infarto lo recomendable es llamar al servicio de emergencias.
“Es preferible pasarse (llamar y que sea una falsa alarma) a quedarse corto (esperar a ver si se me pasa). El sistema sanitario de emergencias está preparado para acudir rápidamente y enviar equipos y personal especializado para solventar la situación: practicar el tratamiento de rescate si es necesario; estabilizar al paciente y asegurar el traslado; iniciar el tratamiento específico; y alertar a los servicios del hospital para que la atención al llegar sea inmediata”, sentencia.