#MetaDatos | En los últimos años, el ciberacoso se extendió en México y se enfocó con mayor intensidad contra las mujeres. Entre 2012 y 2014 se realizaron los primeros asesinatos de usuarios de redes sociales relacionados con sus actividades de protesta y alerta en estos foros de expresión. Sin embargo, fue hasta el 2015 que una institución gubernamental –el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi)– consideró esta problemática un «tema emergente».
Los resultados arrojaron que el Estado mexicano identificó la magnitud de la problemática de manera tardía: para 2015, unas 9 millones de usuarias habían sido víctimas de ciberacoso. Desde 2017, la omisión de las autoridades en el país convirtió a este fenómeno en una de las tipologías de la violencia digital, de acuerdo con un estudio reciente. Además, las agresiones se han diversificado y encuentran maneras cada vez más sofisticadas para llevarse a cabo.
Ciudad de México, 9 de septiembre (SinEmbargo).–A las autoridades mexicanas les tomó años identificar al ciberacoso como una problemática real, mientras que en la Internet las agresiones se diversificaron con el paso de los años. Así, el Gobierno de Enrique Peña Nieto falló en asumir la violencia digital como un tema crítico que vulnera a las mujeres. La creación de la Estrategia Nacional Digital Nacional concentró pocos esfuerzos en la problemática y estos fueron de manera preventiva con la difusión de información a través de un portal informativo, la ciberpolicía no pudo evitar que periodistas –como Verónica Villalvazo, conocida como Frida Guerrera– recibieran amenazas de muerte, los asesinatos de las tuiteras Rosario Fuentes Rubio y María Elizabeth Macías continúan impunes, y la diversificación del ciberacoso ha vuelto populares los casos de extorsión y comercialización de fotografías de mujeres con connotación sexual, conocidos en la jerga digital como «packs».
En 2015, la organización internacional Artículo 19 documentó que las agresiones a mujeres periodistas se incrementaron en México en un 268 por ciento. Ese año, de 84 ataques registrados seis fueron agresiones a través de las redes sociales. Las agresiones con perspectiva de género en el entorno digital constituyen un fenómeno complejo por su multimodalidad. Desde el ciberacoso hasta las amenazas de muerte, los ataques se expanden conforme evolucionan las redes sociales.
Al Estado mexicano le tomó años tomar conciencia sobre la problemática que implicaba la violencia digital para las mujeres. De acuerdo con el informe “La violencia en línea contra las mujeres en México” –publicado en 2017– fue hasta 2015 que el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) realizó el primer estudio de carácter nacional sobre el ciberacoso. El diseño de la investigación introdujo de manera experimental un método para medir la incidencia del ciberacoso en México. La investigación encontró que en 2015, 9 millones de usuarias mayores de 12 años ya habían sido víctimas de este tipo de agresión, entre ellos miles de casos no denunciados y que las autoridades no registraron.
El Inegi definió el ciberacoso en el documento “Módulo sobre Ciberacoso (MOCIBA) 2015” como “una forma de violencia que se produce regularmente sin que haya encuentros físicos” si bien, para cuando se produjo este reporte, ya habían ocurrido, entre los años 2012 y 2014, dos asesinatos de tuiteras en Tamaulipas: María del Rosario Fuentes Rubio y María Elizabeth Macías, quienes habían recibido amenazas a través de las redes sociales previo a sus ejecuciones. Estos asesinatos aún continúan impunes y no fueron tomados en cuenta por las autoridades locales ni federales para asumir el ciberacoso como una problemática crítica en México.
De acuerdo con Itzia Miravete Veraza, abogada del área de protección y defensa de Artículo 19, en 2018 la violencia digital a sumado modos de acción más sofisticados, acciones más organizadas, en las que participan grupos de usuarios que trabajan de manera coordinada con fines que van desde la búsqueda por afectar la reputación de una mujer, hasta llegar a organizar ataques DDoS con el objetivo de derribar portales periodísticos o de colectivos feministas.
La diversificación de los ataques presenta al menos 13 tipologías distintas, descritas en el informe “La violencia en línea contra las mujeres en México”, publicado en 2017, donde la omisión de las autoridades es una de ellas. Estas tipologías se identifican como: acceso no autorizado o control de las cuentas de la víctima, control y manipulación de la información, robo de identidad, monitoreo y acecho, expresiones discriminatorias, acoso, amenazas, difusión de información sin consentimiento, extorsión, desprestigio, abuso y explotación sexual, afectación a canales de expresión, entre estos los ataques DDoS, y omisiones por parte de la autoridad.
Entre estas tipologías, el acoso es uno de los más extendidos en México. A esto se suman violaciones a la intimidad relacionadas con el acoso callejero y el voyeurismo, prácticas que en las redes sociales han encontrado una vía exitosa. Escudados en el anonimato, los agresores exhiben a sus víctimas a través de fotografías realizadas de manera clandestina en espacios públicos. El objetivo es sexualizarlas y exhibirlas en la Red. Esta práctica ha normalizado el empleo de hashtags como #CazaGuapasW, la etiqueta también es empleada para difundir contenido pornográfico.
En los últimos años se ha vuelto común el término “pornovenganza” y los casos de mujeres extorsionadas a quienes se amenaza con publicar material gráfico en el que se les muestra desnudas o al participar en actos sexuales. La difusión de fotografías y videos sin consentimiento de la víctima es una de las tipologías de ciberacoso identificada en el informe de “La violencia en línea contra las mujeres en México” y en los últimos meses han trascendido en México varios casos en los que numerosas mujeres resultaron afectadas. En febrero del 2018 la Procuraduría General de Justicia de Tamaulipas inició dos carpetas de investigación por la venta de fotografías con contenido sexual, conocidas en la jerga digital como “packs” de mujeres que fueron extorsionadas para evitar que las imagenes fueran comercializadas.
De acuerdo con Itzia Miravete, otras formas en que el discurso de odio se extiende en la Red es a través de ataques a portales periodísticos como ocurrió en el caso de A Fondo, en el que se da amplia cobertura a casos de feminicidio.
Sin embargo, la violencia digital tiende a diversificarse y los modos en que se lleva a cabo se entrelazan en la Red. En el Reporte de la situación de América Latina sobre la violencia de género ejercida por medios electrónicos, se gráfica la extensión de las diversas modalidades de la violencia digital contra las mujeres. En el se puede apreciar la manera en que los modos en que se ejecutan los ataques han comenzado a entrelazarse.
Desde los primeros asesinatos de mujeres, ocurridos en Tamaulipas por realizar alertas de riesgo de acontecimientos violentos relacionados con el cártel de la región, las redes sociales no han dejado de ser espacios vulnerables para un grupo de población particular, mujeres en su mayoría con un rango de edad entre los 20 y los 30 años.
Itzia Miravete señala que los agravios muestran una tendencia a concentrarse en contra de activistas, feministas, periodistas, y comentaristas deportivas. El término feminazi es empleado en contra de mujeres feministas y activistas defensoras de los derechos de las mujeres. Según la especialista, las agresiones se intensifican en casos de mujeres que realizan denuncias o exponen una postura política.
GRUPOS HOLK
Las agrupaciones de usuarios como la llamada legión Holk promueven mensajes de odio en contra de las mujeres. Esta grupo tiene actividades en todo el mundo. En México, su actuación en las redes sociales trasciende por casos como las agresiones que dirigieron a la periodista Verónica Villalvazo conocida como Frida Guerrera y la movilización de tuits misóginos como #Mat4ATuMujer #SerMujerEsDiscapacidad, #DíaDelObjetoSexual, #SiNoTeGolpeaNoTeAma, entre otros, cuyo objetivo es crear controversia en las redes sociales. Estas etiquetas lograron colocarse en Twitter gracias al impulso recibido a través de bots y del Efecto Streisand que se genera en el momento en que los usuarios lo tuiteaban para denunciarlo o intentar censurarlo.
Los ataques y vejaciones a través de las redes sociales que realizan algunos de los integrantes de legión Holk –identificados a menudo con los hashtags #LH y #HailLH– han sido documentados por organizaciones como Artículo 19. De acuerdo con los reportes realizados por esta ONG, una práctica recurrente de este grupo es atacar a mujeres y periodistas en sitios como Periscope, donde la ONG ha encontrado testimonios de miembros que reciben 300 pesos por insultar a comunicadores durante transmisiones en vivo, acción para la que emplean el hashtag #TropaRiveretri a manera de identificación.
En los últimos años este tipo de grupos se han diversificado y aunque sus publicaciones no se centran en agredir a mujeres de manera exclusiva, se han normalizado entre ellos acciones misóginas, entre estas, el intercambio de pornografía. Si bien en las redes sociales no son visibles las pruebas de que las promesas de compartir packs de mujeres, a quienes por la costumbre de emplear un lenguaje con base en códigos, les apodan “elfas”, se concreten tras realizar peticiones como difundir contenidos o posicionar hashtags.
DENUNCIA, CONTRAPESO Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN
La constante frecuencia de agresiones en las redes sociales ha motivado a las usuarias a reaccionar a través de campañas en todo el mundo. En junio del 2017, irrumpió en Twitter #NiUnaMenos entre usuarias de Argentina debido a los numerosos casos de feminicidio que tienen lugar en aquel país, la intensa movilización alcanzó el clímax el 3 de junio. En ese mismo año otra campaña emergida desde Hollywood se globalizó a través del hashtag #MeToo para denunciar el acoso sexual.
Con una dinámica similar, en México surgió si me matan #SiMeMatan, la etiqueta se empleó para denunciar el incremento de los feminicidios y la revictimización que sufren las mujeres asesinadas al culpárseles del delito por realizar acciones que provocan a los agresores, entre estas la vestimenta, o trasladarse sin compañía en lugares de alto riesgo.
En México ha trascendido la participación masiva de usuarias para visibilizar problemáticas que en las redes parecen ser negadas. Las participantes de estas campañas ejercer una denuncia con un alcance mayor al recurrir al relato como medio de denuncia.
El pasado 3 de septiembre, la etiqueta #AcosoEnElMetro concentró cientos de testimonios de usuarias del Metro de la Ciudad de México que han sido víctimas de agresiones y acoso sexual al usar este transporte. La etiqueta se generó a partir de que la usuaria @CynthiaHijar denunciara que una guardia de seguridad le obligó a descender de un vagón exclusivo para mujeres por pedir que tres hombres que habrían subido a este. Tras la denuncia, @CynthiaHijar fue víctima de numerosos ataques de usuarios e incluso indicó a través de una publicación que algunos de estos ataques fueron amenazas de muerte. Esta no ha sido la única campaña de esta naturaleza. en 2016 surgió la etiqueta #MiPrimerAcoso con expresiones similares.