Los últimos desastres naturales ocasionados en nuestro país lastiman por varios motivos. Primero: porque no hay en los mexicanos conciencia de las consecuencias que traerá en el futuro no cuidar debidamente nuestro entorno, no al menos como la hacen en otros países. Segundo: porque las autoridades encargadas de salvaguardar su integridad parecen discapacitadas para hacerlo. Y tercero: porque las empresas o instituciones que cometen tales catástrofes quedan, como casi todo en nuestro país, impunes. Varios ejemplos ratifican la urgencia de replantear las políticas medioambientales de nuestro país. El desastre ocasionado por la minera de Grupo México, que no derramó 40 mil m3, como indicó la empresa, sino más de 240 mil, tal como lo aseguró Antonio Navarrete, del Sindicato Minero, posicionó a este desastre ambiental minero como al más grande de la historia de México, que no sólo contaminó ríos sino que afectó a casi 24 mil personas de siete municipios, canceló las actividades agropecuarias y ganaderas e impactó incluso en la población infantil, que se quedó sin escuela, y sin agua potable. Pese a esto, es hora que no se llega a una solución definitiva ni en el castigo a los responsables (el dueño es German Larrea, el segundo hombre más rico del país) ni tampoco en la reparación del daño. Poco tiempo después sobrevino la tragedia de la laguna de Cajititlán (Jalisco), donde amanecieron muertos –según el último recuento- más de 260 toneladas de peces, en una imagen que alcanzó las primeras planas en algunos medios de comunicación extranjeros. Quien ponga la mano en visera a la orilla de la laguna verá tan sólo una manta de peces muertos flotando sobre la superficie del agua como si se tratara de una enorme sábana de escamas cubriendo una mesa interminable. Una catástrofe reprochable, ésta del lago Cajititlán, en la que las autoridades parecen tener seria responsabilidad. No conforme con lo anterior, hace apenas unos días, en Mazatlán, amanecieron muertos toneladas de peces también, a la orilla del estero el Infiernillo. La responsable parece ser la porpia Junta Municipal de Agua Potable y Alcantarillado, que ha negado la constante derrama de aguas negras, considerándola como “no grave”, aunque el daño causado pruebe lo contrario. Según un análisis realizado por Greenpeace a México le ha ido muy mal en el tema de la protección de nuestros recursos naturales durante la gestión de Peña Nieto, que se ha concretado en extraer pero no en reforestar. Y lo peor, advierte, apenas está por venir.
@rogelioguedea