Actualmente el aborto sólo es posible para los caso por violación y peligro de salud de la madre, sin embargo el proyecto votado el día de hoy propone despenalizar cualquier aborto hasta la semana 14 de gestación. Esto generó fuertes divisiones tanto en el seno del oficialismo como en la oposición, por lo que ya se adelantaba un final incierto, en un debate que se alargó 16 horas.
Los partidarios la ley sostienen que legalizar la interrupción del embarazo salvaría la vida de muchas mujeres que se someten a peligrosos abortos ilegales.
El Ministerio de Salud estimó en 2016 que en el país se realizaban hasta medio millón de abortos clandestinos cada año, que daban como resultado la muerte de docenas de mujeres; defensoras de los derechos humanos estiman que, desde 1983, más de 3 mil mujeres fallecieron por esta causa en Argentina.
Buenos Aires, Argentina, 9 agosto (AP).– El Senado de Argentina rechazó en la madrugada del jueves un proyecto de ley para legalizar y despenalizar el aborto en las 14 primeras semanas de embarazo, tras un debate que dividió profundamente al país.
Tras un una sesión de más de 15 horas, los senadores rechazaron la propuesta por 38 votos contra 31. La decisión podría tener resonancia en toda Latinoamérica, una región en la que la Iglesia Católica ha perdido influencia y autoridad moral por la secularización, una casta eclesiástica poco conectada con la realidad y una avalancha de escándalos de abusos sexuales.De los 71 legisladores presentes, 31 votaron a favor y 38 en contra, y dos se abstuvieron de votar el texto de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, que ya había sido aprobado el 14 de junio por la Cámara de Diputados pero que se encontró hoy con la oposición de la de Senadores.
Con 31 votos afirmativos, 38 votos en contra y 2 abstenciones se rechaza el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo pic.twitter.com/LmUDZYwMGI
— Senado Argentina (@SenadoArgentina) 9 de agosto de 2018
Durante horas, miles de activistas proaborto, ataviados con pañuelos verdes que simbolizan su causa, y detractores, con prendas azul celeste, desafiaron la intensa lluvia y el frío en Buenos Aires para seguir el debate en las pantallas gigantes instaladas en el exterior del Congreso.
Las concentraciones fueron en gran parte pacíficas pero, tras la votación, pequeños grupos de manifestantes se enfrentaron con la policía, arrojando bombas incendiarias y prendiendo barricadas. Los agentes respondieron con gases lacrimógenos.
Impulsada por una ola de manifestaciones de grupos de mujeres, la Cámara de Diputados había aprobado la medida el 14 de junio y el presidente del país, el conservador Mauricio Macri, dijo que la firmaría si superaba el trámite en el Senado pese a defender una posición provida.
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«No importa cuál sea el resultado, hoy ganará la democracia», declaró Macri antes de la votación.
«Están las mujeres que cuentan con recursos que pueden acceder a un medico para que las atiendan, y están las otras, las que parece que no interesan y que no tienen valor y que muchas veces en soledad toman la peor de las decisiones y terminan internadas», agregó por su parte Luis Naidenoff, del frente gobernante Cambiemos.
Argentina permite el aborto únicamente en casos de violación o cuando la vida de la madre esté en peligro. Miles de mujeres, en su mayoría pobres, son hospitalizadas cada año por complicaciones relacionadas con abortos ilegales.
Los partidarios la ley sostienen que legalizar la interrupción del embarazo salvaría la vida de muchas mujeres que se someten a peligrosos abortos ilegales. El Ministerio de Salud estimó en 2016 que en el país se realizaban hasta medio millón de abortos clandestinos cada año, que daban como resultado la muerte de docenas de mujeres. La Iglesia y otros grupos contrarios apuntaron que la propuesta viola la ley argentina, que garantiza la vida desde el momento de la concepción.
En los últimos años, Argentina ha estado a la vanguardia de los movimientos sociales en la región. En 2010 se convirtió en la primera nación latinoamericana en legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo y, más recientemente, la campaña Ni Una Menos contra la violencia hacia las mujeres se convirtió en un fenómeno global.
“Quiero rescatar algunas cuestiones positivas de todo esto, la primera es que a pesar de que hay pensamientos diferentes, hay una plaza en paz en este momento, con miles de personas defendiendo su convicción”, dijo la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, contraria a la legalización.
“Se habla de la plaza verde y la plaza celeste. Pero en verdad son personas que están ahí, pegaditas, defendiendo aquello que creen que es verdad”, agregó.
Pero el polémico debate ha dividido a los argentinos, enfrentando a médicos conservadores e Iglesia con grupos y doctores feministas. Mientras miles de personas esperaban la decisión de la cámara alta en las calles protegidos por paraguas, otros participaban el miércoles en la noche en una “misa por la vida” en la Catedral Metropolitana de la capital, el templo del papa Francisco durante su etapa como arzobispo de Buenos Aires.
“No se trata solo de las creencias religiosas, sino de una razón humanitaria”, señaló el cardenal Mario Polo, arzobispo de Buenos Aires, a los fieles. “El cuidado de la vida es el primer derecho humano y un deber del Estado».
El papa Francisco comparó este año la práctica con «lo que hacían los nazis» para cuidar la pureza de la raza, «pero con guantes blancos» y pidió a las familias que “acepten a los hijos que Dios les da”.
Activistas estiman que, desde 1983, más de 3 mil mujeres murieron por abortos clandestinos en Argentina.
“Reconozcamos que estamos ante una tragedia de salud pública porque decir 3 mil 030 mujeres muertas por abortos clandestinos es una tragedia”, dijo Magdalena Odarda, senadora por la provincia de Río Negro.
“Acá no se decide aborto sí o aborto no. Se decide aborto en un hospital, como debe ser en un estado laico, o aborto clandestino, con un perejil, con una percha, con cualquier cosa que realmente pone a la mujer en una situación humillante, degradante, una verdadera tortura”, manifestó.
En Argentina, muchas mujeres emplean misoprostol para poner fin a un embarazo no deseado en el primer trimestre de gestación. El fármaco solo se vende con receta médica, pero su costo lo deja fuera del alcance de las mujeres con pocos recursos.
Muchas de ellas utilizan un tubo intravenoso con una percha de alambre afilada o una aguja de tejer para intentar romper el saco amniótico dentro del útero. Otras toman infusiones de hierbas, se insertan dudosas píldoras no abortivas o mezclas de sustancias toxicas en la vagina que pueden causarles úlceras, hemorragias y, en última instancia infecciones graves e incluso la muerte.
Durante meses, cientos de médicos celebraron protestas contra el aborto y, en una de ellas depositaron sus batas blancas en el exterior de la Casa Rosada. Del otro lado, feministas y otros colectivos organizaron manifestaciones más multitudinarias en apoyo de la ley, con los participantes vestidos a menudo con el color verde que simboliza el movimiento o con capas rojas y tocas blancas como los personajes de la novela convertida en serie de televisión «The Handmaid’s Tale» (“El cuento de la criada”).
Colectivos internacionales de derechos humanos y feministas han seguido de cerca la votación y figuras como la actriz estadounidense Susan Sarandon y la autora de «The Handmaid’s Tale», Margaret Atwood, respaldaron la causa proabortista.
José Miguel Vivanco, director de Human Rights Watch para América, dijo que Argentina tenía una «oportunidad histórica» para proteger los derechos de las mujeres, mientras que Amnistía Internacional recordó a los legisladores que «El mundo está mirando”.
México, Brasil, Uruguay y Ecuador organizaron el miércoles protestas en favor de la despenalización del aborto en Argentina.
En los últimos años, en la región proliferaron las iniciativas para aliviar o restringir la interrupción del embarazo.
En el vecino Chile, la Corte Constitucional ratificó el año pasado una medida que aboliría la prohibición total del aborto, permitiéndolo en tres supuestos: cuando la vida de la mujer está en peligro, cuando el feto no es viable o en casos de violación. Chile era el último país de Sudamérica con un veto total, una situación vigente aún en algunas naciones de Centroamérica.
En Cuba, Guyana, Puerto Rico y Uruguay el aborto es legal en las primeras semanas de gestación, algo que también ocurre en la Ciudad de México.
«Es una pena que no hayamos podido abordar un consenso porque el problema va a seguir existiendo exactamente como existía antes de que abordáramos esta discusión”, dijo la expresidenta de Argentina Cristina Fernández, que ahora funge como senadora en la oposición.
“Es necesario hacer un esfuerzo para poder darle una respuesta», agregó.