La magia reside en un algoritmo que responde por el conductor ante una posible emergencia. Éste trabaja como un pequeño cerebro que es capaz de procesar unos datos, de pensar. Hasta el momento, los expertos han centrado las simulaciones en sistemas de frenada y tracción, frente a una situación peligrosa, en la que se activa ese control neuronal.
Ciudad de México, 9 de julio (TICBeat/SinEmbargo).- Puede sonar a ciencia ficción, pero un grupo de investigadores españoles quiere reproducir de forma artificial cómo piensa la mente para dirigir los movimientos, por ejemplo de una pierna, o a la hora de conducir. En ello trabajan los expertos de la Universidad de Málaga, quienes han empleado redes neuronales de impulso (spiking neural networks, modelos artificiales que actúan de forma muy similar a las biológicas), a la hora de procesar la información y dar las órdenes a un miembro artificial.
Estas redes neuronales spiking, consideradas como la tercera generación de estas estructuras, se activan a través de impulsos, y se basan en operaciones matemáticas que simulan el funcionamiento del cerebro. La novedad del estudio es su aplicación en control activo en vehículos.
Esta innovación mejora la fiabilidad en la conducción de un ser humano, que solo depende de la vista y de la sensación de velocidad ante una frenada. Por el contrario, estos sistemas, al recoger más datos como la velocidad exacta del vehículo, la potencia del motor, la humedad o la temperatura ambiente, van a responder mejor que un ser humano.
En ese sentido, la magia reside en un algoritmo que responde por el conductor ante una posible emergencia. Éste trabaja como un pequeño cerebro que es capaz de procesar unos datos, de pensar. Hasta el momento, los expertos han centrado las simulaciones en sistemas de frenada y tracción, frente a una situación peligrosa, en la que se activa ese control neuronal.
Otra de las aplicaciones consiste en el perfeccionamiento de exoesqueletos robóticos, es decir, armazones artificiales que ayudan a una persona a mover partes de su cuerpo que no puede articular por sí misma. Por ejemplo, el control de un brazo biomecánico, a través de los impulsos que estas redes neuronales artificiales envían desde el cerebro.
En el campo de la ingeniería destacan otras utilidades, como por ejemplo en la industria, regulando la temperatura de los reactores, la velocidad de los motores o la distribución de los materiales o de la maquinaria. Funcionarán a través de pequeños algoritmos que pensarán cada vez de forma más compleja por sí solos.