Estoy en el MUAC, al interior de una instalación del artista Carlos Amorales que se llama “Historia de la piratería musical”. Más interesante todavía es su subtítulo, “Necrópolis”, y es que en efecto estamos adentro de una necrópolis. Este es el cementerio de la industria musical. Aquí hay discos compactos pintados cada uno a mano con plumones por el propio Carlos Amorales para crear un efecto verdaderamente hermoso y a la vez apocalíptico y nostálgico.
Por Nicolás Alvarado