Los imagino conversando, Jaume fumando uno de sus puros, Imre sonriendo sin que se notara demasiado, charlando sobre literatura de Europa del Este, ambos ya sin prisa, con la eternidad por delante. En esta columna, la editora y escritora describe las diferentes etapas editoriales del escritor húngaro que acaba de fallecer y en la que irremediablemente siempre regresaba a los buenos oficios de su amigo Jaume Vallcorba.
Ciudad de México, 9 de abril (Sin Embargo).- Una de las primeras lecciones sobre cómo se trabaja en la industria editorial la recibí cuando aparecieron los libros de Imre Kertész (1929 – 2016) en español.
Estaba preparando la defensa de mi tesina sobre legalización de la marihuana en 2001 en la UAM Xochimilco y de pronto empezó a circular un librito llamado Sin destino (Acantilado), la historia de un adolescente que sobrevivió a más de un campo de exterminio nazi.
Por esos días también circulaba Un instante de silencio en el paredón (Herder), ensayos, pero era lectura de raros en mi carrera.
¿Quién leía a un húngaro judío cuando en la universidad nos recetaban a Adorno o a Luhmann ?
No imaginaba que poco tiempo después conocería a Jaume Vallcorba, el editor catalán que publicaría a dos de mis escritores favoritos en español: Peter Stamm e Imre Kertész. Tampoco que después llegaría a conocerlo mucho. Lo bastante para decir que nadie salía de una comida con Vallcorba sin una o varias buenas recomendaciones literarias.
Era 2002, mi amigo Sergio González y yo visitábamos Barcelona para presentar su polémico libro Huesos en el desierto (Anagrama). Nos reunimos con el editor catalán en Casa Pepe, en la calle de Balmes, esa tienda gourmet y restaurante que opera desde 1947 y es lugar de visita obligada si se quiere probar, por ejemplo, unos buenos erizos gratinados con relleno de pescado o garbanzos con jamón de jabugo.
En esa ocasión Jaume nos hablaba entusiasmado de dos libros que había publicado, Kaddish por el hijo no nacido y Yo, otro, ambos de Imre Kertész (1929 – 2016). Sergio y yo comentamos la existencia de los ensayos aparecidos en la editorial Herder y Jaume frunció el ceño. Obsesivo como era, en ese momento quería tener todos los libros de Kertész y aquel no podría tenerlo al menos en varios años; lo que duraran los derechos de autor en poder de la otra editorial.
Unos meses después de esa grata comida, el Premio Nobel recayó en este nada conocido escritor húngaro. Contrario a lo que ingenuamente esperábamos algunos, que una editorial pequeña pero de exquisito catálogo recibiera los beneficios de haber descubierto a un gran autor, la siguiente novela del húngaro fue a parar a manos de Alfaguara, que oportunamente hizo una oferta imposible de rechazar.
Tampoco fue largo el placer de Alfaguara de conservar a este gran escritor en sus filas. Liquidación, la novela de la discordia, no tuvo los resultados que esperaban y lo dejaron ir. Con sus siguientes novelas bajo el brazo, Kertész regresó a Acantilado, donde se publicaron Dossier K, Diario de la galera, Un relato policíaco, Cartas a Eva Haldimann, La bandera inglesa y dentro de poco, el último libro que escribió y que, en palabras de Kertész, era la culminación de su obra, La última posada.
No podría asegurar que eso fuera un final feliz pero era una satisfacción para Jaume tener de regreso a su amigo y probablemente para Kertész, quien ya tenía problemas de salud en la época en que se fue de Acantilado, a su pesar por la amistad con Vallcorba.
Amistad que continuó y que ahora mismo debe de vivir una nueva etapa. Los imagino conversando, Jaume fumando uno de sus puros, Imre sonriendo sin que se notara demasiado, charlando sobre literatura de Europa del Este, ambos ya sin prisa, con la eternidad por delante.
¿Quién es Paola Tinoco? Principalmente soy escritora de cuentos y promotora literaria. Me inicié en la difusión de libros a través de la distribuidora de editoriales españolas Colofón, con la que trabajo desde hace ya doce años. A través de esta empresa fui nombrada por Jorge Herralde la representante de su editorial, Anagrama. Trabajo también para las editoriales Siruela, Acantilado y Axial. A veces, cuando me dan chance, edito libros y hago antologías de cuento, una de las cosas que más disfruto. Mis antologías: De lengua me como un cuento (Axial), Cuentos desde el Cerro de la Silla (Anagrama-UANL), Más de lo que te imaginas (Cal y Arena) y Mexicanos en una nuez (Posdata 2015). Oficios ejemplares (2010), publicado por la editorial Páginas de espuma, es mi primer libro de cuentos.