Economía

Laura, con postdoctorados y sin empleo: ¿Por qué México invierte en investigadores y no los usa?

09/03/2018 - 12:05 am

Laura Buendía (*) estudió durante 13 años: tiene Licenciatura, Maestría, Doctorado y dos estancias postdoctorales de dos años cada una. Además es integrantes del  Sistema Nacional de Investigaciones (SNI).

El problema es que no ha sido aceptada en un empleo que le permita seguir haciendo investigación; tener un trabajo de oficina, dice, pone en riesgo incluso su lugar en el SNI.
Durante años ha llenado muchas solicitudes y convocatorias y, a pesar de cumplir con todos los requisitos, ninguna le ha sido favorable. Su experiencia, dice, le deja la sensación de que el Estado mexicano entiende la educación como un gasto y no una inversión. Y peor: aun cuando invierte en recursos humanos y en la formación de investigadores, los desaprovecha en la práctica, pues les cierra la oportunidad de compartir y propagar sus conocimientos.

SinEmbargo realizó una serie de entrevistas con mexicanos con Maestría, Doctorado y estudios de postdoctorado para revisar cuál es su situación ante un mercado laboral cada vez más hostil y tomando como referencia las cifras más recientes de empleo y salarios, que identifican al país en el último lugar entre los países de la OCDE, además de tener los sueldos y las prestaciones más bajas en América Latina.

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Ciudad de México, 9 de marzo (SinEmbargo) .- A pesar de los años adversos y de circunstancias que le han impedido aumentar su desarrollo profesional y humano, y compartirlo con los mexicanos, la doctora Laura Buendía, cree firmemente en la educación, la ciencia y la tecnología en las vías para el desarrollo y crecimiento de un país

Ella estudió durante 13 años su licenciatura, Maestría, Doctorado y sus dos postgrados. Ha tenido algunos empleos como maestra, pero nunca ha logrado obtener una plaza. Mientras no se haya dejado de aplicar las convocatorias que encuentra.

Forma parte también del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), pero no recibe el apoyo porque actualmente no se dedica a la investigación, ya que «por supervivencia» tiene un trabajo en una oficina.

Su situación y la de millones que están como ella, la característica en gran medida a una economía que no crece y que tanto no puede generar empleos, por lo que el Estado otorga becas para que las personas sigan estudiando, pero el problema es que lo hacen como una fuga, ya que estas personas altamente calificadas no logran encontrar un empleo.

Laura estudió su Licenciatura en Comunicación y Periodismo en la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) Aragón, hoy Facultad de Estudios Superiores (FES).

Se tituló de inmediato porque, como ya era mamá, quería empezar a trabajar pronto.

«Desde niña siempre el estudio fue algo muy importante y siempre tuve el interés en una maestría», comenta al inicio de la entrevista con SinEmbargo.

En 2001, se aplicó para una maestría en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Duró dos años y en 2005 ya tenía su grado de Maestra en Relaciones Internacionales. Ya en 2006 ingresó al doctorado en Ciencias Políticas y Sociales.

En ese momento ya trabajaba como profesora de asignatura en las FES Aragón y en 2009 terminó sus créditos del doctorado, luego aprobó el examen de candidaturas, terminó de hacer la tesis y en enero de 2011, obtuvo el grado.

“En ese periodo yo ya estaba intentando encontrar trabajo. Apliqué a algunas universidades, pero me pedían que tuviera publicaciones arbitradas para ingresar al SNI. La forma de publicar es hacer una estancia postdoctoral porque te da cierta facilidad para publicar porque tienes un tutor y el apoyo de una institución”, agrega.

Laura aplicó esa primera vez a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y la aceptaron, pero no ocurrió lo mismo con Conacyt, que rechazó su propuesta y no obtuvo la beca.

Lo intentó en la UNAM y la aceptaron en el Centro de Investigaciones Sobre América del Norte, pero Conacyt volvió a rechazarla. Al mes le hablaron para decirle que ya se había liberado el presupuesto y la aceptaron. Ahí estuvo dos años.

“Terminé eso, salió la posibilidad de irme a Michoacán para otra estancia postdoctoral. Esa fue la opción porque yo estaba desempleada, entonces una beca me ayudaría. Así es como te la llevas: con becas y lo que puedas. Me fui a Morelia, me aceptaron y me dieron la beca Conacyt. Estuve dos años con la expectativa de quedarme allá, ya sea en la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) de Morelia de la UNAM o en la Universidad Michoacana. Pero en ninguna de las dos hubo posibilidades”, cuenta.

LA SITUACIÓN DE MUCHOS

Una de las motivaciones de Laura para estudiar es su convicción de que la educación es una herramienta para la vida y pensó que una formación académica le abriría las puertas laborales. Esa fue la expectativa.

“Siempre fue un proyecto de vida, siempre lo tuve claro: iba a estudiar más que una licenciatura, mínimo una maestría. Sé organizar bien mi tiempo: mientras mi hija estaba en la escuela, yo hacía mis actividades: irme a las clases cuando tenía que tomar seminarios, avanzar en la investigación, visitar bibliotecas y hacer mis lecturas para que también cuando ella estuviera poder dedicarle tiempo”.

Con el paso de los años, estudiar se convirtió en una forma de supervivencia por medio de becas al enfrentarse al desempleo.

“Las puertas no se abrían. Yo lo noté desde que terminé la Maestría. Ahí me vi desempleada. Empecé a buscar y me di cuenta que era la misma situación de varios de mis compañeros, que estaban dando una clase aquí y otra allá. La mayoría son personas que tienen que dar clases en dos o tres lugares para poder sacar más o menos un salario adecuado”, agrega.

Hubo un periodo en el que dio clases en un instituto de Morelia y también en la FES Aragón, entonces iba y venía, pero no hacía investigación. Todas sus horas eran frente a grupo, lo que exige además tiempo para preparar clase.

“Cuando empecé el doctorado me sentí contenta, pensé que ya con ese grado todo avanzaría. Pero no, ahora el reto eran las publicaciones. Bueno, entonces el postdoctorado. Me aventé dos estancias de dos años cada una, pero ¡ahora, ya tengo el SNI y tampoco!”, sostiene Laura.

El SIN, explica, es el reconocimiento que te da el Gobierno federal por tu labor como científico, tu labor como investigador, como formador de recursos humanos, dirigiendo tesis a nivel licenciatura, doctorado, creando cuerpos de investigación, grupos de investigación o líneas temáticas y hay diferentes niveles.

A cada nivel se le da también un estímulo económico, pero para mantenerse dentro del Sistema se debe generar producción científica y no es cualquier cosa: es publicar artículos en revistas con arbitraje, que sean reconocidas por el sistema Conacyt, formación de recursos humanos, publicación de libros con editoriales de prestigio y estar adscrito a una institución pública o privada, pero realizando investigación.

En la búsqueda de entrar a un sitio donde pueda hacerlo, ha visto en las convocatorias, por ejemplo la UNAM, en la que hay un tope de edad, elemento que considera discriminatorio.

También sostiene que hay simulación.

“Aplico a las convocatorias, me piden los requisitos, hay muchas en las que estoy segura que cumplo con todos los que piden, pero no obtengo respuesta. Como muchas cosas en México, tengo la idea de que ahí hay dedazo. Somos ya muchas las personas las que estamos en búsqueda de esas plazas y no hay suficientes. Lo que permea es el problema de que no hay suficientes recursos económicos para crear más universidades, más plazas y, en cambio, tenemos más universidades estatales con crisis económica. Puedo cambiar mi lugar de residencia, pero si las universidades están en quiebra, ¿a dónde te vas?”, comenta.

NO HAY UNA PLANEACIÓN

Actualmente, Laura trabaja en una dependencia en la que gana casi la mitad de lo que me daban de beca postdoctoral que era de 26 mil pesos mensuales.

“Y para lo que estoy haciendo, estoy sobre calificada. Es frustrante. Te preguntas si preparaste demasiado para esto y además creo que es un desperdicio. El Estado invierte en formar gente para que después esté desempleada. A veces uno puede creer que es un problema individual; que a lo mejor yo no doy el ancho, que no estoy aplicando bien, pero los casos sobran en las mismas condiciones”, señala.

Para cubrir todos sus gastos, seguirá en ese trabajo y a la par, aplicará a otras convocatorias “ya de lo que encuentre” aunque ponga el riesgo el registro en el SNI –que pone como requisito dar clases pero a nivel doctorado–, pero lo que quiere es  tener algo seguro, incluso el salario pasa a segundo plano.

“Es una mala política del Estado porque al otorgarte un beca eres una inversión, pero que no reditúa porque la persona está haciendo todo menos investigación. No hay un proyecto nacional de ciencia, tecnología, desarrollo, educación y sí creo que los gobiernos neoliberales en este país ven la educación como un gasto y no como una inversión. Tengo la convicción de que el desarrollo y el crecimiento de un país en todo sentido es sólo con educación, cultura, ciencia, tecnología. Esto es un desperdicio de talento, de alguien que te puede generar riqueza, si se quiere ver en lenguaje de los neoliberales. Y es gente del área de ciencias sociales y también de las ciencias duras en la misma situación”, afirma.

Concluye que desde su perspectiva, todo el otorgamiento de becas se ha convertido en una forma de «darle fuga» a todo el desempleo: «si tienes toda esta gente, bécalos para el postgrado, aunque luego sean personas sobre calificadas y con empleos para el pecado» empleos. el problema se va complicando y un postergando. No hay una Política de Estado con miras a Largo Plazo. No se les Interesa».

– (*) El nombre real de Gabriela fue modificado a petición expresa.

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Daniela Barragán
Es periodista por la UNAM, con especialidad en política por la Carlos Septién. Los últimos años los ha dedicado al periodismo de datos, con énfasis en temas de pobreza, desigualdad, transparencia y género.
Daniela Barragán
Es periodista por la UNAM, con especialidad en política por la Carlos Septién. Los últimos años los ha dedicado al periodismo de datos, con énfasis en temas de pobreza, desigualdad, transparencia y género.
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