Mank es una de las películas que Fincher tenía en su cabeza desde hace décadas. De hecho, iba a ser su cuarto largometraje, tras el estreno de The Game.
MADRID, 08 de diciembre (Europa Press).– Mank está conquistado a crítica y público. La nueva película de David Fincher ya está disponible en Netflix. Una apuesta atrevida del director de El club de la pelea, con la que el cineasta termina uno de sus más longevos proyectos y con la que Gary Oldman y Amanda Seyfried ya suenan para el Oscar. Sin embargo, originalmente el realizador de La red social tenían otros nombres muy distintos en mente para la cinta: Kevin Spacey y Jodie Foster.
Aunque estrenada en este 2020, Mank es una de las películas que Fincher tenía en su cabeza desde hace décadas. De hecho, iba a ser su cuarto largometraje, tras el estreno de The Game. De ahí, que el director haya decidido llevar a la gran pantalla el guión que había escrito su padre, Jack Fincher, para el proyecto (además de ser un homenaje, pues su progenitor falleció en 2003).
En ese momento, Fincher tenía pensado que Kevin Spacey, con el que ya había trabajado en Seven, interpretarse el papel de Herman J. Mankiewicz, guionista de la aplaudida Ciudadano Kane y que en la película de 2020 interpreta Gary Oldman.
Para el papel de Marion Davis, la amante de William Randolph Hearst, quería a Jodie Foster, con la que posteriormente trabajó en La habitación del pánico, personaje que interpreta Amanda Seyfried. Los dos actores eran sinónimo de éxito en el Hollywood de los 90, por lo que la taquilla podría haber funcionado.
PROBLEMAS CON LA PRODUCTORA
Sin embargo, Fincher tuvo varios encontronazos con la productora, PolyGram, que había producido The Game y que había apostado por otro proyecto suyo. El principal motivo de los conflictos es que el director quería rodar la cinta en blanco y negro con una calidad visual que evocase a las producciones de la Edad de Oro de Hollywood, algo a lo que se negó el estudio.
«PolyGram se enfureció debido a todo tipo de clichés ridículos, varios de ellos relacionados a acuerdos de producción que tenían en Centroamérica. Habríamos tenido que rodarlo todo a color y luego pasarlo a blanco y negro. El proyecto se cayó», declaró el cineasta a la revista Variety.
Pese que en los 90 el éxito de La lista de Schindler, rodada prácticamente en blanco y negro, podía servir de referente, los productores de PolyGram no estaban seguros de que una cinta que emulase al cine del Hollywood dorado pudiese triunfar en la taquilla. Algo que provocó que Fincher guardase en un cajón el proyecto hasta ahora, cuando Mank ve la luz con Fincher convertido ya en uno de los grandes cineastas de su generación.