No hay medicinas suficientes. No hay personal que dé abasto en los hospitales. Mientras las autoridades se culpan por la falta de presupuesto, otros organismos señalan irregularidades y falta de estrategia.
Por Diego Santana
Saltillo, Coahuila, 8 de noviembre (Vanguardia).- El sistema de salud en México y Coahuila está enfermo. Lo dicen los datos, autoridades, personal en los hospitales, los pacientes, derechohabientes y algunas organizaciones civiles. ¿Qué le pasa? Le faltan insumos básicos: medicinas, personal y presupuesto.
A nivel federal, hasta julio de 2021 se reportaron 16 millones de recetas no surtidas efectivamente en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), de acuerdo con información de la Plataforma Nacional de Transparencia y el Informe de Transparencia en Salud realizado por el movimiento de exigencia colectiva “Nosotrxs”.
Yessica Corral Urbina, politóloga y coordinadora de la Causa Reconstrucción Transparente en dicha organización, consideró que al tomar en cuenta este panorama, 2021 sería el año con mayor desabasto de medicamentos en México. La comparación inmediata es 2020, que cerró con 20 millones de recetas no surtidas.
Al tomar en cuenta lo anterior, se espera que 2021 sea el año con mayor desabasto de medicamentos en México, superando al 20 que registró 20 millones de recetas no surtidas. Esto a decir de Yessica Corral Urbina, politóloga de la UNAM y coordinadora De La Causa Reconstrucción Transparente en dicha institución.
Por su parte, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), señaló en febrero de este año que los cambios en el sistema de compras públicas para adquirir medicamentos, los desafíos regulatorios, así como la falta de una visión estratégica en el sector farmacéutico, han provocado la escasez, el sobrecosto y la falta de transparencia en los procesos de compra.
En la exposición de motivos del Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2021, se indica que se destinaron 90 mil 572 millones de pesos para la compra de medicamentos e insumos para la salud, y que se ejercieron por la Secretaría de Salud, el IMSS y el ISSSTE. Tal monto, sin embargo, parece no ser suficiente.
Debido a una declaración hecha por el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud @HLGatell se desató una polémica sobre la escasez de #medicamentos.
El IMCO analizó las raíces de la problemática.
Algunos detalles de la investigación revelaron?: pic.twitter.com/eyhHm7C6bm— IMCO (@imcomx) June 29, 2021
Sobre la falta de personal, la Secretaría de Salud Federal dijo que son necesarios 140 mil médicos generales para cumplir con los parámetros de la Organización Mundial de la Salud. Con eso, se establecerían tres médicos por cada mil habitantes para brindar servicios básicos.
Sin embargo, la oferta se ha mantenido estancada en los últimos años. En 2014, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), a través de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, reconoció que en el país existen 2 médicos por cada mil habitantes.
Este número apenas creció para 2017, último dato disponible en México. De acuerdo con el informe de Estadísticas en Salud de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) 2020, México tenía 2.4 médicos por cada mil habitantes. Cabe comparar que además, esto significa que el país está por debajo de la media de América Latina y el Caribe que es 3.5.
En octubre de 2021, durante una de sus conferencias «mañaneras», el Presidente Andrés Manuel López Obrador argumentó que no hay suficiente personal de salud porque sus antecesores privatizaron la educación, dejando sin oportunidad a quienes no pueden pagar estudios profesionales.
Y el panorama en Coahuila es un reflejo del panorama nacional. José Manuel Riveroll Duarte, secretario de la Sección 87 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud, dijo que en la región lagunera se tenía un porcentaje de abastecimiento inferior al cincuenta por ciento.
Tal información corresponde a septiembre de 2021.
La Secretaría de Salud del Estado atribuye este porcentaje a que el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) les ha surtido apenas el 10 por ciento de medicamentos durante este año.
¿Pero qué hay más allá de los datos?, ¿cómo se encarnan estas cifras frente a los padecimientos crónicos?, ¿qué hay de quienes llevan una vida diaria hasta que un accidente lo cambia todo?
Adriana Guevara, de 56 años, tiene que llevar a sus revisiones médicas a sus padres. Francisca, de 75, es diabética, y derivado de eso, sufre de presión alta, dificultades de vista y problemas renales. Antonio, de 84, vive las complicaciones que vienen con la edad.
La mujer es derechohabiente del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), mientras que el hombre está afiliado al IMSS.
En palabras de Adriana, pisar las instalaciones de cualquier de estas organizaciones significa “una avalancha de horrores”.
Fila de casi dos cuadras de distancia para conseguir el medicamento en la farmacia. El riesgo de llegar a la ventanilla y que no tengan el medicamento en existencia. Tratos prepotentes por parte de los servidores públicos.
A Adrián incluso le han dicho cosas como “dele gracias a su Presidente, que por eso no hay medicamentos”.
Estos tratos que considera indignos, los ha encontrado tanto en el IMSS como en el ISSSTE.
“Los doctores se comportan muy déspotas, inhumanos, y fríos. Son pocos los que te atienden bien. Da coraje porque ellos ni siquiera te dicen: ‘¿sabe qué? Nosotros manejamos estos medicamentos básicos, pero usted requiere de algo mejor. Aquí no se manejan, por el precio alto, pero se pueden conseguir por fuera’. Nada de eso. No te dicen nada”, comentó Adriana.
En 2019, llevó a Francisca a una cita en el ISSSTE para realizarle estudios de laboratorio a uno de sus riñones. El doctor a cargo, al ver los resultados, le dijo que “si fuera mi madre yo la internaba inmediatamente. Sin pensarla”.
Con toda premura, internaron a Francisca. La entubaron. Le pusieron suero. Le dieron analgésicos y la prepararon para la intervención. Una hora después, cuando llegó el doctor y vio los estudios, dijo que no había nada qué hacerle.
“A mí no me corresponde, yo soy de diálisis y ella no es de diálisis”, le replicó el nefrólogo.
Adriana y su madre, tras darla de alta, salieron de ahí sin haberle hecho nada. Y tuvieron que internarla al día siguiente en una clínica privada, lo que representó un golpe duro para su economía.
“Lo mismo pasa en el IMSS. Mi papá salió mal de los riñones, pero no le quisieron hacer nada, así que lo dieron de alta. Y cuando fui a reclamar me dijeron: ‘pues es que no hay medicamento, hasta que se requiera la diálisis’. Te dicen a cada rato que vayas al médico una vez al año, o cada seis meses, para prevenir, y ¿qué es lo que dicen ellos? ‘No, venga hasta que ya necesite la diálisis’”.
En 2018, el área de Atención y Orientación al Derechohabiente reconoció que en el IMSS se reciben de dos a tres quejas diarias por el mal trato, negligencia y falta de atención por parte del personal médico.
Hasta 2018, en México, las compras de medicamentos solían hacerse a través de un proceso llamado “Compras Consolidadas”. Esto era organizado por el IMSS, la institución de seguridad social más grande de Latinoamérica, y por tanto, la consumidora más grande de medicamentos e insumos.
Pero en 2019, el Gobierno Federal le designó a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) la tarea de realizar las compras públicas del país, entre esas, la de medicamentos.
En 2020, se transfirió esta capacidad al INSABI, para la compra de medicamentos para el abasto nacional del 2021 al 2024. Sin embargo, con un atraso en este aspecto, el Instituto de Salud autorizó a hospitales para realizar compras de medicamentos e insumos para la salud por su propio medio.
Enrique Martínez, director general del Instituto Nacional de Investigación e Innovación Farmacéutica (INEFAM), encontró una inflación general del 31 por ciento en el primer trimestre de 2021.
Este es el incremento más alto en 20 años, en los precios de fármacos conseguidos por las instituciones de salud.
Según Enrique, este aumento de precios se debe a que los centros de salud realizan “adjudicaciones directas”, lo que significa que adjudican de manera directa el contrato a una persona sin que haya un proceso de competencia, para intentar cumplir con la demanda de los consumidores. Procedimiento que no garantiza mejores precios.
Adicionalmente, en 2019, el Gobierno prohibió a las empresas distribuidoras participar en los procesos de compras públicas de medicamentos al ser señaladas de actos corruptos, sin que a la fecha existan investigaciones al respecto.
Mientras tanto, las farmacias de las instituciones de salud en la región laguna, como el IMSS, el ISSSTE, y el Hospital General, siguen escasas en medicamentos.
Por esto, los gastos por parte de pacientes van de los mil a los 3 mil pesos al mes, como en el caso de Adriana Guevara. La mayoría de ellos, sin embargo, son usuarios de escasos recursos, provenientes de colonias y ejidos con un alto grado de marginación.
MUCHOS PACIENTES, POCO PERSONAL DE SALUD
La entrada principal a la sala de emergencias del Hospital General de Torreón siempre está abarrotada. Amigos y familiares llegan en busca de auxilio a este centro de salud ubicado en la colonia Villas del Sol (una zona marginada).
Y una de esas personas es Elvira Soledad Limones, de 43 años, quien lleva 48 horas esperando a su hija, de 24 años, quien ingresó al hospital con presión alta y teniendo 37 semanas de embarazo.
Por la saturación de pacientes, la mala administración y la falta de personal médico, Elvira no ha sabido nada más de su hija. Al ingresar le quitaron el celular a la chica de 24 años quedando incomunicada.
“Son muchos pacientes para muy pocos doctores. Aquí falta mucha gente para que, de perdido, nos informen cómo van nuestros familiares porque no me han dado nada de información”, reclamó la madre.
Quien parece ser un guardia de seguridad (lleva un uniforme que lo delata así en vez de evidenciarlo como enfermero o doctor) está encargado de llevar el control de ingresos y egresos de familiares. De pronto grita un nombre, grita otro. Personas se acercan. Pero en dos días, no hay noticias de la hija de Elvira.
“Lo malo es que si uno no está al pendiente, se te puede pasar el turno, o en un descuido o algo, ni te das cuenta que ya te llamaron”, señala.
La noche anterior a la entrevista, la mujer caminó hasta una tienda cercana al hospital para que le dejaran cargar el celular. Y es que a la clínica no la dejan entrar y tampoco hay cargadores en las afueras.
Pero no es el traslado lo que le preocupa. Es que la asaltan. Que la ataque algún perro callejero. Que en su ausencia la llamen. O peor, que en ese lapso, aunque sea breve, su hija muera y ella no esté ahí haciendo todo lo que pueda hacer.
Durante la misma madrugada en que Elvira llegó al hospital, una mujer y un hombre llegaron corriendo y gritando con un bebé en brazos a la sala de emergencias. Ella presenció cómo se tardaban en atenderle, y en sus palabras, fue un tiempo muy valioso para decidir si el bebé vivía o moría.
Sus palabras no son una preocupación vacía.
El bebé murió esa misma noche. Y los papás, tienen esperando también 48 horas a que les entreguen el acta de defunción.
¿Qué les impide tenerla? Eso mismo, confirma una enfermera, la falta de personal médico y administrativo.
La espera de la mujer y el hombre que llegaron con su hijo en brazos está ahora llena de sollozos. Sentados en un extremo de la sala, se acurrucan sin poder dormir, mientras en el otro lado, los guardias que cambian de turno abren sus mochilas y sacan sus lonches.
Elvira y otros familiares que esperan a sus pacientes, tienen la percepción de que en el hospital todos hacen lo que se les da la gana, pues han observado que no hay un control del personal.
“En los dos días que llevo aquí, he visto cómo llegan doctores y enfermeras a distintas horas, riendo, platicando, con toda la tranquilidad, mientras todos los demás estamos esperando, aquí en el sol. Queremos alguna respuesta de si nuestros hijos o hijas están bien, si están con vida, si están en riesgo”, expresó.
Este crudo panorama, como se dijo antes, no sólo lo viven los derechohabientes y quienes enfrentan una emergencia.
Diana Laura Cuellar, de 26 años, es enfermera en el Hospital General de Torreón, y dice que hay temporadas en las que no cuentan con casi nada de insumos ni medicamentos. En lo que va del año, afirma, han estado en ceros durante dos meses.
“Hubo un momento durante esos dos meses en que sólo habían soluciones de un tipo y de mil o 500 mililitros. Es imposible atender así a los miles de pacientes que llegan a la semana”, precisó.
Diana asegura que lo que más hace falta son soluciones, jeringas, equipo de venoclisis, catéteres, y los medicamentos básicos más usados como ceftriaxona, paracetamol, y ketorolaco.
En los casos en los que es importante el uso de ciertos medicamentos, y no se cuentan con ellos, se sustituyen por otros, o se les pide a los familiares de pacientes que vayan a conseguirlos por fuera.
“La verdad es que muchas personas sí se quejan con nosotros porque viven muy lejos y son de escasos recursos. Entonces a la mayoría de nuestros pacientes se les complica porque se mueven sin compañía, gastan en medicamentos caros, o a veces están solos, sin ayuda, cuidando de su familiar”, puntualizó la enfermera.
México, a través del INSABI suscribió un acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) para la gestión de la compra de medicamentos y material de curación que, según el titular del INSABI, Juan Ferrer, fue de 100 mil millones de pesos para el 2021.
El 29 de mayo de 2021, el titular de la Secretaría de Salud, Jorge Alcocer, anunció que la compra de medicamentos por parte de la UNOPS había generado al país un ahorro de 11 mil 880 millones de pesos; sin embargo, el periodista David Agren, a través de su nota periodística “Lack of medicines in Mexico”, y gracias a analistas consultados por él, señalaron que la realidad es que no se están comprando los medicamentos.
LOS PELIGROS DE SER MIGRANTE
José Raudales, de 19 años, migrantehondureño, salió de su país a finales de agosto de 2021. Pero en vez de encontrarse con el sueño americano, terminó viviendo una pesadilla mexicana.
Sufrió un accidente en las vías del tren.
No fue como en la mayoría de los casos, donde caen de la bestia o quedan atrapados entre los durmientes. Él intentaba ayudar a una mujer y sus dos hijas para que el tren con destino a Estados Unidos no las arrollara.
Cuando los paramédicos lo encontraron, fue trasladado a una clínica del IMSS. Ahí intentaron darle la mejor atención, pero le tuvieron que amputar el brazo derecho y parte del glúteo.
Posterior a esto, y al no tener seguridad social en el país, fue llevado al Hospital General de Torreón, donde lleva dos meses internado.
La enfermera, Diana Cuellar, recuerda la llegada de José al hospital, con complicaciones severas en todo su cuerpo. Requerían cirugías, insumos, vendas, gasas, y antibióticos.
José estaba solo, sin ningún familiar, sin ningún amigo o conocido que pudiera ayudarlo a solventar los gastos.
La enfermera recuerda cómo los familiares de otros pacientes, colectivos de migrantes, y hasta personal médico ayudaron a cubrir algunas de las necesidades, como pañales, toallas húmedas, y medicamentos; sin embargo los costos y requerimientos continuaron creciendo.
“Afortunadamente salió del peligro pero fue muy complicado para él porque llegó un momento en que se deprimió mucho, al no estar en su casa, sin su familia, sin su brazo, sin dinero, sin tener la seguridad de que el hospital podría solventar todo”, dijo Diana.
Cuellar asegura que José aún necesita de muchas cosas, y teme que el Hospital ya no pueda cubrirlo. Porque si por algo ha sobrevivido, ha sido por los médicos, el personal, y las donaciones de las personas, pero, asegura, que en el hospital jamás tuvieron los medicamentos, el equipo, y los insumos para mantenerlo vivo.
“Son bastantes las personas que están solas, que están internadas y no tienen a alguien. Ahorita han de haber como unas diez, que están desamparadas, y necesitan de ayuda económica para poder cubrir sus necesidades médicas, pero como te digo, sí falta mucha ayuda económica, sobre todo de insumos, y de personal”, finalizó Diana.
UN CUENTO SIN FIN
Tan sólo en julio de este año, la iniciativa ciudadana “Cero desabasto”, de la organización “Nosotrxs”, colocó a Coahuila en el quinto lugar a nivel nacional con mayor desabasto de medicamentos, en el reporte del primer cuatrimestre del año.
Los principales medicamentos faltantes, según los reportes recibidos en 2021 a Cero Desabasto, son para la diabetes mellitus, cáncer, enfermedades reumatológicas, la hipertensión, salud mental, insuficiencia renal, epilepsia, VIH y enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Este desabasto de medicamentos, documentado a nivel nacional, se refiere a las instituciones médicas del IMSS, ISSSTE y unidades del INSABI, que suman el 90 por ciento; el 10 por ciento restante considera a los hospitales estatales de salud.
Al primero de octubre, el Instituto de Salud para el Bienestar, y de acuerdo a esta misma institución, sólo ha entregado 9.5 por ciento de todos los medicamentos solicitados por los estados en la compra que se consolidó este 2021.
A la fecha, el INSABI solo ha entregado un millón 746 mil 820, de los 18 millones 394 mil 609 que se pidieron.
Hoy por hoy Coahuila forma parte de las entidades con más bajo porcentaje de medicamentos entregados, con un 2.2 por ciento.
Semanario buscó al personal del IMSS e ISSSTE para que dieran sus posturas al respecto, pero argumentaron no tener tiempo para brindar la información.