Lisboa, 8 nov (EFE).- La continuidad del Gobierno conservador portugués pende de un hilo apenas diez días después de tomar posesión, ya que a principios de semana puede ser derribado en el Parlamento con los votos de socialistas, marxistas y comunistas.
Tras vencer los comicios del pasado 4 de octubre sin mayoría absoluta, el Ejecutivo liderado por Pedro Passos Coelho presenta en la Cámara el lunes y el martes su programa de Gobierno, momento en el que se decidirá finalmente su futuro.
La Constitución lusa no obliga a que este documento sea sometido a votación en el Parlamento, una característica que la mayoría de juristas justifica con el objetivo de favorecer la existencia de gobiernos en minoría.
Sin embargo, la Carta Magna sí permite a los partidos con escaños en el hemiciclo presentar una «moción de rechazo» que, de ser aprobada, implica la dimisión del Ejecutivo, que quedaría en funciones hasta que el jefe del Estado, Aníbal Cavaco Silva, volviera a pronunciarse.
Desde la llegada de la democracia a Portugal, hace más de cuatro décadas, este recurso sólo prosperó una vez, en 1978, con el independiente Alfredo Nobre da Costa como líder del Gobierno durante apenas tres meses, incluyendo el período en el que ejerció en funciones.
La presentación del programa elaborado por Passos Coelho y su equipo comenzará en la tarde del lunes y terminará el día 10.
Es precisamente el martes cuando está previsto que sea votada al menos una «moción de rechazo», aunque todavía no está claro si la izquierda presentará una de forma conjunta o lo hará cada partido de forma individual.
El Partido Socialista (PS), el Bloque de Izquierda (BE, en sus siglas en portugués) y el Partido Comunista Portugués (PCP) ya anunciaron su intención de apoyar estas iniciativas, lo que, al contar con mayoría absoluta -120 de los 230 escaños-, supondría la dimisión del Ejecutivo conservador.
Sin embargo, analistas portugueses especulan con la posibilidad de que algún diputado de estas tres formaciones contrario a esa alianza pueda romper la disciplina de voto.
En caso de salir adelante la moción, la decisión volvería a manos del Presidente, el conservador Aníbal Cavaco Silva, a quien la Constitución lusa otorga un vasto poder a la hora de interpretar el resultado de las elecciones y decidir quién debe gobernar.
Su primera elección fue Passos Coelho, opción que justificó por haber sido el candidato más votado, con casi el 39 por ciento de las papeletas, seis puntos más que los socialistas.
Además, el jefe del Estado recordó que la izquierda no le había presentado un documento que plasme su acuerdo para gobernar, que ahora parece estar prácticamente cerrado.
Durante su alocución al país para explicar esta decisión, Cavaco Silva criticó a las fuerzas de izquierda por considerar que la solución que le habían presentado era «claramente inconsistente» y no suponía una alternativa «estable, duradera y creíble».
«Este es el peor momento para alterar los fundamentos de nuestro régimen democrático. Esta opción no responde a la voluntad que los portugueses expresaron el pasado 4 de octubre», añadió el presidente, en clara alusión a la posición crítica que defienden tanto el BE como el PCP respecto al euro y la OTAN, entre otros.
El sistema político portugués, de carácter semipresidencialista (al estilo del francés y diferente al parlamentarismo de España o Alemania), concede al jefe del Estado amplios poderes a la hora de escoger primer ministro.
Una vez sea rechazado el Ejecutivo de Passos Coelho, Cavaco Silva deberá optar entre encargar a la izquierda la formación de Gobierno, mantener al actual en funciones hasta la celebración de nuevas elecciones -no antes de junio de 2016- o formar un Ejecutivo «de iniciativa presidencial» con personas independientes.