Manuel Miranda Anaya, de la Facultad de Ciencias de la casa de estudios, estudia las afectaciones a los ciclos circadianos fisiológicos y metabólicos, por lo que influye también en procesos intelectuales.
Por DGCS-UNAM
Ciudad de México, 8 de octubre (SinEmbargo).– La obesidad afecta los ritmos biológicos del organismo porque está vinculada a un desajuste de los ciclos circadianos de diversos procesos fisiológicos y metabólicos, descubrieron especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que indagan esta relación en un modelo experimental.
En varios estudios hechos con animales se ha notado que, por ejemplo, la expresión de genes en organismos obesos se presenta con menor intensidad o a distintas horas de lo que ocurre con los delgados, dijo Manuel Miranda Anaya, de la Facultad de Ciencias (FC) en un comunicado.
Muchas de sus funciones se ven transformadas, como las de nutrición, de respuestas conductuales (memoria, aprendizaje) y de metabolismo.
RITMOS CIRCADIANOS
Los ritmos circadianos (del latín circa, “alrededor de”, y dies, “día”) son oscilaciones de las variables biológicas en intervalos regulares de tiempo.
Todos los organismos vivos tienen variaciones fisiológicas asociadas a un cambio ambiental rítmico. En el hipotálamo medial del cerebro, el núcleo supraquiasmático es el “reloj maestro” que dirige estos procesos en todo el cuerpo, explicó Miranda.
El investigador sostuvo que la organización temporal que hay entre diversas funciones relacionadas con la ingesta del alimento o con el metabolismo está vinculada a procesos de regulación circadiana, y la obesidad implica un estado distinto, en donde muchas de estas funciones tienen que organizarse de forma diferente. “Esta nueva organización no necesariamente es adecuada o funcionalmente más eficiente”, expuso.
Eso significa que señales de hormonas o control de metabolitos pueden darse de forma irregular a lo largo del día. Por ejemplo, cuando uno acaba de comer tiene que coordinar funciones de saciedad con aquellas de recaptura de nutrientes, y su almacenaje o su uso, y esto ocurre de mejor manera a una hora del día que a otra.
“En el estado de obesidad esta eficiencia de regulación se vuelve menor y el patrón cíclico o circadiano que tiene se deforma o se pierde”, añadió.
MÁS AFECTACIÓN EN HEMBRAS OBESAS
En condiciones de bioterio, algunos animales desarrollan obesidad sin necesidad de recibir dietas ricas en grasas o carbohidratos; en consecuencia, muchas de sus funciones (que son cíclicas) se pierden o se deforman, comentó.
Se ven transformadas algunas funciones fundamentales: de nutrición, de respuesta de integración en el sistema nervioso, de respuestas conductuales (memoria, aprendizaje) y de metabolismo.
Cuando Miranda y sus colegas analizaron estas funciones en machos obesos y las compararon con hembras en la misma condición, en estas últimas las diferencias fueron mucho más contrastantes. “Aunque tenga dos animales con el mismo sobrepeso u obesidad, las variantes serán más notables en las hembras”.
Si se revisa en la bibliografía la incidencia de múltiples enfermedades en torno al sexo de los seres humanos, está documentado que el género puede ser un factor que incremente ciertos riesgos o complicaciones.
“Los hombres tenemos nuestros factores de riesgo y las mujeres los suyos. En este caso, todo lo relacionado con la participación de las hormonas que regulan el ciclo menstrual tienen impacto en otros sistemas fisiológicos, entre ellos el metabolismo. Es claro que en la mayoría de mujeres que entran a la menopausia comienza a notarse una dificultad en el control de peso, en cambio en los hombres no hay un cambio tan súbito, sino gradual, con la andropausia”, resaltó.
En su modelo experimental, Miranda centra su atención en distintos procesos fisiológicos como la regulación del estado de hambre y saciedad, así como la capacidad de respuesta ante una restricción de alimento, y ha notado que los animales obesos tienen grandes desventajas en términos conductuales y fisiológicos. “Esto se incrementa en las hembras obesas”, reiteró.
La idea de trabajar con modelos de mamíferos es explorar las posibles consecuencias de esa condición y si hay alguna similitud de lo que se observa con los humanos. “No podemos hacer una relación directa, pero es notable que en estudios clínicos la respuesta de las mujeres a un tratamiento suele ser distinta a la que ocurre en hombres”.
Para saber por qué el sexo condiciona reacciones distintas en las mujeres, el universitario y su equipo analizan estos mecanismos a nivel básico en el laboratorio.
Miranda Anaya, doctor en Biología, dirige el Departamento de Neurobiología de Ritmos Biológicos, dentro de la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación (UMDI) de la UNAM, ubicada en el campus Juriquilla, Querétaro.