Svetlana Alexiévich se mostró convencida de que con su campaña de bombardeos en Siria, el Presidente ruso, Vladímir Putin, está llevando a su país a un «segundo Afganistán».
Moscú, 8 oct (EFE).- La bielorrusa Svetlana Alexiévich, galardonada con el Premio Nobel de Literatura, aseguró hoy en su primera comparecencia pública que no siente respeto por «el mundo ruso de Stalin y Putin».
«Respeto el mundo ruso de la literatura y la ciencia, pero no el mundo ruso de Stalin y Putin», dijo durante una rueda de prensa retransmitida en directo por internet.
Alexiévich, quien llegó al acto en el coche del embajador sueco, se mostró agradecida por el galardón ante decenas de periodistas que la aguardaban en la sede del PEN Internacional de la capital bielorrusa.
«Tampoco me gusta ese 84 por ciento de rusos que llama a matar ucranianos», señaló la escritora que nació en 1948 en el oeste de Ucrania.
Además, se mostró convencida de que con su campaña de bombardeos en Siria, el presidente ruso, Vladímir Putin, está llevando a su país a un «segundo Afganistán».
La Guerra de Afganistán, acontecimiento que precipitó la desintegración soviética, es el protagonista de su libro «Los chicos del zinc» (1989), escrito desde el punto de vista de los veteranos y de las madres de los caídas en el país centroasiático.
La escritora confesó que quiere «mucho» a Ucrania y recordó que estuvo en la revolución que tuvo lugar el pasado año en Kiev en la que fue derrocado el presidente, Víktor Yanukóvich.
«Estuve en (la plaza) Maidán y he llorado ante las fotografías de la centuria celestial», los ciento caídos en la revuelta popular de febrero de 2014, dijo.
NOBEL PARA EL REPORTAJE PERIODÍSTICO
El Nobel de Literatura de este año ha reconocido por primera vez el reportaje periodístico en la figura de la bielorrusa Svetlana Alexiévich, premiada hoy «por sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo».
La Academia Sueca ha resaltado que su obra profundiza en la comprensión de toda una era a través de un método «extraordinario», un collage de voces humanas compuesto de forma cuidadosa.
«Ha inventado un nuevo género literario, supera el formato del periodismo, continuando lo que otros autores han contribuido a elaborar», señaló minutos después de anunciar el nombre de la ganadora la nueva secretaria permanente de la Academia, Sara Danius.
Danius, que asumió el puesto hace unos meses, es la primera mujer que ostenta ese cargo en la institución que concede el Nobel de Literatura y que este año eligió a la autora bielorrusa «con gran acuerdo y entusiasmo».
Alexiévich, de 67 años, era la gran favorita, en las casas de apuestas y en Estocolmo; con el aval, entre otros, de Maria Schottenius, exjefa de Cultura de «Dagens Nyheter», principal diario sueco, y que ya había acertado de antemano los ganadores en 2008 y en 2009, entre acusaciones veladas de haber recibido información privilegiada.
En declaraciones a varios medios suecos desde su residencia en Minsk, la ganadora mostró sin embargo su sorpresa por el galardón.
«Lograr este premio es algo grande. Es algo del todo inesperado y casi una sensación inquietante. Pienso en los grandes autores rusos como Boris Pasternak», dijo a la televisión pública sueca «SVT», asegurando que viajará a Estocolmo para recibir el Nobel, que se entrega el 10 de diciembre.
Uno de los libros en los que recoge hechos reales en su afán por acercarse lo más posible a la realidad, un enfoque literario presente desde su primer libro, «La guerra no tiene rostro femenino» (1983), que escribió mientras trabajaba en un diario de Minsk tras haber compaginado esa profesión con la de profesora.
Esa obra está basada en entrevistas con cientos de mujeres que participaron en la II Guerra Mundial y es una especie de novela colectiva, un género a caballo entre la literatura y el periodismo.
Fue además el primero de un ciclo bautizado «Voces de la Utopía», donde describe la vida en la Unión Soviética desde la perspectiva del individuo.
Con esa misma forma de trabajo, Alexiévich abordó el fracaso de la utopía comunista con «Hechizados por la muerte» (1994), un reportaje literario sobre el suicidio de aquellos que no soportaron el fracaso del mito socialista y más tarde las consecuencias del desastre nuclear en «Voces de Chernóbil» (1997).
Autora además de tres piezas teatrales y de 21 guiones para cine, cerró el ciclo sobre la vida en la época soviética con «Tiempo de segunda mano» (2013).
Entre sus influencias más importantes resaltan las notas de las experiencias de los soldados en la I Guerra Mundial tomadas por la enfermera y escritora Sofia Fedorchenko y los reportajes de su compatriota Ales Adamovich en el siguiente gran conflicto bélico.
A Alexiévich se la ha comparado a menudo con el ruso Alexandr Solzhenitsin y con el periodista polaco Ryszard Kapuscinski, que, según especulan medios suecos, habría ganado el Nobel en 2007 de no haber muerto justo ese año.
La autora bielorrusa recibirá los 8 millones de coronas suecas (855 mil euros, 954 mil dólares) con que están dotados el premio de Literatura y el resto de los Nobel, cuya ronda de ganadores seguirá mañana con otro de los que más atención despierta, el de la Paz, el único que se otorga y entrega fuera de Suecia, en Oslo. EFE