En Estados Unidos, las abejas y otros polinizadores proporcionan unos 29 mil millones de dólares en beneficios. El Departamento de Regulación de Pesticidas de la Universidad de Clemson está investigando lo sucedido. Los apicultores están preocupados no solo por las muertes de las abejas sino también por las consecuencias que esta toxina puede tener sobre las abejas que han sobrevivido y temen que esto pueda afectar su fertilidad o causarles algún problema genético.
Traducción de Emma Reverter
Ciudad de México, 8 de septiembre (SinEmbargo/ElDiario.es).– Los apicultores del sudeste de Estados Unidos tratan de proteger sus colmenas de una nueva amenaza: las autoridades están rociando los campos con un producto que contiene una neurotoxina cuyo objetivo era terminar con los mosquitos que transportan el virus del zika.
A principios de esta semana, los apicultores del estado de Carolina del Sur se encontraron con millones de abejas melíferas muertas en el suelo de las colmenas. La fumigación había terminado con ellas. Un apicultor colgó un vídeo en Facebook que mostraba miles de abejas muertas y los esfuerzos de las que habían sobrevivido por intentar mover sus cuerpos inertes.
“Esto es lo que queda de las abejas de la compañía Flowertown Bees”, lamenta el apicultor en su post. En declaraciones a la agencia Associated Press, la copropietaria de esta empresa, Juanita Stanley, explicó que parecía que la explotación apícola “había sido bombardeada con armas nucleares” e indicó que han muerto más de 2,5 millones de abejas.
En otro post de Facebook, un apicultor aficionado de Carolina del Sur, Andrew Macke, explicó que ha perdido miles de abejas y que la fumigación ha arruinado su negocio. “¿Nos hemos vuelto locos? ¿Cómo se les ocurre tirar veneno desde el cielo?”, pregunta.
En Estados Unidos, las abejas y otros polinizadores proporcionan unos 29 mil millones de dólares en beneficios. El Departamento de Regulación de Pesticidas de la Universidad de Clemson está investigando lo sucedido.
El responsable del programa, el doctor Mike Weyman, señala que si bien Carolina del Sur tiene una normativa muy estricta que protege a los insectos polinizadores, las autoridades del condado utilizaron la neurotoxina en base a una cláusula que lo autoriza “en caso de una crisis de salud pública”. Weyman señala que unas cuarenta personas han contraído el virus del zika en Carolina del Sur y para las autoridades es prioritario frenar al mosquito portador del virus, el Aedes aegypti.
“No queremos que uno de estos mosquitos celebre un banquete a costa de una persona que ya sabemos que tiene el virus”, indica Weyman: “Tenemos la certeza de que el zika está vivito y coleando en Florida. Si el virus entra en contacto con los mosquitos, jugarán a un pilla pilla muy peligroso con la población”.
Weymar señala que el protocolo de Carolina del Sur para evitar la transmisión de la enfermedad incluye proporcionar a las autoridades la dirección del portador del virus para que su casa “tenga la categoría de zona cero”. Las autoridades locales fumigan para acabar con los mosquitos que se encuentran a un radio de unos 180 metros.
La empresa Flowertown Bees consta en el registro mercantil pero sin embargo no consta en un registro voluntario de polinizadores. “Sabemos dónde se encuentran las explotaciones apícolas más importantes”, explica Weymar: “Sin embargo, como pueden ver, se trata de una operación de grandes proporciones y Flowertown Bees se encuentra en el epicentro”.
La muerte de las abejas ha provocado la apertura de una investigación para determinar qué errores se han cometido. Los apicultores no solo están preocupados por lo que ya ha sucedido; también les inquieta todo lo que podría suceder a partir de ahora.
“Todas las personas con las que he hablado están muy preocupadas por las consecuencias que esto puede tener”, indica Jennifer Holmes, vicepresidenta de la Asociación de Apicultores del Estado de Florida y copropietaria de una 300 colonias de abejas al norte de West Palm Beach.
Explica que para entender el daño causado basta cambiar las abejas por vacas o cualquier otro animal que se considere clave: “Si existiera una normativa que permitiera rociar con veneno y matar de la noche a la mañana a la mitad del ganado ¿cómo recuperaríamos nuestro medio de subsistencia?”.
Durante la última semana, Holmes ha trabajado codo a codo con apicultores y con las autoridades estatales y del condado. Los apicultores están preocupados no solo por las muertes de las abejas sino también por las consecuencias que esta toxina puede tener sobre las abejas que han sobrevivido y temen que esto pueda afectar su fertilidad o causarles algún problema genético.
“Entendemos que el zika representa una amenaza para la salud pública”, indica: “Pero nosotros vivimos de la agricultura”. Un apicultor del estado de Louisiana, que prefiere no proporcionar su nombre porque está colaborando con las autoridades de su condado, explicó que también está preocupado por una posible manipulación incorrecta de los productos químicos, una mala gestión y el impacto medioambiental que estas medidas puedan tener a largo plazo.
Explicó que para solventar el problema sería necesario volver a contar con un suelo de buena calidad y no contaminado que garantice la salud de las plantas y los animales, sean abejas o ciervos.
“Los químicos generan desequilibrios en el suelo, incluso cuando solo se intentaba acabar con un mosquito”, subraya.
Los expertos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) y de distintas universidades indican que la toxina Naled es mucho más segura que otros químicos. Se descompone rápidamente y si se usan dosis pequeñas no es nociva para los humanos.
“En el estado de Louisiana utilizamos estos productos con frecuencia con el objetivo de reducir la cantidad de mosquitos pero por lo general no produce daños colaterales ya que las dosis son muy pequeñas”, explica la doctora Kirsten Healy, una entomóloga de de la Universidad Estatal de Luisiana: “Muchas personas no son conscientes de que siempre pensamos en el medioambiente. Intentamos utilizar los productos que tengan el menor impacto posible”.
Subraya que en ocasiones incluso los mosquitos que querían exterminar se recuperan. Healy es partidaria de atacar desde más de un frente: fumigación aérea y por tierra y eliminación de los botes de basura, comederos de pájaros y otro tipo de contenedores donde se almacene agua y sean un caldo de cultivo de mosquitos.
La fumigación aérea también representa una amenaza para otros polinizadores. Dennis Olle, director de los programas de conservación de la Asociación Norteamericana de Mariposas subraya que las brisas oceánicas que ve desde su despacho en Miami también juegan un papel importante: “Esta fumigación es como un bombardeo aéreo indiscriminado y sin sentido”.
Olle reconoce que no tiene conocimientos científicos (es abogado) pero señala que en 2015 la Universidad Internacional de Florida publicó un estudio que descubrió que la toxina Naled es difícil de controlar y perjudicial para las mariposas.
“Termina con todo”, exclama: “No cabe duda de que es muy peligroso para las mariposas y otros antrópodos, e incluso para mamíferos si las dosis son lo suficientemente altas”.
Reconoce que la eliminación de los contenedores y la fumigación manual son medidas adecuadas para terminar con los mosquitos, pero le preocupa el impacto que puedan tener sobre la salud de los polinizadores y sobre la de sus hijos la fumigación con dosis pequeñas pero repetidas.
“Si, como aseguran, están acabando con todos los mosquitos, hay motivos de alarma”, explica: “No es necesario ser un científico para verlo, solo es necesario tener sentido común”.
En Florida y en Puerto Rico, son muchos los que comparten la preocupación de Olle. En Florida se han detectado 35 casos de transmisión del virus del zika a través de mosquitos, mientras que en Puerto Rico los casos se elevan a 13.791. A principios de año, los médicos de Puerto Rico se opusieron al uso de Naled cuando el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades anunció que iba a utilizarlo. En julio, el gobernador Alejandro García rechazó la propuesta y destacó el posible impacto de este químico sobre los humanos y los animales.