Por Karla Motte
Ciudad de México, 8 de agosto (SinEmbargo/WikiMéxico).- Además de haber sido un notable poeta y escritor, José Rosas Moreno fue un liberal que, debido a su convicción política sufrió una persecución constante e incluso cayó en prisión. Sin embargo, también logró llegar al Congreso de la Unión como diputado en diversos momentos y ejerció su labor intelectual dejando un legado para las letras mexicanas. De esta última faceta, es reconocida su obra literaria dirigida a la infancia, tanto en fábulas como poesía.
Rosas Moreno nació en ciudad Lagos, Guanajuato, en 1838 y trece años después se trasladó, junto con su familia, a la ciudad de México, lugar en donde terminó la educación primaria y la preparatoria (en aquél tiempo no existía la educación secundaria). En 1854 comenzó a vivir en Guanajuato, lugar en el que le tocó vivir los conflictos entre liberales y conservadores, que desencadenaron la guerra de Reforma.
Debido a su orientación liberal, fue perseguido y capturado en el pueblo de Dolores. Después de haber sufrido un encarcelamiento breve en Guanajuato, regreso a su ciudad de origen y con el triunfo de los liberales en 1861 comenzó a participar en el mundo político. Al año siguiente ocupó el cargo de regidor del Ayuntamiento de la ciudad de León y después fue miembro de la Junta de Inspección Pública.
Además, Rosas Moreno participó como diputado en la legislatura de su estado natal y también del Congreso de la Unión. Aunque su obra política fue muy relevante en el proceso de conformación de instituciones, la labor literaria de Rosas Moreno ha sido muy valorada, principalmente por sus obas dirigidas a la infancia, un nicho literario muy amplio y poco atendido.
Entre sus obras destacan las fábulas, con historias y personajes que dejan un mensaje moral hacia los niños. Algunos de los títulos son: El Humo y la Nube, El diamante, Las ricas improvisadas, León reinante o El águila y la serpiente.
Como dramaturgo escribió Sor Juana Inés de la Cruz, que se puso en escena en el año 1876 y ha sido considerada una de las mejores obras de la época. Además, en la ciudad de León, Guanajuato fundó los periódicos El tío canillitas, La madre celestina, La educación y El álbum itinerario.
¡Quién pudiera vivir siempre soñando!
Es la existencia un cielo,
cuando el alma soñando embelesada,
con amoroso anhelo,
en los ángeles fija su mirada.
¡Feliz el alma que a la tierra olvida
para vivir gozando!
¡Quién pudiera olvidarse de la vida!
¡Quién pudiera vivir siempre soñando!
En esa estrecha y mísera morada
es un sueño engañoso la alegría;
la gloria es humo y nada
y el más ardiente amor gloria de un día.
Afán eterno al corazón destroza
cuando los sueños ¡ay! nos van dejando.
Sólo el que sueña goza.
¡Quién pudiera vivir siempre soñando!
De su misión se olvidan las mujeres,
los hombres viven en perpetua guerra;
no hay amistad, ni dicha, ni placeres;
todo es mentira ya sobre la tierra.
Suspira el corazón inútilmente . . .
la existencia que voy atravesando
es hermosa entre sueños solamente.
¡Quién pudiera vivir siempre soñando!
Sin mirar el semblante a la tristeza,
pasé de la niñez a la dulce aurora,
contemplando entre sueños la belleza
de ardiente juventud fascinadora.
Pero ¡ay! se disipó mi sueño hermoso,
y desde entonces siempre estoy llorando
porque sólo el que sueña es venturoso.
¡Quién pudiera vivir siempre soñando!
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