Julieta Cardona
08/07/2017 - 12:05 am
El maquinista
se me ocurre que, por el cuidado que tiene en no romper lo que ama, ha de ser maquinista.
se me ocurre que, por el cuidado que tiene en no romper lo que ama, ha de ser maquinista.
y la mujer de la que está enamorado debe tener un nombre exótico: ¡Meteora! se llama Meteora. ha de ser melenuda, medio ladina, de esas que no usan maquillaje pero sí pantalones cortísimos en invierno, semidulce y a veces insoportable, tanto que, se me ocurre, él ya le dijo una vez Vieja no me rompas las pelotas, no porque no lo piensa sino porque no lo dice. pero la adora, se sabe por cómo besa sus manos.
ha de sucederle que siente una aguda nostalgia por volver adonde creció, allá, en pleno campo abierto y calles pelonas. ha de ahogarlo el ruido de la ciudad, como que lo hiere de pronto. Quiero irme, ha de decirse, Pero el dinero la casa la hipoteca los amigos, ha de contestarse. y se queda otro tanto, otros tantos.
no parece de los que se avergüenzan por llorar, y, bueno, tampoco de quienes lo hacen a todo pulmón. más bien es como si hubiera ignorado cuando le dijeron, siendo un crío Los muchachos no lloran. tiene mirada de que rompía en llanto no por las reprimendas y coscorrones, sino porque a él siempre le ha dolido todo de verdad. es más: se me ocurre que de ahí viene esa tristeza que nace en sus pulmones y revienta sus retinas.
ha de cocinar bien, tomar cerveza, ser rebueno en encontrar ofertas de cualquier cosa y ver pornografía, claro, pero no con tremenda frecuencia. y me gusta pensar que no come pato porque cuando niño tuvo uno chiquitito que se le murió en las manos. además, se le nota a leguas que es de los que regalan chocolates a todo mundo no porque lo saque del apuro, sino porque siempre ha dicho Es que el cacao es un regalo del cielo.
es bien parecido y tiene cara de tocar el ukelele, de ver tutoriales en youtube y ensayar hasta que la pieza más sencilla resulte decorosa, se me ocurre que alguien le dijo Tienes una vena artística que solo dios sabe, y él cayó profundo en semejante halago fortuito. y de cinco y media a seis y media de la tarde no se encuentra por ningún lado, sus amigos han de decirse, unos a otros ¡Vaya que se lo ha tragado la tierra! o Habrá que llamarle a Meteora o ya de última a su madre. pero solo sucede que tiene un secretito: ama las siestas vespertinas.
ayer lo vi trabajar. transporta esas gigantes cajas de vidrio con infinidad de peluches dentro. me hizo gracia no por peculiar sino por ser algo hermoso en sí mismo.
se me ocurre que hoy llegará a casa, abrirá una cerveza helada, besará las manos de Meteora y se tumbará a ver el cielo. sonará su teléfono y esta vez contestará. el amigo dirá algo como ¡Que arda Troya conmigo dentro, pero qué milagro! y el maquinista contestará, se me ocurre Me voy de esta ciudad.
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