De acuerdo con el Inegi, 75 el por ciento de los jóvenes mexicanos ha sufrido episodios de violencia al menos una vez durante el noviazgo. Para investigadoras, el problema recae en la normalización de los actos violentos, que impide reconocerlos.
Por Carmen Báez
Ciudad de México, 8 de abril (SinEmbargo/AgenciaConacyt).– El noviazgo es una etapa en que los individuos comparten sentimientos y emociones. Puede ser una de las experiencias más agradables y esencial para la conformación de relaciones de pareja. Lamentablemente, hay quienes viven una situación contraria: la violencia representa un problema de salud pública que no es ajeno a las relaciones de noviazgo en adolescentes.
En México, las investigaciones sobre la violencia entre novios adolescentes cobraron mayor relevancia hace más de una década. Principalmente, al darse a conocer los resultados de la Encuesta Nacional sobre Violencia en el Noviazgo (Envin) de 2007, desarrollada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). El documento reveló que 75 por ciento de los jóvenes mexicanos sufrió episodios de violencia al menos una vez durante el noviazgo.
De acuerdo con Gabriela Josefina Saldívar Hernández, investigadora del Departamento de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRFM), la mayoría de las investigaciones sobre violencia, hasta hace 10 años, se había enfocado en las relaciones de pareja en jóvenes adultos.
“Se empezó a tener interés en los adolescentes porque las encuestas revelaron que es en esta etapa cuando se inician las primeras relaciones de pareja, y conforme crecemos se inicia la vida sexual. De acuerdo con la media nacional, los mexicanos inician su vida sexual entre los 15 y 16 años, pero hay quienes (tres por ciento de las muestras que he analizado) a los 13 años”, explica la investigadora.
El interés por parte de la academia se ha enfocado en explorar las relaciones de pareja en jóvenes de secundaria y bachillerato, y diseñar modelos de intervención para promover las relaciones interpersonales sanas e informar las consecuencias de aquellas que son violentas en cualquiera de sus formas.
A decir de María del Pilar González Flores, doctora en educación e investigadora de la Universidad Veracruzana (UV), una posible explicación al fenómeno es la dificultad que tienen los adolescentes para reconocer que son víctimas de maltrato y la falta de habilidades para establecer una comunicación exitosa y manejar conflictos.
“Los adolescentes, e incluso los adultos, no percibimos como violencia actos que son en realidad violentos. Para un joven de secundaria, las agresiones pueden parecerle normal quizá porque lo ha visto con cierta frecuencia en casa y piensa que es natural que haya gritos o golpes”, dice.
En la Universidad Veracruzana, González Flores ha explorado el fenómeno en jóvenes universitarios, pero su más reciente proyecto fue la implementación de una encuesta estatal que abarcó escuelas secundarias y de bachillerato de las cabeceras municipales de Veracruz, entidad considerada como uno de los estados más violentos del país. El objetivo fue analizar la violencia en la relación de noviazgo que establecen los adolescentes.
“Nuestra idea es hacer visible la violencia para que los adolescentes tengan claridad de todos los actos que están permitiendo y que no los consideran como tal”, señala.
La doctora González Flores explica que 78 por ciento de los entrevistados, de una muestra de más de siete mil estudiantes, consideró mantener una relación sana; sin embargo, el dato contrastó con la información recabada: los resultados revelan que 60 por ciento de los estudiantes de secundaria ha experimentado alguna forma de violencia leve, mientras que 49.9 por ciento de los jóvenes de bachillerato ha sido víctima de violencia de mayor intensidad al menos una vez en su relación.
A decir de la doctora Pilar González Flores, los celos fueron la razón principal para ejercer violencia, y para algunos adolescentes las agresiones se consideran como muestra de cariño. En los estudiantes de bachillerato, 34.2 por ciento aceptó como forma de su relación las actitudes cariñosas, promesas y reconciliación después de un acto violento.
De acuerdo con la especialista, las relaciones sexuales forzadas son un elemento presente en la población del estudio y, aunque pareciera ser un porcentaje mínimo, son datos que no deben pasar por alto: alrededor de 2.8 por ciento de los jóvenes de secundaria que están en una relación de noviazgo son obligados por su pareja a tener relaciones sexuales, mientras que en bachillerato lo es 1.5 por ciento, revela la también docente.
En los jóvenes de educación media superior, la violencia física se manifiesta en 18 por ciento: patadas o mordidas (24.6 por ciento), bofetadas (más de 13.6 por ciento), ahogamiento (2.7 por ciento), palizas por parte del novio (1.7 por ciento), cortes o contusiones graves (uno por ciento), rotura de nariz o de un hueso (0.8 por ciento) y actos que requirieron de hospitalización (0.7 por ciento).
“No es algo para estar tranquilos, hasta parece que la violencia se ha puesto de moda y esto es preocupante. Uno puede suponer que la etapa de noviazgo es para conquistar al otro y no ser violento; sin embargo, hay mucha presencia de violencia. Hay que hacer visible estos actos que ocurren en estos niveles de escolaridad”.
La violencia en el noviazgo adolescente, indica la especialista, es un acto recurrente y cíclico. “No es algo que podamos obviar. Sabemos que el ciclo de violencia nos lleva a que cada vez estos episodios sean más violentos y una vez que la violencia comienza, si no se le reconoce y se detiene, aumenta en frecuencia e intensidad. Más que un círculo de violencia, es una espiral ascendente, porque va en aumento”.
Tipo de agresión más frecuente
La violencia en el noviazgo en edades tempranas genera estragos importantes en la salud y el desarrollo social de la víctima, que pueden perdurar durante toda la vida. Las primeras manifestaciones, señala Gabriela Saldívar, recaen en la salud mental; la ansiedad se muestra como el principal reflejo de los individuos que cursan con una relación violenta, misma que se manifiesta de forma distinta en cada género. En las mujeres es característica la sintomatología depresiva, las autolesiones y pensamientos suicidas, mientras que en los varones esta angustia se manifiesta con actitudes agresivas, el consumo excesivo de alcohol y otros tipos de drogas.
De acuerdo con la investigadora del INPRFM, el tipo de violencia que predomina en las relaciones de los adolescentes es la psicológica. De hecho, un estudio publicado en la revista Prevention Science, basado en información de encuestas nacionales, señala que 76 por ciento de los jóvenes mexicanos ha sido víctima de agresión psicológica en sus relaciones; 15.5 por ciento ha experimentado violencia física; y 16.5 por ciento de las mujeres ha sido víctima de violencia sexual.
Las mujeres que ejercen violencia psicológica lo hacen a través de la crítica, el control y el menosprecio hacia los hombres, mientras que los varones ejercen actitudes de intimidación. “Por poner un ejemplo, en los varones es común que pongan apodos a las chicas, les dicen que no son guapas o que les están haciendo el favor al salir con ellas. Las chicas aplican el desaire, se burlan de la masculinidad del joven”, explica.
Gabriela Saldívar refiere que aun cuando la violencia de tipo psicológica predomina, en los jóvenes de preparatoria o bachillerato este patrón cambia, siendo la violencia sexual el tipo de agresión más frecuente.
Las víctimas de violencia, indican especialistas, tienen más probabilidades de tener un rendimiento académico bajo o desertar de la escuela, desarrollar trastornos mentales, problemas de salud sexual y reproductivos, por ejemplo, embarazos involuntarios, infecciones de transmisión sexual. A largo plazo, estos individuos podrían desarrollar enfermedades no transmisibles como cáncer o enfermedades cardiovasculares.
LA FAMILIA, UN MODELO DE CONDUCTA
Si bien existen diversos factores psicológicos, sociales y culturales implícitos en la problemática, Gabriela Josefina Saldívar Hernández explica que la violencia en la familia durante la infancia y la adolescencia temprana (entre los 10 y 16 años de edad) juega un papel importante en ejercer o recibir violencia durante el noviazgo.
Un estudio realizado por la especialista en psicología sexual y ambiental en la Ciudad de México, reveló que 55 por ciento de las mujeres que participaron en la investigación fueron víctimas de violencia en el noviazgo, 56 por ciento ha perpetrado y 50 por ciento está en una relación de violencia recíproca.
Sin dejar de lado la influencia que ejercen los programas televisivos con alto contenido de violencia, María del Pilar González Flores enfatiza la importancia de la educación y la formación en valores dentro del núcleo familiar, elemento clave para evitar la violencia durante el noviazgo en adolescentes, o de cualquier otro tipo, y es que de acuerdo con las investigaciones realizadas por la especialista, quienes ejercen o son receptores de violencia en su relación de noviazgo han presenciado o sido víctimas de violencia en su familia.
“Tenemos que respetar a nuestra pareja solo por el hecho de ser persona, independientemente si es hombre o mujer. Hay que partir del respeto a uno mismo, ese es un buen camino que, en parte, debe iniciarse en la familia. En la actualidad, pareciera que los padres, en el afán desmedido de ser amigos de nuestros hijos, no nos atrevemos a poner reglas de funcionamiento en casa y se vuelve todo como una anarquía, pero es posible fomentar el diálogo, el respeto entre los miembros de la familia. Esto ayudaría a los hijos a tener mejores relaciones, donde hay desacuerdos y problemas que pueden resolverse a través de la comunicación directa”, expresa Pilar González Flores.
DESARROLLO DE PROPUESTAS
En el INPRFM, Gabriela Saldívar Hernández desarrolló un programa de prevención e intervención de violencia en el noviazgo en adolescentes (en proceso de publicación), la iniciativa derivó de un proyecto de investigación en el que participaron más de 800 jóvenes de secundarias ubicadas en la Ciudad de México.
La propuesta de la investigadora Saldívar Hernández versa en el tratamiento de temas que afectan la salud mental de los adolescentes; se trata de un manual que permite identificar puntos específicos para abordar la problemática en estudiantes de secundaria. El manual consta de ocho módulos entrelazados que abarcan desde la sensibilización de género, cómo identificar la violencia en sus relaciones personales de pareja, el desarrollo de habilidades sociales como una comunicación asertiva, empatía, negociación, respeto, regulación de emociones, por ejemplo.
“El manual cuenta con un módulo específico en el cual se trabaja cómo establecer relaciones interpersonales y de pareja sanas, además enseñarlos a poner límites sanos en sus relaciones de pareja y saber cuándo dejar una relación de pareja que les daña con algún tipo de violencia”, comparte.
Para la doctora Saldívar Hernández, la idealización del amor en los adolescentes es un factor modificable que también debe abordarse, porque es en esta etapa cuando se reconoce la estructura de los roles de género tradicionales.
“Tenemos que empezar a desmontar la construcción del amor que se ha generado: hay mujeres que piensan que no valen nada sin un hombre en su vida, se tiene miedo a la desolación que la propia sociedad nos orilla a sentir como mujer. Los hombres son demasiado protectores, posesivos y tienen la idea de que ellos deben proveer en la relación; y si una chica los deja, es un drama para su masculinidad. Debemos fomentar en los adolescentes la autonomía, la independencia, y dejar de lado el apego dañino, la posesión, los celos”, explica.
El ideal de la especialista es la creación de un programa académico que fomente en las materias los componentes autoestima, resiliencia, empatía, por ejemplo, y prevenir problemas que afectan la salud mental de los adolescentes. “Hacer pequeños ejercicios dentro de las materias académicas y enseñar a los alumnos que la violencia no es buena en ningún ámbito de la vida. La escuela es un buen lugar para trabajar estas problemáticas, pero también es responsabilidad de la comunidad y de la familia”, agrega.
Las recomendaciones de la investigadora del INPRFM no estarían muy lejos de implementarse, al menos en el Colegio de Bachilleres (Cobach), institución que en 2014, en colaboración con el Banco Interamericano para el Desarrollo (BID) y el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), puso en práctica el programa piloto “Amor pero del bueno” en dos planteles de la Ciudad de México. La finalidad del proyecto fue prevenir la victimización y perpetración de la violencia en el noviazgo entre jóvenes estudiantes del bachillerato.
El proyecto de intervención corta, de una hora semanal repartido en 16 semanas de un cuatrimestre, cubrió temas sobre los roles de género, la violencia entre parejas, los derechos sexuales, reconocimiento de la violencia en pareja, tipos de violencia y las estrategias para enfrentar la violencia de pareja. De acuerdo con Sandra G. Sosa Rubí, investigadora del Departamento de Economía de la Salud del INSP, la intervención ayudó a los jóvenes a reducir sus creencias y actitudes que justifican el sexismo y las agresiones durante el noviazgo. En el mediano plazo, una de las metas del Cobach es la implementación del programa “Amor pero del bueno” en todo el sistema del Cobach, así lo dejó ver la entrevistada.
INTERVENCIÓN ESCOLAR
Las especialistas coinciden en la importancia de crear, desde las instituciones educativas, herramientas para el abordaje temprano de la violencia, ya que es el lugar donde un porcentaje importante de adolescentes pasa el mayor tiempo del día y también donde se establecen las primeras relaciones interpersonales.
Actualmente, dice Sosa Rubí, no se han diseñado y desarrollado programas de prevención de violencia en el noviazgo que provean herramientas dirigidas a jóvenes de nivel secundaria y preparatoria implementados a escala nacional. Para la especialista en economía de la salud, las intervenciones durante la secundaria y los primeros años de bachillerato representan un área de oportunidad para reducir la violencia durante el noviazgo y, por ende, para modificar patrones de conducta en sus relaciones de pareja futuras. “Abordar el problema en etapas tempranas a través del currículo del programa de estudios de los jóvenes es la mejor estrategia para la prevención de la violencia en el noviazgo”, comparte.
Por su parte, Gabriela Saldívar Hernández apuesta por un abordaje más temprano, la educación primaria. Y es que de acuerdo con investigaciones realizadas por la especialista, hay quienes experimentan el primer noviazgo a los 10 años.
RELACIONES SANAS
Las investigaciones que realiza actualmente María del Pilar González Flores y colaboradores tienen como objetivo explorar las relaciones sanas, con la idea de conocer sus características y desarrollar herramientas para hacer ver a los adolescentes que es posible tener una relación sana y, al mismo tiempo, satisfactoria.