La formalidad laboral en México está masculinizada al grado de que seis de cada diez empleos formales están ocupados por hombres. En cambio, el trabajo informal es la manera en la que las mujeres mexicanas se ganan el pan de cada día, desprotegidas por el Estado y vulnerables a todo tipo de abusos y violencias por un ingreso precario.
Ana tiene 21 años, vive en Nezahualcóyotl, Estado de México, y se levanta a las 4 de la mañana, para comenzar a trabajar a las 6 am, es vendedora ambulante del Metro, trabaja con su bebé en brazos y cuenta que desde que estaba embarazada se empleó como vagonera, porque en ningún otro trabajo la aceptaron por su embarazo.
ADEMÁS
Por Laura Quintero
Ciudad de México, 8 de marzo (EconomíaHoy/SinEmbargo).– El trabajo formal, el que otorga prestaciones como servicio médico, ahorro para el retiro o Infonavit, es un territorio casi desconocido para las mujeres. La formalidad laboral en México está masculinizada al grado de que seis de cada diez empleos formales están ocupados por hombres. Esta masculinización también provoca que el trabajo formal funcione bajo un esquema que hace virtualmente imposible para las mujeres atender su vida personal y familiar adecuadamente.
En cambio, el trabajo informal es la manera en la que las mujeres mexicanas se ganan el pan de cada día, desprotegidas por el Estado y vulnerables a todo tipo de abusos y violencias por un ingreso precario.
Ana tiene 21 años, vive en Nezahualcóyotl, Estado de México, y se levanta a las 4 de la mañana, para comenzar a trabajar a las 6 am, es vendedora ambulante del Metro, trabaja con su bebé en brazos y cuenta que desde que estaba embarazada se empleó como vagonera, porque en ningún otro trabajo la aceptaron por su embarazo. A pesar de que consiguió el empleo no cuenta con ningún tipo de seguridad social.
«Tengo una amiga que trabaja aquí (en el metro), y como nadie me quería dar trabajo, ella me dijo no importaba que estuviera embarazada, que de vagonera sí me iban a aceptar. Ya hasta nació mi bebé y aquí sigo trabajando, cuando no puedo dejarlo con mi mamá lo traigo a trabajar conmigo», comentó.
Tania Espinosa Sánchez, coordinadora para América Latina de Mujeres en Empleo Informal Globalizando y Organizando (WIEGO) explicó que en el sector informal hay grupos ocupacionales que están mayormente ocupados por mujeres debido a la «flexibilidad» de la ocupación, es el caso del comercio en vía pública; tianguistas, ambulantes, recicladoras informales, que se insertan en estos espacios porque la mayoría de las veces recae en las mujeres el cuidado de los hijos, de los padres, incluso hermanos, y estos trabajos les permiten generar cierto ingreso para su familia y les da la «flexibilidad» que no les otorga en el empleo formal.
ADEMÁS
Sin embargo, las mujeres que trabajan en la economía informal no tienen acceso a seguridad social y por lo tanto, no cuentan con servicios como guarderías, seguro para sus hijos, pero sí la posibilidad de trabajar aún con ellos, «aunque lo cierto es que no tienen acceso a nada, más que a los ingresos que perciben», comentó.
Además, detalló que las mujeres que se desempeñan en el espacio público enfrentan problemáticas específicas por el hecho de ser mujeres, tales como el hostigamiento y acoso sexual, que en muchos casos se dan por parte de la autoridad.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), al cierre del 2017 la Población Económicamente Activa (PEA) sumó un total de 52.9 millones de personas, de los cuales, 32.7 millones son hombres y 20.2 millones son mujeres, del total de los ocupados 30.2 millones trabajan en la informalidad, lo que representa un 57 por ciento de la población ocupada.
Las mujeres ocupadas en el sector informal en México son 1.3 por ciento más que los hombres, y si bien la cifra puede parecer muy pequeña, no lo es si se compara con la participación que tienen los hombres en el sector formal que es de más 64 por ciento, frente al menos del 36 por ciento que tienen las mujeres, además si se toma en cuenta a toda la población ocupada hay 12.5 millones de hombres trabajadores más que mujeres.
EL TRABAJO DEL HOGAR, DESVALORIZADO
Uno de los sectores ocupacionales de la informalidad donde se concentra una parte muy importante de las mujeres trabajadoras en el trabajo doméstico, donde el 95 por ciento de quienes integran el sector son mujeres y con un total de 4.5 millones de trabajadoras, representan el 10 por ciento de la PEA femenina.
«No se toma en cuenta la importancia económica y social que tiene el trabajo domestico, que es lo que hace que muchas personas salgan todos los días a trabajar», dijo Chris Mendoza, investigadora del Instituto de liderazgo Simone de Beauvoir.
La especialista comentó que una de las contradicciones de este sector ocupacional es que muchas de las trabajadoras del hogar son contratadas para cuidar niños y como no cuentan con seguridad social ni si quiera tienen quien les cuide a los propios.
«La mayoría de la gente que trabaja en México trabaja en la economía informal, El Estado debería reconocer al trabajo informal como trabajo, ya que estos trabajadores contribuyen al Producto Interno Bruto (PIB) del país, y a partir de un verdadero reconocimiento generar políticas públicas que dignifique la labor de los trabajadores informales a través de derechos laborales», indicó Espinosa Sánchez.
La especialista explicó que por cómo está constituida la legislación todo parte de relaciones obrero patronales, pero no necesariamente eso representa la realidad, ya que la mayoría de los trabajadores no se encuentran bajo este esquema, y si bien el Estado tiene que continuar y trabajar para que más empleos se formalicen, no debe haber discriminación, también tienen derechos y deben ser reconocidos. Si se desempeñan en el sector informal es porque el Estado no genera las condiciones económicas necesarias para que ellos se encuentren dentro de una relación obrero patronal tradicional.
De acuerdo con la recomendación 204 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) los trabajadores y trabajadoras de la economía informal deben contar con derechos laborales y sociales que permitan hacer que la transición de la economía informal a la formal sea más adecuada y que no afecte a los trabajadores de la informalidad que son un importante motor económico.