En febrero de 2015, un camión fue interceptado por un comando armado en la carretera 145 de Tierra Blanca. Los pasajeros fueron llevados a un barranco para ser víctimas de abuso sexual (las mujeres), robo y tortura. En ese momento, las denuncias ante la SSP fueron inútiles, pues, de acuerdo con testimonios, las mismas autoridades vigilaban a los grupo delincuenciales. Desde entonces las carreteras del sur de Veracruz representan rutas de la muerte y territorios sin ley.
Por Laura Rojas
Ciudad de México, 8 de febrero (SinEmbargo/BlogExpediente).- Jueves 19 de febrero de 2015. Pasaban de las 12 de la noche. Los pistoleros encapuchados y fuertemente armados enfilaron en varias camionetas sobre la 145 en busca de víctimas. El comando partió de una casa fortificada cerca del pueblo conocido como El Fraile. El poblado se ubica en la carretera 145. Ruta de la muerte y refugio de sicarios que, exportados del puerto de Veracruz, arribaron a operar las actividades del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Era el camión 0147 de la línea ADO procedente de Veracruz con destino a Oaxaca. La unidad fue reportada desde La Tinaja cuando pasó por un puesto de vigilancia de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP). Iban más de 20 pasajeros. A la 1:30 recogería más personas en Tierra Blanca para seguir a Oaxaca por la 145.
Entre Mata Alta y El Amate –Tierra Blanca- el chofer del camión con placas 236.HS-2 se encontró troncos en el camino. Habían sido lanzados por los sujetos que iban en el comando. Sedientos de sangre y lujuria. Cazadores de humanos. El operador se frenó de golpe. Por lo menos media docena de armas largas le apuntaba. Tuvo que abrir las puertas del Mercedes Benz. Dos pistoleros subieron estrepitosamente y le ordenaron retroceder rumbo a El Fraile.
Se internaron en un camino vecinal. Más de una docena de corazones latiendo a mil por hora. El terror entre los pasajeros iniciaba. Otros comenzaron a rezar y unos más a suplicar por los niños. Así lo contarían horas después en la Agencia del Ministerio Público de Tierra Blanca que hoy está ocupada por los padres de los cinco chicos desaparecidos de Playa Vicente.
Así lo mencionaron ante el mismo Agente del Ministerio Público que hasta hoy no ha dado ni una buena noticia sobre los cinco jóvenes desaparecidos el pasado 11 de enero presuntamente por el Cártel de Jalisco.
Una vez en lo más oscuro del Sotavento los pistoleros robaron, ultrajaron, insultaron y pisotearon la humanidad de los pasajeros del 0147 Veracruz-Oaxaca. El asalto duró varias horas. Antes de que la unidad fuera sacada de su ruta, algunos pasajeros llamaron a la policía municipal y a la SSP. Nunca nadie respondió. Los teléfonos mandaron a buzón de voz en todas las ocasiones. El remarcado resultó inservible. De nuevo el número de emergencia. Varias veces discado el de la comandancia de la municipal y otras tantas el de la SSP en Tierra Blanca.
¿Quién era el jefe en ese entonces? En esos días no se supo. Ahora sí: Marcos Conde, delegado de la SSP en Tierra Blanca, quien acaba de recibir el auto de formal prisión por su complicidad en la desaparición forzada de cinco chicos que habían ido a festejar a Veracruz, cuyo error aparente, su mala suerte, les vino por ir arriba de un coche más o menos de lujo. Por ser jóvenes, por ir más de cinco personas jóvenes en el vehículo y aparentar una gran amenaza para los intereses de la delincuencia.
Los teléfonos de esos pasajeros de ADO no tuvieron respuesta en la policía esa noche del 19 de febrero del 2015, una de las peores sobre la carretera federal 145. La complicidad de la policía con los del comando armado quedó manifiesta. Ahora se sabe. También es sabido que esos detalles constan en una denuncia ante la Procuraduría General de la República (PGR). Y es que esos pistoleros en comando se dejaron ver de mañana, tarde y noche en varias ocasiones en los poblados de la región. En caminos que comunican a Tierra Blanca con la zona arrocera de Tlalixcoyan, en plena Mixtequilla y en las brechas cañeras de Cuitlahuac y Omealca siendo custodiados por unidades de la SSP.
La misma historia de Cardel, cabecera de La Antigua, entre finales del 2012 y el 2014. Cuando al menos 30 chicos fueron desaparecidos por comandos cazadores de humanos con uniforme de policías. Motivo por el cual las madres del colectivo Solecito Veracruzano pidieron la cabeza de Arturo Bermúdez y juicio político a Javier Duarte de Ochoa. Todo está claro. El jefe de la Policía y el Gobernador no podían ser ajenos a esa barredora en Cárdel, Úrsulo Galván, Paso de Ovejas y Puente Nacional.
Igualito. Similar. Nada cambió en Tierra Blanca y esa noche terrible lo confirmó. En la denuncia ante el MP de esa cabecera se asentaron las quejas de varias mujeres tocadas lascivamente y ultrajadas por encapuchachos y con AK-47.
Tomado el sexo por la fuerza. Sin importar la presencia de menores de edad. Así trascurrieron las peores horas para ciudadanos de Veracruz y Oaxaca en un paraje en El Fraile. En medio de la noche. El mismo sitio donde la PGR encontró, la semana pasada, un laboratorio con miles de litros de productos petroquímicos y tambos metálicos que dieron pistas para llegar al Rancho El Limón, en Tlalixcoyan, en el cual sí se encontraron hallazgos sobre la presencia de los ausentes de Playa Vicente.
Por esos rumbos, de plano, mientras esos pistoleros se dejaron ver, la vida se terminaba a las seis de la tarde. De noche nadie salía.
El episodio de la violación tumultuaria y el asalto en el ADO quedó olvidado para las autoridades veracruzanas que ahora reciben todo de golpe por su incompetencia ante el caso de los cinco de Playa Vicente. Desde entonces las carreteras del sur de Veracruz representan rutas de la muerte y territorios sin ley.
Sobre este panorama, el Secretariado Ejecutivo para el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) reporta que en cinco años, en Veracruz se han denunciado 939 asaltos en carreteras, de esos, 641 han sido contra autobuses de pasajeros y coches particulares, eso representa el 75 por ciento del total de casos. El de Tierra Blanca se sumó a las estadísticas.
Lo que se sabe de esa noche del horror es que siguió horas después en un rancho cercano al Fraile. También sobre la 145. Denunciado ante la PGR por una persona de Tierra Blanca exiliada de México por las presiones de las autoridades alineadas con los delincuentes, el comando llegó al rancho en donde sólo había adultos mayores y niños, y comenzaron el saqueo.
A una mujer adulta, consta en expedientes de la PGR, la arrastraron del cabello por el patio del rancho mientras el resto de los pistoleros, como espíritus del mal, miraban desde la comodidad de sus camionetas. Alertas y cortando cartucho. De ese rancho robaron objetos de valor, dinero, teléfonos y documentación.
Por la carretera, contaron después testigos, se veían circular unidades de la SSP cuidando los flancos al comando. Se marcharon no sin antes dejar amenazas por si alguien denunciaba. “El día que quise poner la denuncia, no me la quisieron tomar. Tuve que pedir el apoyo de un abogado y de la PGR para que la aceptaran.
Cuando la iba aponer, un elemento de la Ministerial se me acercó y me intentó amedrentar. Sabía quién era, decía, qué a que iba…no le tuve miedo y puse la denuncia”, relató la afectada a condición de anonimato, y considera que «son muchas familias de Tierra Blanca las que fueron afectadas por ese grupo de hombres malos custodiados por la policía y que no hablan por temor. Temor que tuvo que ser superado por los padres de los cinco jóvenes de Playa Vicente.