Marcada por el desabastecimiento de pruebas y las largas filas en Ciudad de México, la demanda de tests ha dejado cuellos de botella tras las Navidades en centros públicos y privados.
Por Juan Carlos Espinosa
Ciudad de México, 8 ene (EFE).- México alcanzó los 300 mil 101 fallecidos por coronavirus en medio de una sustancial alza de contagios debido a la variante Ómicron y con largas filas en centros públicos y privados para hacerse pruebas de COVID, mientras el Gobierno busca acelerar la vacunación.
El país supera las 2 mil 300 muertes por cada millón de habitantes, lejos de las tasas de más de 6 mil registradas en Perú -el país con el índice más alto-, pero con un exceso de mortalidad que lleva a los expertos a coincidir en que la cifra de 300 mil 101 muertos se queda corta de la real y se acercaría al medio millón.
Estos datos llegan en un momento de una nueva ola de contagios relacionada con la variante ómicron, que el jueves pasado registró 25.821 nuevas infecciones, la mayor cantidad en un día desde el 18 de agosto.
Si bien esto no se ha visto reflejado en las hospitalizaciones, que apenas llegan al 15 por ciento de los casos.
La cantidad de hospitalizados es, para las autoridades sanitarias, la mejor prueba de que la campaña de vacunación ha sido un éxito, aunque esté lejos del avance deseado.
El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador puede presumir de acercarse al 60 por ciento de población con dosis completas, aunque esté por detrás de países de su entorno como Brasil (67 por ciento), Ecuador (70 por ciento), Cuba (85 por ciento) y Chile (86 por ciento).
«La conclusión obvia es que la vacunación contra COVID-19 es el elemento más importante de reducción de riesgos, tanto de COVID grave como de mortalidad», señaló el 28 de diciembre pasado Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud y encargado de la gestión de la pandemia.
Así también lo cree Eduardo Gamboa, de 74 años, a la salida de uno de los centros de vacunación de la Ciudad de México en donde recibió su dosis de refuerzo.
Gamboa, la imagen viva del antes y después de la campaña de inoculaciones, pasó 28 días hospitalizado por un contagio de coronavirus, que también afectó a su hija hace un año, pero ahora se siente «aliviado».
El septuagenario defiende a capa y espada la gestión del Gobierno porque «se preocupa por la salud» de la gente.
En México ya se aplica la tercera dosis a los mayores de 60 años desde principios de diciembre, pese a que no se ha logrado la cobertura completa de ninguno del resto de los grupos de edad.
FALTA DE PRUEBAS
Marcada por el desabastecimiento de pruebas y las largas filas en Ciudad de México, la demanda de tests ha dejado cuellos de botella tras las Navidades en centros públicos y privados.
México está entre los países que menos pruebas realizan, con un promedio de 90.8 por cada mil habitantes, según los datos de Our World in Data.
La situación es congruente con lo que se ha visto en diferentes partes del mundo, con más contagios pero menos cuadros graves o muertes.
«Al tomar consciencia de esta posibilidad, el Gobierno de México tiró completamente la toalla», afirmó a Efe Malaquías López Cervantes, académico del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
«Se está jugando un juego peligroso que de todas maneras, aunque la inmensa mayoría tenga enfermedad leve puede haber gente que tenga cuadros graves y muertes y no vale la pena correr ese riesgo», agregó el experto, quien aseguró que el virus «aún tiene muchas posibilidades» y podría crearse una «cepa nueva» más letal.
Carlos Montelongo, de 52 años, ha sido testigo de la odisea de encontrar una prueba después de que uno de sus compañeros de trabajo diera positivo, según cuenta desde la fila de un centro privado, al que acudió después de probar suerte -sin éxito- en uno público.
«Las unidades del Gobierno están saturadas y no pude conseguir ficha», explicó el informático, escéptico sobre si conseguirá ser atendido en el laboratorio privado a pesar de haber esperado más de una hora y de estar a punto de desembolsar mil 900 pesos (unos 93 dólares).
«Mucha gente se descuidó y comenzó a hacer cosas que no debía, hubo reuniones y esta es la consecuencia», asegura Montelongo.
GUARDIA BAJA TRAS NAVIDADES
El director del Instituto Anáhuac de Salud Pública, de la Universidad Anáhuac, Víctor Matamoros, coincidió con la visión de Montelongo.
«Es cansado continuar con la alerta y la gente se empieza a descuidar», lamentó Matamoros en entrevista con Efe.
El académico explicó que los factores sociales y climatológicos también han influido en el reciente aumento de casos en México, e insistió en que «aún falta un camino por recorrer».