Cuatro títulos cuenta en ocho ediciones el combinado de las barras y las estrellas, inalcanzable superpotencia de la disciplina sea el tiempo de Michelle Akers o de Mia Hamm, en la década de los noventa (1991 y 1999); de Abby Wambach, encaminado el nuevo siglo (2015); o de Megan Rapinoe, en el tiempo actual (2019).
Por Lucía Santiago
Redacción deportes, 7 jul (EFE).- El próximo 10 de julio, Estados Unidos conmemorará el vigésimo aniversario de la conquista mundialista de 1999 como más ansiaba, con su selección femenina reinando en el fútbol, cual déjà vu.
Cuatro títulos cuenta en ocho ediciones el combinado de las barras y las estrellas, inalcanzable superpotencia de la disciplina sea el tiempo de Michelle Akers o de Mia Hamm, en la década de los noventa (1991 y 1999); de Abby Wambach, encaminado el nuevo siglo (2015); o de Megan Rapinoe, en el tiempo actual (2019).
Este domingo pesó más su historia que la rebeldía de la escuadra neerlandesa y es que la cacareada nueva fuerza del fútbol europeo parece menguar cuando enfrente comparece el gigante estadounidense.
Los combinados de España, Francia, Inglaterra y Países Bajos prometieron discutir su supremacía entre los octavos y la final de este campeonato, pero salieron derrotados por las ya tetracampeonas del mundo. Megan Rapinoe, presente en la anterior conquista en Canadá, se puso de nuevo al frente de la plantilla para reeditar un éxito que tenía que ser suyo.
Ella venció no solo una batalla futbolística a los restantes 23 equipos, sino también un pulso dialéctico a Donald Trump. No pisará la Casa Blanca, pero a su vuelta a Estados Unidos se sabrá heroína para muchos compatriotas suyos. Rapinoe decantó, no obstante, la final en el minuto 61 con un penalti pitado a sugerencia del VAR.
Hasta entonces pudo resistir el conjunto «oranje», aunque la defensora del título había puesto todo su empeño para romper con anterioridad el 0-0.
Lo mereció, especialmente, en el último tramo del primer parcial.
Rose Lavelle, Alex Morgan y Samantha Mewis lo intentaron de todas las maneras: una volea, un cabezazo, un latigazo desde la frontal… Pero Sari van Veenendaal intervino con seguridad o con fortuna. Unas veces, poniendo su manopla a tiempo; otras, valiéndose del palo para salvar su casillero.
La trayectoria goleadora del cuadro norteamericano en el certamen incrementa el mérito, puesto que las pupilas de Jill Ellis habían podido adelantarse en sus seis compromisos previos antes del cuarto de hora. La vigente campeona de Europa resistió 61 minutos en Lyon.
Después, se desplomó. La joven Rose Lavelle, llamada a extender el legado de Megan Rapinoe, Ali Krieger y Carli Lloyd más allá de esta cita, cerró el encuentro.
En el Mundial del cambio para el fútbol femenino, algunas cosas siguen igual. Lo quiere así Estados Unidos.