El 1 de julio de 2018, la leyenda de derechos humanos Simone Veil fue llevada al mausoleo del prestigioso Panteón junto a su marido, Antoine Veil. Es una figura importantísima en la historia moderna de Francia que representa a la sociedad civil, superviviente del campo de concentración de Auschwitz y posteriormente fue líder de los derechos de la mujer y primera presidenta del Parlamento Europeo.
Ciudad de México, 7 de julio (SinEmbargo).-Poco antes de la ceremonia nacional de homenaje en el Panteón, Global Voices entrevistó a Pascal Bresson, novelista gráfico con más de 40 títulos a su nombre y que acaba de finalizar una novela gráfica basada en la vida de Simone Veil. A continuación, el texto de la conversación donde se explora la importancia del legado de Veil en el actual contexto político, y el último trabajo de Bresson.
–Su trabajo, Simone Veil, L’immortelle lo publicará en Editions Marabulles. ¿Puedes contarnos acerca del contexto de esta obra y de su inspiración para la novela?
–Será un placer. Esta es la primera novela gráfica autorizada por la familia Veil. He trabajado en esta obra durante más de tres años. Tras visitar el Panteón y sus tumbas en 2014 y, tengo que decirlo, desde que era niño, siempre he sentido admiración hacia estas magníficas personas que han hecho algo bueno por nuestro país: Zola, Jean Jaurès, Victor Hugo, Marie Curie, Jean Moulin, Aimé Césaire, etc. ¡Me pregunté quién sería el siguiente en estar llevada allí! En seguida, Simone Veil fue la respuesta obvia. Una mujer humanista, independiente e inflexible en sus convicciones, con una consciencia de lucha espiritual y moral. Una persona fuerte, cuyo destino era tanto trágico como excepcional. Más allá de su imagen de rectitud y honradez, Simone Veil fue, ante todo, una mujer que representó su época y su lucha. Su historia personal se entrelazó íntimamente con la colectiva: la guerra, el infierno de los campos de exterminio, la ley del aborto, la lucha por los derechos de la mujer y el compromiso con la reunificación de Europa. Cabe decir también que resulta fascinante e intrigante.
A través de estas 176 páginas, descubro el misterio que rodea este viaje ejemplar con el que se convirtió en icono y símbolo de generaciones de mujeres. Inspirándome en sus propios testimonios, trazo el itinerario de una niña inteligente y rebelde, nacida en Niza el 13 de julio de 1927 como Simone Jacob. Saco al trasluz una visión entre bastidores de sus batallas políticas, sus heridas y el sufrimiento que marcó su vida. Ni la vida de una santa ni panfleto, este libro, destinado a lectores de entre 7 y 77 años (o más) es obra de un autor que describe, por primera vez en una novela gráfica, a un personaje fundamental de nuestra época.
–Simone Veil es en verdad un emblema de la historia francesa. No obstante, la mayor parte de tu trabajo sigue sin ser conocido entre el público general. Si tuvieras que resumirlo en unas pocas oraciones, ¿por qué Simone Veil está ahora en el Panteón? ¿Qué es lo que más te gustaría presentar de su historia?
–Su libro más conocido es sin duda Una vida. El público genera es consciente de su lucha en 1974 por el derecho de la mujer a optar por el aborto, aunque por otra parte, a lo largo de su vida, también libró sin cesar otras batallas. Al igual que su éxito en hacer que transfirieran a Francia a prisioneros argelinos víctimas de abusos, logró el asilo político para miles de miembros del FLN (Frente de Liberación Nacional de Argelia) recluidos en Francia. Pero la mayor lucha que libró fue contra el Frente Nacional para finalizar la batalla por Europa, inherente a nuestra memoria sobre la Segunda Guerra Mundial. Y ahora, Simone Veil está en el Panteón desde el domingo 1 de julio de 2018. Allí descansará junto a su marido, Antoine Veil, fallecido en 2013. Es la primera vez que llevan a alguien al Panteón en calidad de cónyuge. ¡A este respecto tengo una pequeña anécdota que contar! Cuando conocí a Simone Veil y a su hijo Jean, recuerdo haberle dicho que es importante que su madre fuera al Panteón. Y él estalló en risas: “Vaya, si algún día mi madre va al Panteón, mi padre tendrá que seguirla”.
Simone Veil será la quinta mujer cuyos restos descansan en este simbólico emplazamiento. Esta será una bonita manera de mostrar la inmensa gratitud del pueblo francés. Se merece entrar en este templo de la República. Mientras tanto, recordamos que en 1974 su marido Antonio se echó a un lado para dejar que su mujer se convirtiera en ministra de Salud. Fue él el que estaba destinado a la política, no ella. Se sacrificó por su amor hacia ella. No quiso eclipsarla. Fueron una pareja simbólica. Y al menos descansarán junto para siempre y nunca los volverán a separar.
–Has escrito novelas gráficas durante 25 años, donde has abordado temas como el humanismo, la tolerancia, la segregación, el racismo, la injusticia o el deber de recordar la historia. Hoy en día el mundo sigue marcado por situaciones que parecen injustas o incluso crueles. ¿Cómo ves tu papel como autor en el mundo actual y qué situaciones injustas en particular te gustaría que se resolviesen en un futuro?
–En la vida hay dos sentimientos que no me gustan: la injusticia y la mediocridad. En ocasiones van de la mano. Creo que la injustica es realmente repugnante. En los últimos años me he especializado en rubros como el humanismo, la justicia, la sociedad, el racismo o la ecología. Me he convertido en un autor comprometido con nuestra época. Y no es coincidencia de que mi autor favorito sea Victor Hugo. La cuestión sobre el papel de un escritor en la sociedad actual es más adecuada que nunca. Me gustaría ser mediador en la sociedad, no solo espectador, aun con un rol activo para describir, criticar, analizar todo lo bueno y lo malo que sucede en nuestra sociedad. Un autor tiene el papel de guardián y protector de la memoria. Algunos recuerdos de la vida se graban en papel para que así perduren en el tiempo. Escribir siempre ha tenido un valor terapéutico para mí. Al escribir puedes ayudarte y a los demás. Pero también es una forma de expresar estados de la mente y los aspectos divertidos, molestos o frívolos de la vida. Escribir también puede ser una herramienta educativa esencial. Quiero ser el que recopile hechos, les dé forma y los plasme en papel; es un tipo de transmisión. Soy un emisario.
Tenemos que mantener la fe en la humanidad. Cuando veo la crueldad humana, resulta doloroso, pero tengo que seguir hacia adelante. Sigo convencido de que el futuro de la humanidad serán las mujeres. “El futuro de un hombre es la mujer”, tal como dijo Louis Aragon. Y al igual que el famoso poeta, hay otros grandes hombres que han afirmado que sin el apoyo de las mujeres en sus vidas su ascenso profesional habría sido diferente. Nuestra época sigue luchando por pensar en ideas de igualdad y diferencia conjuntamente. Es muy importante volver a la tradición francesa de las relaciones pacíficas y complementarias entre hombres y mujeres.
–Una de tus novelas gráficas, Más fuerte que el odio, publicada por Editions Glénat, recibió el Premio de los lectores por la mejor obra de 2015, en la categoría de tebeo europeo. Cuenta la historia de Doug Wiston, un joven trabajador negro en Nueva Orleans en 1933, en un Estados Unidos azotado por el racismo y la segregación. La agenda presidencial de [Donald] Trump en Estados Unidos parece ser un recordatorio de aquellos días oscuros de segregación. ¿Cómo explicarías esta reaparición del racismo en Estados Unidos y en otros lugares del mundo en general?
–El racismo y la segregación son dos asuntos que he tratado con frecuencia. De forma general, parece que hoy en día el racismo surge del miedo y la preocupación cuando nos encontramos con alguien diferente a nosotros y a quien no podemos entender. Volviendo al tema de mi libro Más fuerte que el odio, se diría que los golpes siguen cayendo sobre el joven Doug, el héroe de la historia, quien tendrá que aprender a controlar su rebeldía, a dominarla y a canalizarla. Mientras tanto, las injusticias siguen acumulándose para él, para su familia y para otros como él. Su salvación llegará en forma de intervención de dos hombres sabios, uno negro, quien impide que cometa un error irreparable; y otro blanco, su vecino, quien le da su primer par de guantes de boxeo y un billete para ir al centro de la ciudad. Un cuento humanista en un Estados Unidos azotado por el racismo y la segregación, un cuento que demuestra que pase lo que pase el odio nunca es la respuesta…
–Volvamos a su próximo trabajo. Obtuviste permiso de la familia de Simone Veil para realizar esta novela. La señora Veil, en su tiempo, tuvo que enfrentar mucha antipatía por su trabajo de defender los derechos de la mujere, sobre todo los relacionados con la opción a abortar. ¿Resulta más difícil hoy en día defender causas progresistas que en 1974? ¿Y sería posible que retrocediéramos en los avances realizados en relación con los derechos de la mujere?
En 40 años, los ciudadanos franceses han cambiado claramente su opinión sobre la condición legal del aborto. Un 75 % aprueba no tener restricciones sobre el aborto, en 1974 era un 48%, año de la “ley Veil”” (legalización del aborto en Francia). Se podría añadir a Chile a la lista de países que están facilitando leyes sobre el aborto. En Latinoamérica o en África, varios países lo prohíben, y algunos lo permiten solo bajo condiciones muy restrictivas. Las mujeres de Europa y Norteamérica son las que se benefician de las leyes más permisivas. En la práctica, el aborto sigue estando estrictamente limitado en algunos países. Es más, los médicos pueden ampararse bajo la objeción de conciencia, que les permite no realizar ningún acto contrario a su ética moral o creencias religiosas. Esta no es una vuelta repentina de olas reaccionarias, es más bien un estado mental, una apertura de la mente. Un número significativo de países siguen permitiéndolo bajo condiciones restrictivas. Especialmente en el caso de peligro de muerte de la madre. Por otra parte, para muchos de los que se oponen, el problema que surge es el siguiente: ¿quién decidirá y en base a qué criterio? ¿Quién decidirá cuándo hay vida humana o cuándo hay nada o casi nada?
Las mujeres tienen el derecho a disponer su propio cuerpo como deseen. “No imaginé el odio que iba a incitar”, dijo Simone Veil el 26 de noviembre de 1974. Desde entonces, la opinión de la sociedad francesa sobre las condiciones del aborto ha cambiado significativamente. Se puede ver en la Francia actual, no hay desglose por género o por edad en la opinión sobre las condiciones de interrupción voluntaria del embarazo. Es más, hombres y mujeres por igual están a favor de la autorización extensiva del aborto.
–Eres un apasionado de la justicia y del océano. No podías olvidar mencionar el trágico episodio del Aquarius (el hundimiento del barco) y los refugiados en el mar Mediterráneo. ¿Cuál es tu opinión sobre la situación actual de los refugiados que cruzan el Mediterráneo y cómo se podría mejorar?
–Si Simone Veil viviera aún, ¡puedo prometerte que daría un golpe en la mesa! Es una vergüenza. Esta gran dama, una verdadera europea, nunca habría permitido la triste situación en la que nos hallamos. Es justo decir que es una vergüenza para toda Europa. Obviamente, estoy reaccionando como ser humano, como ciudadano, y quizás es demasiado fácil escribir esto desde donde estoy. Pero uno tiene que reconocer aun así que hay un desorden total (incoherencia visible) en la ausencia de leyes comunes, es un hecho diario terrible. Cada país hace lo que quiere, acepta o rechaza a quien quiere, aunque implique enviar a alguien a una muerte segura. Ya empezó con la llegada de los sirios. Si bien cada país europeo se comprometió a una cuota mínima de recepción de quienes huían del Dáesh (conocido también como ISIS), la mayoría no la respetó, especialmente Francia. El número de personas que muere en el Mediterráneo es un desastre humanitario considerable, y Europa sigue sin poder detenerlo. Todo ello es estremecedor para el futuro, sobre todo para el de nuestros hijos. ¿Cómo vamos a mostrarles un buen ejemplo de cooperación? La situación en el Mediterráneo demuestra hasta qué punto Europa ha perdido su compasión. Estos hombres, mujeres y niños han huido de la pobreza y de la guerra. Tengo que admitir que esta actitud me abruma. ¿Cómo evolucionará la situación? Me atrevo a pensar que las mentalidades evolucionarán, pero también tiendo a pensar que la humanidad esté quizás en regresión.
Porque ser humano es tener dignidad y ser respetuoso, pensar con inteligencia, compartir con otros. Ser humano significa ser libre en una sociedad civilizada, pero todas estas formas en las que he intentado caracterizar a la humanidad están en retroceso en la vida diaria. Tengo muchas esperanzas puestas en el futuro.
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