En alguna ocasión, Louise Wilhemine “Lisl” Schaaf dijo que su gusto por el whisky y estar ocupada todos los días habría sido el secreto de su longevidad.
Por Jorge Morales Almada
Ciudad de México, 7 de junio (LaOpinión).– Louise Wilhemine “Lisl” Schaaf era la inmigrante más vieja en Estados Unidos cuando el 25 de abril falleció a la edad de 113 años y 192 días, de acuerdo con el Grupo de Investigación en Gerontología (GRG) que verifica la longevidad de las personas para los Récords Mundiales Guinness.
Nació el 16 de octubre de 1906 en Burkle, Alemania, y emigró a Estados Unidos el 4 de junio de 1928 para radicar en el estado de Illinois donde murió.
Cuando llegó al país el galón de gasolina costaba 21 centavos, Mickey Mouse todavía no existía y Babe Ruth aún jugaba béisbol.
“Era una madre, abuela, bisabuela y tatarabuela maravillosa”, dijo su hija Ruth Arend, de 85 años. “Siempre podía encontrar lo bueno en una persona. Todos los niños la llamaban Oma (abuela en alemán)”.
Louise Schaaf era también la persona de más edad nacida en Alemania y ocupaba el quinto lugar entre los más longevos de Estados Unidos, por debajo de Hester Ford, una mujer en Dakota del Norte que al 5 de junio cuenta con 114 años y 296 días de vida.
En segundo lugar está Iris Westman, de114 años y 283 días, Minnie Whicker, de 113 años y 318 días, y Thelma Sutcliffe, de 113 años y 249 días. Todas mujeres.
Cuando en el 2018 le preguntaron a qué se debía su longevidad, Schaaf dijo que tal vez a su gusto por el whisky, ya que ocasionalmente solía tomarse su jaibol, y a que todos los días se ocupaba en algo.
El GRG constató la documentación que tenía la señora Schaaf que comprueban su edad, que era la persona con más años de Illinois y la inmigrante más vieja en el país al llegar en el transatlántico S.S. Columbus hace 92 años a la edad de 21.
“Puede haber otros que afirman ser mayores, pero no tienen pruebas”, declaró Robert Young, investigador del GRG.
En otra entrevista realizada en 2016, la señora Schaaf dijo que cuando llegó a Estados Unidos lo primero que vio fue la Estatua de la Libertad, una imagen que se le quedó grabada por el resto de sus días: “Nunca en mi vida he olvidado esa vista”.