«Dadaglobe Reconstructed», que se exhibirá en el MoMA desde el 8 de junio hasta el 12 de septiembre, muestra más de 100 obras de 40 artistas que en su día respondieron a ese intento de compilación universal.
Nueva York, 7 de junio (EFE).- El sueño del dadaísmo que en 1921 no consiguió que viera la luz uno los fundadores del movimiento de entreguerras, del poeta parisino de origen rumano Tristan Tzara, se ha convertido en realidad casi un siglo después en el MoMA.
El templo del arte moderno neoyorquino ha recopilado los trabajos que Tzara recabó en su día para conseguir reunir a los mayores exponentes del dadaísmo en todo el mundo en la antología Dadaglobe, que nunca llegó publicarse.
«Dadaglobe Reconstructed», que se exhibirá en el MoMA desde el 8 de junio hasta el 12 de septiembre, muestra más de 100 obras de 40 artistas que en su día respondieron a ese intento de compilación universal.
El poeta escribió en 1920 sendas cartas a los principales artistas del movimiento -o antiartistas, dado el carácter desafiante hacia las convenciones de este estilo- para que le hicieran llegar sus obras.
En una primera misiva, Tzara reclamó que le enviaran sus propios retratos, eso sí, con un giro dadaísta, un estilo en contra de los autoritarismos y las convenciones más formales del arte.
La fotografía estaba en ese momento trasladándose de los museos a la cotidianeidad y la Liga de las Naciones europea acaba de establecer la obligación de que los pasaportes llevaran fotos de carné.
En la siguiente carta, pidió que fotografiaran su propia obra, y así hasta cuatro encargos distintos que el dadaísta francés recopiló pero nunca pudo publicar.
«Se trata de una colección única de prosa, poesía, dibujos, fotografías y otras invenciones, todo con su tono dadaísta», dijo a la prensa una de las comisarias de la exposición, Samantha Friedman.
La comisaria destacó que se trata de la primera vez que el MoMA dedica una muestra al dadaísmo, cuyas obras se habían recogido anteriormente en exhibiciones en las que compartía protagonismo con el movimiento que le siguió, el surrealismo.
Algunas de las piezas más icónicas incluidas en la exhibición son el juego de ilustraciones «Dada Milky Way» del alemán Johannes Baader, el retrato con ilustraciones superpuestas «Bloomfield» de Erwin Blumfeld, «Punching ball or the inmoratality of Buonarroti», de Max Ernest o «Woman» de Man Ray.
La imagen icono de la exhibición es el retrato de la pintora suiza Sophie Taeuber, con una bombilla que tapa y distorsiona su rostro.
Uno de los artistas que no solo contribuyó con su obra sino que también estuvo a punto de conseguir la financiación que nunca llegó fue Francis Picabia.
Aunque el principal impedimento para que Tzara publicara su antología fue económico, la experta Adrian Sudhalter señaló que existió también «un subtexto de censura».
«Esta recopilación implicaba constantes envíos entre artistas de Francia y Alemania, entre otros países, en un momento en el que el Gobierno vetaba los envíos transfronterizos y existían los recelos de entreguerras», señaló.
Preguntada sobre cómo definir el dadaísmo desde la perspectiva actual, cuando las nuevas tecnologías han roto cualquier frontera imaginativa o física y en la que los internautas utilizan infinidad de aplicaciones para «jugar» con su propia imagen y compartirla, Friedman señaló que «no es un movimiento, ni un estilo, más bien un compromiso con el intercambio internacional».
«Hasta la palabra ‘dada’, tan simple e incomprensible en cualquier lengua, tiene esa voluntad de trascender fronteras. Lo que buscaba Tzara con su antología también era eso. Crear un libro con los trabajos de todos los dadaístas que cruzara fronteras», añadió.
¿Pero, le gustaría a los dadaístas, tan poco amigos de lo oficial, verse en las paredes de un museo?
Según Sudhalter, «recelaban de las convenciones del artista, pero precisamente porque decían hacer ‘antiarte’, porque desafiaban al arte convencional, se quedaban en la conversación misma del arte, no salían de la convención.
Entre las obras destacadas en el MoMA no se encuentra ninguna del principal representante español del dadaísmo, Guillermo de Torre, una exclusión que se debe, según señaló Friedman, a una decisión de espacio.
«Hubo que priorizar, todos los trabajos no cabían en la muestra y en ese caso no había obras visuales, solo escritura, que además no está en inglés», señaló.