Mi amigo pensó que había sido un felino, pero en realidad fueron los roedores, otra de las “epidemias” que hay en México.
Ciudad de México, 7 de abril (sin embargo).- “¿Te gusta Linkin Park?”, le pregunté. Respondió que sí, respondió que claro. En la última semana habíamos conversado mucho. Sobre tonterías, obvio. Esa noche, la del sábado 4 de abril, le recordé que se no había tomado una Coca-Cola bien fría en días. Lo tenté a que saliera de su encierro. Me pidió que no lo sonsacara. Luego me preguntó si la noche le robaría una hora de sueño. Le dije que sí, ni pedo. Salvador entonces apagó la luz y se fue a dormir.
Después de las 21:00 horas crucé la avenida Nuevo León para entrar al Seven Eleven. Me atendió la cajera que un par de días antes me confesó que en su casa ya la habían amenazado con no dejarla entrar, pues porque pandemia, y todos adentro y ella afuera. Compré 600 mililitros de diabetes para completar la hamburguesa que compré al volver de la redacción. Luego vino el silencio de las escaleras y rrrrrgggrgrgr de la llave en la puerta de mi habitación. “¿Qué haces todo el día encerrado?”, le pregunté a Salvador a las 23:21 horas. Ya no me contestó.
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En México hay otras epidemias. Unas todavía más culeras que la del COVID-19. Neta, se los juro. Y es que del coronavirus te proteges quedándote en casa, pero de las “epidemias” de las que hablo aquí no te salvas ni estando bajo llave. Tiene manos, tiene piernas. Abre puertas y ventanas. Viene armado, viene deshumanizado. Le vale contagiarse del virus que, hasta hoy, ha matado a más de 70 mil personas en el mundo.
En los primeros dos meses de 2020 se denunciaron en México 166 mil 063 delitos contra el patrimonio. Más de 118 mil de esos fueron clasificados como robos totales. Entre dichos delitos se encuentra el robo a casa habitación. En el periodo referido los ratas se metieron a miles y miles de casas y departamentos. 12 mil 937 robos a casa habitación en dos meses. Es decir, si enero tuvo 31 días y febrero 29 días, ¡se saltaron bardas, abrieron puertas o empujaron a alguien en su puerta más de 200 veces al día para llevarse cosas! ¡200 veces al día! Vaya “epidemia”.
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Debe o deben tener pulso de cirujano. Entró o entraron mientras Salvador dormía. No hizo o hicieron desmadre. Con el bisturí eligió o eligieron cuatro objetos. Laceraron rápido el patrimonio de mi amigo. Sin aspavientos: la pantalla, la computadora, el celular y la cartera con dinero. ¿Cuánto se habrá o se habrán tardado? ¿5 minutos? ¿3? Hijo o hijos de la chingada.
Salvador se levantó temprano para cubrir su turno. La puerta estaba abierta, me contó. Pensó, en el primer momento, que su gata había sido la responsable, pero nel. En instantes notaría que no era cosa de felinos, sino de roedores.
“Carlos, buen día. Entraron a robar a mi casa en la madrugada. Se llevaron todo, incluyendo la computadora. No tengo celular”. Ese mensaje leí al despertar el domingo 5 de abril. Salvador llevaba varios días resguardado en su casa. Ya ven que ni quiso ir por la Coca-Cola. “¡Qué poca madre! ¡Pinches ratas!”, pensé.
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De los 12 mil 937 robos a casa habitación que se cometieron entre enero y febrero de 2020, mil 199 ocurrieron con violencia. Los otros 11 mil 738 fueron silenciosos, cirujanos, como lo ocurrido en el domicilio de Salvador.
Autoridades de la Ciudad de México, lugar en el que vivo, reportaron 22 mil 478 delitos contra el patrimonio en el mismo periodo. Mil 010 fueron robos en casa habitación, 117 con violencia. Las autoridades del Estado de México, lugar en el que vive Chava, abrieron 30 mil 425 carpetas de investigación por delitos contra el patrimonio en los mismos 60 días. En las tierras mexiquenses se metieron a mil 524 casas, 149 de los casos fueron con violencia.
Pinche “epidemia”. Lo peor de esa es que seguirá aquí después de que Hugo López-Gatell anuncie que México venció al COVID-19. Seguirá incluso cuando el mundo tenga una cura contra el virus que hasta esta noche ha matado a 125 personas en el país.
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Nunca me había puesto a reflexionar sobre los robos en casas. Si escribo sobre la violencia en el país, lo hago sobre feminicidios, homicidios y desapariciones. Pero hoy noto lo cabrón que son esos, los delitos contra el patrimonio. De pronto, en minutos, pueden lacerar muy fuerte la vida de alguien.
Salvador acudió al Ministerio Público de Ecatepec. Ahí lo hicieron esperar porque andaban haciendo cambio de turno, como si los ratas esperaran para dañar la vida a alguien. Le tomaron su declaración, pero no abrieron la carpeta de investigación por la contingencia del COVID-19. Al llegar la noche, no pudo dormir. Utilizó un mueble para reforzar la puerta. Y es que del coronavirus te salvas encerrado, pero de las pinches ratas no.
“Tienes tu casa y tu salud”, le dije a Salvador. Tal vez fue una tonta manera de tratar de consolarlo. No sé. ¿Qué hubiera pasado si me despierto y me doy cuenta?, me preguntó. Tampoco sé la respuesta, pero aprovecho la última línea para brindar con él a la distancia, en pleno confinamiento. Ya vendrán tiempos mejores y menos oscuros.